miércoles, 19 de julio de 2023

Saber descansar


Reflexión | P. José Pastor Ramírez/LD

 


Saber descansar


El Evangelio de san Mateo 11, 29-30 reporta una expresión de Jesús que me llama la atención: “Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados y yo los haré descansar”. Pero ¿qué significa? Sostiene el teólogo y escritor español, Antonio Pagola, que es una sentencia dirigida a quienes sienten la religión como un peso y viven agobiados por doctrinas que les impiden captar la alegría de la salvación. Pero, si se encontraran vitalmente con Jesús, experimentarían un alivio inmediato: “Yo los aliviaré”.


“Carguen con mi yugo... porque es llevadero y mi carga ligera”. Es la segunda llamada. Hay que cambiar de yugo. Es decir, el de los “sabios y entendidos”, pues no es llevadero, sino muy pesado; sin embargo, el yugo de Jesús, es más tolerable. No porque Jesús exija menos, sino lo contrario, exige más, pero de otra manera. Demanda lo esencial: el amor que libera de lo que hace daño a la persona.


El yugo de Jesús no elimina el descanso físico que restaura nuestras fuerzas. Más bien, asegura un amor sosegado, calmo, receptivo, respetuoso y cálido. Hoy el mundo laboral y el social están exigiendo ritmos muy acelerados y exigentes que desgastan, estresan, enferman y dificultan las buenas relaciones, así como la calma y la interioridad.


Como es natural, se ansía el verano para liberarnos, al menos por algunos días, de la tensión, del agobio, del desgaste y de la fatiga que se han ido acumulando con el pasar de los meses.


Pero, no es suficiente recuperar fuerzas físicas, para subir una montaña y acampar, tomar el sol en la playa preferida o huir del ruido urbano para olvidar un poco las presiones y aprietos diarios. Hay que restaurar mente y espíritu.


De no ser así, al finalizar, un buen número de personas experimentarían en su interior una especie de insatisfacción y de vacío por haber caído bajo la tiranía de la superficialidad, del activismo, del ruido y de la preocupación en el disfrute fácil y aplastante que brindan esos espacios. Necesitamos aprender, urgentemente, el verdadero arte del descanso.


Hay que buscar el espacio para encontrarse con uno mismo desde el silencio, la calma la serenidad, la meditación, así como la escuchar de los demás y de Dios. Porque la intensidad con la que se vive, no puede excluir los momentos que aseguran la libertad, la espontaneidad, la amistad y la fraternidad.


Requerimos desarrollar el arte de la contemplación que poco tiene que ver con la riqueza, los éxitos y los placeres fáciles; aprender que la vida no se agota en el trabajo. Al contrario, se hace más visible en la fiesta, en la alegría compartida y en la amistad reforzada.


El descanso, el equilibrio y la mesura nos permitirán recuperar la paz y la armonía interior; contribuirán a hacernos más dueños de nosotros mismos, a lidiar conscientemente con la preocupación y la prisa que ahogan nuestro ser. Hay que aprender a vivir de otra manera, enraizando más la vida en el Dios, fuente del verdadero y definitivo descanso.


Publicado por Listín Diario


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