Reflexión | P. José Pastor RamÃrez/LD
Saber descansar
El
Evangelio de san Mateo 11, 29-30 reporta una expresión de Jesús que me llama la
atención: “Vengan a mà todos los que están fatigados y agobiados y yo los haré
descansar”. Pero ¿qué significa? Sostiene el teólogo y escritor español,
Antonio Pagola, que es una sentencia dirigida a quienes sienten la religión
como un peso y viven agobiados por doctrinas que les impiden captar la alegrÃa
de la salvación. Pero, si se encontraran vitalmente con Jesús, experimentarÃan
un alivio inmediato: “Yo los aliviaré”.
“Carguen
con mi yugo... porque es llevadero y mi carga ligera”. Es la segunda llamada.
Hay que cambiar de yugo. Es decir, el de los “sabios y entendidos”, pues no es
llevadero, sino muy pesado; sin embargo, el yugo de Jesús, es más tolerable. No
porque Jesús exija menos, sino lo contrario, exige más, pero de otra manera.
Demanda lo esencial: el amor que libera de lo que hace daño a la persona.
El
yugo de Jesús no elimina el descanso fÃsico que restaura nuestras fuerzas. Más
bien, asegura un amor sosegado, calmo, receptivo, respetuoso y cálido. Hoy el
mundo laboral y el social están exigiendo ritmos muy acelerados y exigentes que
desgastan, estresan, enferman y dificultan las buenas relaciones, asà como la
calma y la interioridad.
Como
es natural, se ansÃa el verano para liberarnos, al menos por algunos dÃas, de
la tensión, del agobio, del desgaste y de la fatiga que se han ido acumulando
con el pasar de los meses.
Pero,
no es suficiente recuperar fuerzas fÃsicas, para subir una montaña y acampar,
tomar el sol en la playa preferida o huir del ruido urbano para olvidar un poco
las presiones y aprietos diarios. Hay que restaurar mente y espÃritu.
De
no ser asÃ, al finalizar, un buen número de personas experimentarÃan en su
interior una especie de insatisfacción y de vacÃo por haber caÃdo bajo la
tiranÃa de la superficialidad, del activismo, del ruido y de la preocupación en
el disfrute fácil y aplastante que brindan esos espacios. Necesitamos aprender,
urgentemente, el verdadero arte del descanso.
Hay
que buscar el espacio para encontrarse con uno mismo desde el silencio, la
calma la serenidad, la meditación, asà como la escuchar de los demás y de Dios.
Porque la intensidad con la que se vive, no puede excluir los momentos que
aseguran la libertad, la espontaneidad, la amistad y la fraternidad.
Requerimos
desarrollar el arte de la contemplación que poco tiene que ver con la riqueza,
los éxitos y los placeres fáciles; aprender que la vida no se agota en el
trabajo. Al contrario, se hace más visible en la fiesta, en la alegrÃa
compartida y en la amistad reforzada.
El
descanso, el equilibrio y la mesura nos permitirán recuperar la paz y la
armonÃa interior; contribuirán a hacernos más dueños de nosotros mismos, a
lidiar conscientemente con la preocupación y la prisa que ahogan nuestro ser.
Hay que aprender a vivir de otra manera, enraizando más la vida en el Dios,
fuente del verdadero y definitivo descanso.
Publicado
por ListÃn Diario
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