Testimonios | Juan Luis Vásquez Díaz-Mayordomo/A&O
El 7 de abril de 1994, el día que explotó el
genocidio de tutsis a manos de hutus en Ruanda, Cyprien y Daphrose Rugamba, los fundadores de
la Comunidad Emmanuel en el país, fueron asesinados junto a seis de sus diez
hijos en su casa de Kigali. La noche anterior la habían pasado en oración ante
el Santísimo, mientras en el exterior la radio de las milicias interahamwe blandía el machete del odio que ahogó
en sangre el país durante 100 largos días. Hoy, la prodigiosa historia de este
matrimonio africano se encuentra en estudio en el Vaticano después de que su causa de canonización se
haya cerrado recientemente a nivel diocesano.
Cyprien llegó a ser seminarista de joven, pero la
lectura de algunos libros y el mal ejemplo de algunos compañeros del seminario
le hizo abandonar la práctica de los sacramentos. En 1965, cuando se casó con
Daphrose, se sentía totalmente fuera de la Iglesia, hasta el punto de que los
años siguientes, pese a la llegada de los hijos, fueron una prueba para el
matrimonio. Cyprien era entonces un músico de éxito y fue infiel a su esposa en
muchas ocasiones, hasta el punto de que llegó a tener un hijo con otra mujer.
La pareja llegó a separarse durante unos meses,
hasta que una grave enfermedad amenazó la vida de Cyprien y propició su
conversión: ya no volvió a ser el mismo. Pidió perdón a Daphrose, volvió a la
fe y se implicó a fondo en la Comunidad Emmanuel, lo que afianzó su matrimonio.
Cuando al ambiente en Ruanda se enrareció, ambos
insistieron en pedir a todos la unidad y el perdón. Cyprien llegó a usar su
influencia para pedir el cierre de la radio que animaba a las matanzas, y eso
les costó la vida a ambos, y a parte de su prole. Hoy, los miembros de la
Comunidad Emmanuel en Ruanda –la segunda más numerosa de este movimiento en el
mundo– todavía recuerdan las palabras que solía repetir Cyprien: «Solo tenemos
un partido, el de Jesús».
Publicado por Alfa & Omega
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