viernes, 23 de diciembre de 2022

Carta declaración de Amor desde el dolor


Fe y Vida | Yris Rossi




Carta declaración de Amor desde el dolor

 

Querido Jesús:

 

Hace algún tiempo quería hacer pública esta carta a propósito de tú presencia en mi vida familiar y comunitaria durante el Covid19.

 

Amado mío, no tengo palabras para expresarte mi gozo por haberme permitido vivir en una comunidad semejante a las primeras comunidades en los primeros tiempos en crisis.

 

Sucedió sin darnos cuenta y en verdad era tú Santo Espíritu que nos dirigía, así pasa cuando nos hacemos humildes como lo hicimos nosotros.

 

Me refiero a cuando estaba en sus buenas el Covid19; todos presos en nuestras casas y, mi difunto esposo y yo mayores, creyéndonos solos, enfrentando el problema: te nos revelaste.

 

Descubrimos que realmente no estábamos solos, mis hermanos de comunidad (Arelys y Pablo, Yira y Norman), llenos de amor y guiados por ti; nos asumieron en tú nombre.

 

Qué gusto saber que no estábamos solos, ellos iban al supermercado, me hacían las compras y me las subían, a una cuarta planta si ascensor.

 

Y para más, normalmente me las descargaban y muchas veces me ayudaron a organizarla siempre llenos de alegría y del gozo de servirnos.

 

Siempre estaban dispuestos a pesar del virus, a pesar de las restricciones para ayudarnos, acompañarnos, venir a conversar con nosotros y lo que fuera necesario, como también lo siguieron demostrando todos los hermanos desde sus respectivas trincheras.

 

La verdad, es dulce y hermoso estar en esa comunidad de fe que nos diste, para vivirte en el desprendimiento amándonos en ti, los unos con los otros haciéndonos a imagen y semejanza tuya.

 

Gracias por enseñarnos a ser valientes y a no temer a la debilidad, sino encontrar en ella una oportunidad para saberte absolutamente indispensable ante las adversidades y asechanzas del mal.

 

Qué alegría Señor que pudiera conocer lo bello, lo hermoso y lo bueno desde la solidaridad recibida en la comunidad.

 

Comprendí que es una de tus formas inefables de hacerte presente a través de lo cual nos das una inmensa alegría y un placer indescriptible y trascendente.

 

Por eso y por mucho más yo Yris Rossi, tú humilde sierva se despide dándote infinitas gracias, diciéndote que sin tú presencia no puedo vivir y que te adoro, que muero por ti.





 

 

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