miércoles, 5 de octubre de 2022

Una experiencia de sinodalidad ESPERANZADORA


La Iglesia Hoy | Diego Pereira Ríos

 


Una experiencia de sinodalidad ESPERANZADORA

 

¡Qué lindo ser testigo de los cambios que nuestra querida Iglesia viene dando, al menos al sur del continente latinoamericano! Digo esto, porque siendo uruguayo, me tocó vivir en los días pasados una hermosa experiencia de ser invitado, recibido, escuchado, celebrado y felicitado por hermanos y hermanas de Brasil. Son pocas las oportunidades que los laicos y laicas tenemos de sentirnos tan valorados y tomados en cuenta dentro del mundo de la teología. En esta instancia, un gran hermano y amigo, Silvio Bedin de la ciudad de Guaporé Rio Grande do Sul, miembro de la ONG ECOPAZ, en complicidad con Regiano Bregalda, docente de la ITEPA Faculdades de Passo Fundo, me invitaron a visitarlos y poder compartir algunas reflexiones sobre el Pacto Educativo Global (PEG) y la Carta Encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco. En medio de mis deberes como educador y profesor, pero con una semana de vacaciones de primavera, dispuse mi tiempo para aceptar esta hermosa invitación a visitar a mi querido Brasil.

 

El PEG nos desafía a pensar juntos nuevas estrategias para que nuestra tarea educativa logre humanizar a una humanidad que cada día pierde más y más el gusto por la vida, el amor, la amistad, la cooperación y la solidaridad. En un mundo pos-pandémico, de una posible tercera guerra mundial; con las respuestas que el planeta viene dando a tantos años de maltrato por parte del ser humano por manifestaciones como los huracanes, las sequías, las olas de calor, etc.; con una política y una economía que sigue dejando a muchos por el camino; con un consumismo que no permite al ser humano de hoy apostar a la vida; nos invade la imperiosa necesidad de dar todo de nosotros para ser más efectivos en nuestros esfuerzos. Así es que, desde mi tarea diaria como docente, pero también como eterno estudiante, fui invitado a compartir experiencias y reflexionar a partir de los compromisos que nos propone el Papa Francisco en el PEG.

 

Lo más hermoso del viaje, aún con la gran responsabilidad con la que fui y que asumí desde el inicio de la invitación, fue encontrar a tantas hermanas y tantos hermanos que sueñan casi los mismos sueños del Papa, y que también son los de la gran mayoría de la humanidad. Soñar con una Iglesia participativa, activamente comprometida con las necesidades de la sociedad, insertados en el mundo de la educación, la política, la economía, y sobre todo haciendo una comprometida opción por los pobres. No sólo compartí con laicos y laicas que vibran con la propuesta de Fratelli Tutti, sino que encontré sacerdotes cercanos, dialogantes, escuchas, e incluso un arzobispo (Don Rodolfo) que me recibió en su escritorio, que financió mi viaje, y que se deleitó con una canción de rap, compuesta por un alumno de uno de mis cursos de filosofía, que le pedí que escuchara. No puedo de dejar de hablar de las mujeres que allí me recibieron, que siguen siendo la mayoría en la Iglesia, muchas de ellas madres, abuelas, lideresas en sus comunidades, todas ellas educadoras de varias generaciones, que me regalaron su ejemplo y testimonio.

 

Agradezco a Dios esta gran oportunidad que me dio de compartir desde lo más profundo de nuestro ser cristiano, una experiencia de sinodalidad, de familia, de sentir la Patria Grande, de esperanza consciente y de sueños anclados en la realidad. Tenemos que seguir por este camino, compartiendo espacios, recuperando los encuentros que nos hacen más humanos, recibiendo al peregrino y acogerlo en nuestra casa, de animarnos a salir y dejarnos querer y cuidar por los demás. En medio de charlas teológicas con algunas formalidades, en medio del desafío de ir como laico, me tocó vivir una experiencia de sinodalidad, de fraternidad, de sororidad, de sentir que la humanidad puede aún cambiar con gente tan hermosa como la que conocí en la ONG ECOPAZ. Agradezco a cada uno de los hermanos y hermanas brasileños que me recibieron y con el cual comenzamos un gran vínculo que promete compromisos de trabajo en conjunto para seguir tejiendo redes de esperanza para toda nuestra Humanidad. ¡Nadie se salva solo! ¡Todos nos salvamos juntos!





       

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