Espiritualidad | Patricia Ynestroza
Todo ser humano está dotado
de dignidad como entidad espiritual, creada por Dios
Está cambiando
estructuralmente la forma en que los hombres y mujeres de hoy entienden las
experiencias fundamentales de su existencia: engendrar, nacer y morir. Ante
esta revolución antropológica en curso, es necesaria una reflexión profunda que
renueve el pensamiento. Un desafío que afecta a todos los cristianos, sea cual
sea la Iglesia a la que pertenezcan.
El Papa
Francisco envió un mensaje a los participantes en el XVII Simposio
intercristiano, promovido conjuntamente por el Instituto franciscano de
espiritualidad de la Pontificia Universidad Antonianum y el Departamento de
teología de la Facultad teológica ortodoxa de la Universidad «Aristóteles» de
Tesalónica. Un simposio que se está llevando a cabo del 28 al 30 de agosto en
la ciudad italiana de Trani, sobre el tema «¿Qué es el hombre?» (Sal 8, 5) en
el tiempo de la mutación antropológica.
En la misiva,
el Papa se dirigió al prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de
los cristianos, Cardenal Kurt Koch, para felicitar a los organizadores de “esta
experiencia única de colaboración concreta entre católicos y ortodoxos, que se
ha convertido ya en una hermosa tradición”. Refiriéndose al título del
Simposio, Francisco dio que habla de un tiempo de mutación antropológica, y
aseveró que lo que sucede en la actualidad, se podría calificar de verdadera
revolución.
¿Qué es el hombre?
“Los cambios
provocados por la revolución informática, como, por ejemplo, el desarrollo de
la inteligencia artificial, y los increíbles avances de las ciencias, están
obligando a los hombres y mujeres de hoy a replantearse su identidad, su papel
en el mundo y en la sociedad, y su vocación de trascendencia. En efecto, la
especificidad del ser humano en el conjunto de la creación, su singularidad con
respecto a los demás animales, e incluso su relación con las máquinas, se
cuestionan constantemente”, dijo el Santo Padre.
El Pontífice
advirtió además, que está cambiando estructuralmente la forma en que los
hombres y mujeres de hoy entienden las experiencias fundamentales de su
existencia, como engendrar, nacer y morir. Ante esta revolución antropológica
en curso, dijo, no es posible reaccionar únicamente con la negación y la
crítica.
“Es necesaria,
más bien, una reflexión profunda, capaz de renovar el pensamiento y las
opciones a tomar”.
Este desafío
afecta a todos los cristianos, sea cual sea la Iglesia a la que pertenezcan.
Por eso, señaló por último, es particularmente interesante que católicos y
ortodoxos promuevan juntos esta reflexión. En particular, a la luz de la
enseñanza de la Sagrada Escritura y de la Tradición cristiana, Francisco dijo
que es necesario reafirmar que todo ser humano está dotado de dignidad por el
mero hecho de existir, como entidad espiritual, creada por Dios y destinada a
una relación filial con Él (cf. Ef 1, 4-5), independientemente de que actúe o
no de acuerdo con su dignidad, de las situaciones socioeconómicas en las que
vive o de sus condiciones existenciales.
"La
defensa de esta dignidad frente a amenazas muy concretas como la pobreza, la
guerra, la explotación y otras, es un compromiso común en el que deben trabajar
juntas todas las Iglesias".
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