viernes, 5 de enero de 2024

La Navidad de la Iglesia es la vida misma.


Doctrina Social de la Iglesia (DSI) | Padre Manuel Antonio García Salcedo*

 


La Navidad de la Iglesia es la vida misma.

 

Una persona me preguntó: ¿no debería mover las fiestas de los mártires tan sangrientas fuera del tiempo de la Navidad?. Esa pregunta es un reflejo de un infantilismo que concibe el acontecimiento histórico del Salvador del mundo como una época de regalos para jugar en base a fantasías, de comidas grupales excesivas y nocivas, de consumo de alcohol, uso de prendas de vestir no practicas ni cómodas y de un disfrute impuesto e imperativamente hedonista que deja como resultado un vacío espiritual sumamente deshumanizante. La gran mayoría de la población está excluida de esta mentalidad consumista de disfrute o sometida al servicio de la misma. Hacemos este análisis tan tajante porque muy poca atención, afecto y caridad mostramos hacia la Pascua que vivió Jesucristo recién nacido y su Sagrada Familia que quiere ser la nuestra.

 

Les invito a que profundicemos para futuro algunos aspectos que implican la celebración del Tiempo Litúrgico Navideño de la Iglesia Católica. Lo primero es la hermosa tradición de las cuatro Misas del 25 de Diciembre: Vísperas, Gallo, Aurora y del Día de la Natividad.  Una lástima que en atención a cenas, eventos o viajes vayamos perdieron la costumbre de acudir a celebrar la Pascua del Nacimiento del Mesías que se manifestó primero a los Pastores que escucharon el anuncio de los Ángeles con el Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres buena voluntad, y el repique de las campanas por el anuncio gozoso de lo acontecido en Belén o la Casa del Pan del Cielo. Lástima que hemos permitido que la inseguridad ciudadana anule la costumbre de acudir después de la cena de noche buena a la Misa de las 12 de la noche y compartir familiares, amigos y conocidos el abrazo propio de la Noche de paz. ¡Podemos recuperar nuestras tradiciones cristianas!.

 

Día de precepto comulgar el 25 de diciembre. Cumplimiento del tercer mandamiento de la ley de Dios y en caso de no hacerlo acudir al Sacramento de la Reconciliación y Penitencia o Confesión. Es la manera de creer y recibir al Niño Dios y estar en la Comunión de los Santos. También para honrar y promover al Cielo a nuestros seres queridos, padre, madre, hermanos, hijos, cercanos e incluso los enemigos que han terminado sus días en esta tierra y que son tan recordados en estas festividades.

 

A seguidas comienza la Octava de Navidad. Se canta el Gloria los primeros días de ella, las campanas resuenan, solemnidad en cada celebración. ¡No dejemos vacías las Misas de estos días!.  A Seguidas el Mártir San Esteban Diácono, 26 de Diciembre, refiere que el servicio a las mesas de los huérfanos y viudas para alimentarles, una vida de servicio cuesta incluso derramar la sangre propia. El Diácono es un sirviente, un esclavo, lejos de ser un escalafón, un directivo o comerciante. Es el espejo del Niño Divino que aprendió de sus Padres a servir, lavar los pies y no ser servido o beneficiario.

 

El 27 de Diciembre es la gran Fiesta del Primer Apóstol que se celebra en el Año Litúrgico, al Evangelista de la Palabra que se hace Carne de María, la Virgen Santísima y que habito entre nosotros, que hizo su morada en nosotros. San Juan, el Discípulo Amado nos lleva a escuchar los latidos, amar y entregarse al servicio del Niño que ha venido para morir y salvarnos de cada unos de nuestras cruces, y a los pies de ellas estará su Madre a quien nos regala en cada Navidad como Madre Nuestra y a su familia que es la Iglesia Católica.

 

Los Santos Inocentes Mártires del 28 de Diciembre, con su sangre similar a la del Cristo del Calvario, derramada por el Malvado que se rebela y se revela violentamente para el imposible de su reinado en contra de la vida humana, de la paz, del trabajo honrado y de Fe Católica nos recuerda la defensa a favor de la vida humana, la oposición radical a los asesinatos que provocan las practicas abortistas, marginadoras, eutanásicas y no creyentes e insolidarias. ¡Qué viva Cristo! ¡Qué vida la vida! ¡Qué vivan los niños! ¡Qué viva la Juventud! ¡Que vivan los esposos, sus familias y sus hogares! ¡Qué viva la Iglesia Católica! ¡Qué vivan los que se dedican al cuidado de los enfermos, los minusválidos, los abandonados y maltratados! ¡Qué vivan nuestros ancianos y los que trabajan para darles una vejez digna!

 

Una serie de Santos conforman la infraoctava de Navidad, Santo Tomas Becket, el Papa San Silvestre I quien aprobó los decretos del primer Concilio Ecuménico de Nicea del año 325 DC contra quienes niegan la Divinidad de Jesús y en el cual todos los bautizados confesamos que el Niño Jesús es Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios, verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre por que todo fue hecho, que por nosotros los hombres bajo del Cielo, y por obra del Espíritu santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre . EN ESE PUNTO EL 25 DE DICIEMBRE Y LUEGO EL 25 DE MARZO, TODOS NOS ARRODILLAMOS ADORANDO AL NIÑO Y DANDOLE EL BESO A SU IMAGEN AL FINAL DE LA MISA.

 

Concluye la Octava de Navidad con la gran solemnidad de SANTA MARIA MADRE DE DIOS, día  mundial de la Jornada Mundial de Oración por la Paz instituida por el Papa San Pablo VI. ¡Qué Viva a Madre de Dios, María la Virgen y su Castísimo Esposo San José, a quienes celebramos días antes con la Fiesta de la Sagrada Familia, fundamento de toda sociedad humana! ¡ Qué pare la guerra en Medio Oriente, en Ucrania, en el desorden social en Haití y en todo el mundo!

 

Arquidiócesis de Santo Domingo

 

*Master en DSI UPSAM





 

 

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