jueves, 22 de septiembre de 2022

Me enamoré


Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín

 


Me enamoré

 

Una cálida mañana de otoño, cuando estaba a punto de despertar el sol, sentí la inspiración de escribir, sobre cómo vuela mi imaginación, si me enamoraba de la vida con dulzura y emoción. Dios en el centro de mi vida, con su gracia y compasión.

 

Cuando nos enamoramos algo extraño sucede en nuestra vida. Se siente un sustico en el corazón, algo bueno, algo bonito, algo inexplicable, que la misma naturaleza aún no ha podido descubrir. Es estar alegre, feliz sin motivo y lleno de un atardecer colorido. Es poseer una fragancia única y una sensación de bienestar inigualable.

 

Cuando nos enamoramos, nos salimos del centro de atención de la mente, para darle paso al corazón. Es conectar de una manera especial con alguien, que te escribe, que te llama, que te da calma y te relaja.

 

Cuando nos enamoramos, las luces de nuestros ojos se tornan más brillantes y el sol resplandece como un suspiro emocionante.

 

Cuando nos enamoramos, sentimos que nos miran con miradas tiernas y apacibles. Con miradas llenas de un amor genuino que jamás hemos perdido, que no se dejan en el olvido.

 

Cuando nos enamoramos, la magia invade nuestro ser, como ese día que no deja llover, mirando por la ventana, el hermoso anochecer.

  

Me enamoré, de la vida cuando todo conspira a que estés bien todos los días. Me enamoré de mi sonrisa, cuando a pesar de la tristeza, ella nos sorprende, aunque sea aprisa.

 

Me enamoré, de mi intuición, aunque trabaja fuerte en mi decisión, entono una canción con devoción, en busca de un amor, que se robó mi razón.

 

Me enamoré de mis manos, cuando escriben letras con destellos, imaginando volar al universo, en busca de un beso que se fue con el viento.

 

Me enamoré de una mañana, que quiso ser mi cómplice, para buscar un lápiz y escribir sobre el horizonte, en busca de unos acordes, que quieren bailar con esmero, un suspiro, un anhelo.

 

Cuando nos enamoramos, queremos iniciar una aventura y escalar el sentimiento de la paz, de la armonía, de la atención y la comprensión.

 

Cuando nos enamoramos, nos sentimos amados, cuidados y queremos cruzar el puente de la esperanza, agarrados del entusiasmo y dejando de lado, los cuestionamientos y dar paso a un encuentro de almas puras que buscan calmar la sed de un tiempo inquietante.

 

Quizás podamos tropezarnos con el amor verdadero, pero quien debe permanecer en ese amor siempre, es nuestro Dios, quien es el amor en sí y sin él, nada fuera posible. En todo momento la relación con Dios, debe ser nuestro primer enamoramiento, como nos lo dice, san Mateo en el capítulo 22: 36-40 y en el libro del Cantar los Cantares 8: 6-7, vemos cómo el Rey Salomón y su esposa, expresan un amor genuino e incondicional, pero comprometido.

 

Cuando nos enamoramos de la vida, Dios permite que la luz entre a tu corazón. Esa luz, que te ilumina, que nunca se apaga, que te guía en el camino, que te empuja a caminar, a no detenerte, a no parar de amar y estar siempre motivado al amor verdadero que es Dios mismo. Al final de nuestros días, si no encuentras tu alma gemela, te invito a enamorarte de Jesús quien siempre va estar enamorado de ti, y se entregó por amor para que tengas vida y vida en abundancia.

 




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