Reflexión | Ramiro Jiménez Cruz/VN
¿Enfocar o replantear?
El
romántico uso de la fe que ha prevalecido por bastante tiempo en las
comunidades cristianas nos ha llevado a tener siempre una mirada bastante
sesgada de la vida. Hemos ido como Iglesia construyendo un imaginario religioso
bastante idealizado, con liturgias fastuosas y edificaciones descomunales;
a veces más preocupados por la simetría y la tonalidad del adviento que por el
“mensaje central”.
La
fiesta de la Inmaculada Concepción evoca en mi historia personal la
religiosidad y la alegría de un pueblo celebrando a su patrona; hoy veo y
defiendo la importancia de esas fiestas populares, por lo que en el fondo eran
y por lo que deben defender que puede nuevamente ser: la identidad de un
pueblo, ese espacio festivo religioso da a una comunidad cohesión,
identidad y perdurabilidad.
Casi
siempre un templo y sus fiestas muestran el desarrollo y nos hacen echar una
mirada al pasado de ese pueblo… sus fiestas prevalecen y su organización habla
de cómo es posible llegar a acuerdos en pro de un bien común, un bien de
todos.
Hasta
aquí nada que objetar, aunque el tema en antropología religiosa o teológica es
más vasto; sin embargo, hace falta poner atención no en la organización
comunitaria como tal, sino en la presencia de una real evangelización que
dé un mensaje y haga una propuesta salvífica… todo calendario religioso popular
está muy presente en la memoria colectiva, aunque incluso no sean practicantes
de alguna religión, porque las fiestas son cultura. Así entramos a las fiestas
religiosas consecutivas de estos meses y la pregunta es la misma: ¿y dónde está
la Iglesia y su mensaje?
Tiempo
de hacer y decir
¡Qué
gran oportunidad construir con la certeza de lo perdido; pero qué ingenuidad o
necedad no querer hacer nada por el hecho de pensar que ya todo está hecho!
Es
tiempo de hacer y decir; la BUENA NUEVA ha de lograr hacer voltear el
rostro a quien la escucha y la ve como lo que es, una propuesta real y posible
de vida; la búsqueda de sentido ha de ser la respuesta integral e integradora
que el Evangelio da a cada persona y también la posibilidad de que ese mismo
Evangelio dé a una sociedad que es muy creyente, el modo de entender que creer
tiene consecuencias en la realidad.
¿Y
si lo que llamamos procesos de evangelización realmente lo fueran, no habría
otro tipo o mejores resultados? Toda acción pastoral ha de tener una
inspiración y una retroalimentación, no perdamos la brújula, pues ya hay muchos
pasos andados y muchas rutas caminadas, solo falta pasión y claridad por
asumir el Reino y el Evangelio.
Publicado
por Vida Nueva
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