Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Solo encontramos cuando buscamos
Viernes.
Tiempo de Navidad / Juan 1, 43-51
Evangelio: Juan 1, 43-51
En
aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice:
«Sígueme».
Felipe
era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le
dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado:
Jesús, hijo de José, de Nazaret». Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir
algo bueno?». Felipe le contestó: «Ven y verás».
Vio
Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de
verdad, en quien no hay engaño». Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?».
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la
higuera, te vi». Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el
Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la
higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad
os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el
Hijo del hombre».
Comentario
Solo
encontramos cuando buscamos. Podríamos tener delante de nuestras narices lo que
siempre hemos deseado, que si no lo buscamos no llegaremos a verlo. Incluso si
ya lo hemos encontrado antes. Podemos dejar de verlo si nos acostumbramos a
ello, si nos aburguesamos en la idea de haber ya encontrado ya un día lo que
estábamos buscando. Entonces, poco a poco, la vida se va difuminando en el
pasado de lo vivido, y el presente se convierte en una sucesión de formas
grises. La vida solo da fruto como tarea, como vitalidad incesante. La vida
solo se abre para quien vive con hambre y sed de más vida.
«¿De
Nazaret puede salir algo bueno?». Pensamos que ya tenemos controlados los
lugares y las personas, que ya lo sabemos todo de ellos. Y con ello evitamos la
sorpresa, nos cerramos a la vida que puede nacer de ellos. A nuestros amigos y
familiares, a las personas que amamos, solemos anquilosarlas en el pasado de lo
ya conocido.
«Ven y
verás». Es el método de cristianismo. Es el método más humano que existe.
Buscar a Dios por detrás de cualquier cosa, por detrás de cada persona. Y
especialmente buscarlo por detrás de la cotidianidad: «Antes de que Felipe te
llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Porque Dios se ha hecho
carne para sorprendernos en todo instante, en todo lo que hacemos, y
especialmente en la carne cotidiana de quien nos ama con una ternura constante,
regalándonos su presencia de día en día para abrirnos de par en par el cielo;
esto es, para poder vivir en el mundo amparados bajo el techo de amor divino,
eterno e incondicional: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto
y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre». Pensamos que
lo que nos hace falta es novedad, pero la presencia de Dios hace todas las
cosas nuevas. Sólo hay que buscarla.
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