Nuestra Fe | Sandy Yanilda Fermín
Fiesta
del Divino Niño Jesús en Los García
En la comunidad
de Los García, la ternura de Dios se hizo presente una vez más en la
celebración de la Fiesta del Divino Niño Jesús, una advocación
profundamente amada por toda la comunidad presente.
Durante los
días 18, 19 y 20 de julio, la capilla se llenó de alegría, fe y esperanza con
el triduo en su honor, culminando con una solemne eucaristía presidida por el
Párroco Padre Tulio Matos Cordero, junto al ministro Francisco
Beltrán.
El Divino Niño,
con su sonrisa inocente y mirada pura, nos recuerda que Dios eligió hacerse
pequeño para acercarse a nosotros. Su imagen, llevada en brazos por las calles,
despertó en los corazones una alegría inexplicable que solo un niño puede
provocar. Como expresó el Padre Tulio: “Lo más extraordinario es que
podamos abandonarnos como niños en los brazos de Dios, confiando plenamente en
sus planes”.
Cada 20 de
julio, esta fiesta no solo celebra la infancia de Jesús, sino que, también nos
invita a vivir con la sencillez, la alegría y la confianza de un niño. Porque
este Niño, diferente a todos, es Rey desde su nacimiento, es consejero
Admirable, Príncipe de la Paz, y su presencia transforma
corazones.
Como dice la
Escritura: “El amor es paciente, no se alegra de la injusticia, sino
que goza con la verdad”, y ese amor se hizo visible en cada gesto, en
cada oración, en cada mirada dirigida al Divino Niño.
El sonido de una
música melodiosa y los pájaros cantando, nos hacían sentir el poder maravilloso
del Divino Niño mientras caminábamos por las calles durante la procesión, donde
las personas alzaban la mirada a este niño que se lleva en los brazos y
los demás niños se alegran y se agarran de manos, simbolizando la unidad y la
esperanza.
Por eso, el Padre
Tulio durante la homilía de esta gran solemnidad del Divino Niño Jesús, realiza
las siguientes interrogantes: ¿Qué diferencia a este niño de los demás niños?
¿Cuál es el secreto que tiene que los demás no tienen?
Este niño posee
unas cualidades diferentes a los demás niños, porque es el mismo Dios. Dios que se manifiesta como niño en medio de
nosotros. Hoy este niño ha venido a destruir el plan de la muerte, del
pecado que te lleva a la perdición, aquello que hay tu vida que no es de Dios,
y esa fue la máxima manifestación de su amor, regalarnos a su hijo, quien se
hizo grande y extraordinario.
Hablar de su
grandeza, de la unidad con el Padre, es alabanza, es paciencia, es ver a un
niño que estaba en el templo haciendo sus cosas, que crecía en espíritu y
sabiduría, que nos ofrecía su gracia llenando con esplendor nuestros corazones.
Y al conocer el
esplendor de su gloria en la pobreza, es adorarlo desde su divina humildad y
nos invita a que dejemos de preocuparnos tanto, a reconocer su gracia y su inocencia
que Dios nos quiere dar, como comentaba el Padre Tulio.
Como siempre la
animación de parte de Favio Castillo
junto al coro de San José, nos motiva y nos alegra con su voz para alabar a
Dios.
El Padre Tulio
al final de la homilía nos pregunta ¿Qué es lo más extraordinario de todo? que
este padre que es Dios, siempre, siempre nos dará lo mejor.
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