Buenas Noticias | José Antonio Pagola/RD
"Las personas que
viven echando una mano y haciendo el bien, son grandes, aunque no lo
sepan"
"Estas gentes desconocidas son las que hacen el mundo más habitable
y la vida más humana"
Nunca viene su
nombre en los periódicos. Nadie les cede el paso en lugar alguno. No tienen
títulos ni cuentas corrientes envidiables, pero son grandes. No poseen muchas
riquezas, pero tienen algo que no se puede comprar con dinero: bondad,
capacidad de acogida, ternura y compasión hacia el necesitado.
Hombres y
mujeres del montón, gentes de a pie a los que apenas valora nadie, pero que van
pasando por la vida poniendo amor y cariño a su alrededor. Personas sencillas y
buenas que solo saben vivir echando una mano y haciendo el bien.
Gentes que no conocen el orgullo ni tienen grandes pretensiones. Hombres y
mujeres a los que se les encuentra en el momento oportuno, cuando se necesita
la palabra de ánimo, la mirada cordial, la mano cercana.
Padres
sencillos y buenos que se toman tiempo para escuchar a sus hijos
pequeños, responder a sus infinitas preguntas, disfrutar con sus juegos y
descubrir de nuevo junto a ellos lo mejor de la vida. Madres incansables que
llenan el hogar de calor y alegría. Mujeres que no tienen precio, pues saben
dar a sus hijos lo que más necesitan para enfrentarse confiadamente a su
futuro. Esposos que van madurando su amor día a día, aprendiendo a ceder,
cuidando generosamente la felicidad del otro, perdonándose mutuamente en los
mil pequeños roces de la vida.
Estas gentes
desconocidas son los que hacen el mundo más habitable y la vida más humana.
Ellos ponen un aire limpio y respirable en nuestra sociedad. De ellos ha dicho
Jesús que son grandes porque viven al servicio de los demás. Ellos
mismos no lo saben, pero gracias a sus vidas se abre paso en nuestras calles y
hogares la energía más antigua y genuina: la energía del amor.
En el desierto
de este mundo, a veces tan inhóspito, donde solo parece crecer la rivalidad y
el enfrentamiento, ellos son pequeños oasis en los que brota la amistad,
la confianza y la mutua ayuda. No se pierden en discursos y teorías. Lo suyo es
amar calladamente y prestar ayuda a quien lo necesite.
Es posible que
nadie les agradezca nunca nada. Probablemente no se les harán grandes homenajes.
Pero estos hombres y mujeres son grandes porque son humanos. Ahí está su
grandeza. Ellos son los mejores seguidores de Jesús, pues viven
haciendo un mundo más digno, como él. Sin saberlo, están abriendo caminos
al reino de Dios.
Publicado por Religión Digital
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