In Memoriam | Guadalupe De Lora
Volviendo
al encuentro sobre El Evangelio de Mateo, el mensaje escatológico del mismo es para vivirlo en
el aquí y el ahora, prevenidos y atentos como si fuera el último día, “pues
nadie sabe ni el día ni la hora, ni siquiera los ángeles de Dios, ni aun el
Hijo, solamente el Padre” (Mateo
24,36).
El
pasaje del discurso del Juicio Final fue un interesante tema de debate, que
pudimos resumirlo como: “El Juicio se mide por el acto de amor
referido a los más necesitados, es decir que finalmente seremos juzgados por el
amor” (Mateo 25, 31-46).
Todo este encuentro pareció ser la antesala del
inesperado momento en el que el P. Miguel José partió a los brazos del Padre,
siendo portador de la presencia viva de Jesús de frente a la Asamblea de
feligreses. Así concluye su vida terrenal, más no el legado de su misión que ha
quedado inscrito en testimonios y una labor pastoral que abarca múltiples
dimensiones: formador, acompañante, comunicador y religioso, fiel a la
espiritualidad de su Congregación Misioneros del Sagrado Corazón.
Fue un hombre de Dios, a quien “la hermana muerte corporal” como la llamaba San Francisco de Asís
encontró preparado, según lo refirió Mons. Rafael Rodríguez, msc, en la homilía
de las honras fúnebres compartidas con el Padre Lucas Lafleur, msc, quien
falleciera al segundo día de la partida de “Pequeño”, al parecer para continuar
su complicidad en la morada celestial.
ADH
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