La Iglesia Hoy | Diego Pereira RÃos
Una experiencia de sinodalidad
ESPERANZADORA
¡Qué
lindo ser testigo de los cambios que nuestra querida Iglesia viene dando, al
menos al sur del continente latinoamericano! Digo esto, porque siendo uruguayo,
me tocó vivir en los dÃas pasados una hermosa experiencia de ser invitado,
recibido, escuchado, celebrado y felicitado por hermanos y hermanas de Brasil. Son pocas las oportunidades que los laicos
y laicas tenemos de sentirnos tan valorados y tomados en cuenta dentro del
mundo de la teologÃa. En esta instancia, un gran hermano y amigo, Silvio
Bedin de la ciudad de Guaporé Rio Grande do Sul, miembro de la ONG ECOPAZ, en
complicidad con Regiano Bregalda, docente de la ITEPA Faculdades de Passo
Fundo, me invitaron a visitarlos y poder compartir algunas reflexiones sobre el
Pacto Educativo Global (PEG) y la
Carta EncÃclica Fratelli Tutti del
Papa Francisco. En medio de mis deberes como educador y profesor, pero con una
semana de vacaciones de primavera, dispuse mi tiempo para aceptar esta hermosa
invitación a visitar a mi querido Brasil.
El
PEG nos desafÃa a pensar juntos nuevas estrategias para que nuestra tarea
educativa logre humanizar a una humanidad que cada dÃa pierde más y más el
gusto por la vida, el amor, la amistad, la cooperación y la solidaridad. En un
mundo pos-pandémico, de una posible tercera guerra mundial; con las respuestas
que el planeta viene dando a tantos años de maltrato por parte del ser humano por
manifestaciones como los huracanes, las sequÃas, las olas de calor, etc.; con
una polÃtica y una economÃa que sigue dejando a muchos por el camino; con un
consumismo que no permite al ser humano de hoy apostar a la vida; nos invade la
imperiosa necesidad de dar todo de nosotros para ser más efectivos en nuestros
esfuerzos. Asà es que, desde mi tarea diaria como docente, pero también como
eterno estudiante, fui invitado a compartir experiencias y reflexionar a partir
de los compromisos que nos propone el Papa Francisco en el PEG.
Lo
más hermoso del viaje, aún con la gran responsabilidad con la que fui y que
asumà desde el inicio de la invitación, fue encontrar a tantas hermanas y tantos
hermanos que sueñan casi los mismos sueños del Papa, y que también son los de
la gran mayorÃa de la humanidad. Soñar con una Iglesia participativa,
activamente comprometida con las necesidades de la sociedad, insertados en el
mundo de la educación, la polÃtica, la economÃa, y sobre todo haciendo una
comprometida opción por los pobres.
No sólo compartà con laicos y laicas que vibran con la propuesta de Fratelli
Tutti, sino que encontré sacerdotes cercanos, dialogantes, escuchas, e incluso un
arzobispo (Don Rodolfo) que me recibió en su escritorio, que financió mi viaje,
y que se deleitó con una canción de rap, compuesta por un alumno de uno de mis
cursos de filosofÃa, que le pedà que escuchara. No puedo de dejar de hablar de
las mujeres que allà me recibieron, que siguen siendo la mayorÃa en la Iglesia,
muchas de ellas madres, abuelas, lideresas en sus comunidades, todas ellas educadoras
de varias generaciones, que me regalaron su ejemplo y testimonio.
Agradezco
a Dios esta gran oportunidad que me dio de compartir desde lo más profundo de
nuestro ser cristiano, una experiencia de sinodalidad, de familia, de sentir la
Patria Grande, de esperanza consciente y de sueños anclados en la realidad.
Tenemos que seguir por este camino, compartiendo espacios, recuperando los
encuentros que nos hacen más humanos, recibiendo al peregrino y acogerlo en
nuestra casa, de animarnos a salir y dejarnos querer y cuidar por los demás. En
medio de charlas teológicas con algunas formalidades, en medio del desafÃo de
ir como laico, me tocó vivir una experiencia de sinodalidad, de fraternidad, de
sororidad, de sentir que la humanidad puede aún cambiar con gente tan hermosa
como la que conocà en la ONG ECOPAZ. Agradezco a cada uno de los hermanos y
hermanas brasileños que me recibieron y con el cual comenzamos un gran vÃnculo
que promete compromisos de trabajo en conjunto para seguir tejiendo redes de
esperanza para toda nuestra Humanidad. ¡Nadie se salva solo! ¡Todos nos
salvamos juntos!
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