Cultura y Vida | Milagros Germán R.
Coro de la
Catedral Primada diversifica su repertorio: La ópera “El Caminante de Nazaret”
ha trazado la pauta
Después
de más de 30 años interpretando en sus conciertos música litúrgica, combinada
con famosas piezas de los grandes maestros, el Coro de la Catedral Primada de
América fija su mirada en la diversificación de su repertorio.
Claro
está, sin abandonar, las obras de celebrados polifonistas de los siglos XV, XVI
y XVII; villancicos dominicanos, europeos, norteamericanos y de otros países
latinoamericanos, que tantos éxitos le han permitido cosechar.
Tras
un primer “experimento”, en la Semana Santa de 2023, con el montaje de dos
actos de la ópera El Caminante de
Nazaret, quedó implícito el compromiso de presentar la obra completa, logro
alcanzado el Viernes Santo de este año.
Presentar
esa ópera del compositor dominicano Rafael
Danilo Grullón implicó largas jornadas de ensayos y el esfuerzo titánico
del maestro Andrés Capellán,
director titular del Coro. Pero la buena acogida del público asistente fue la
mejor recompensa al espectáculo artístico-religioso que colmó de emociones las
naves el centenario templo.
Sin
lugar a dudas, la versión operática de la Pasión, Muerte y Resurrección de
Jesucristo, fue concebida más que para impresionar a los espectadores, inspirar
en ellos un amoroso acercamiento hacia el Hijo de Dios, en un valor extra que
sobrepasa la simple intención de una excelente presentación.
La
inspiración del autor, orientada a inducir a la reflexión, se evidencia en el
claro objetivo didáctico y catequístico que se advierte en toda la obra. Así,
cada escena contiene pinceladas de los sentimientos, enseñanzas y emociones que
se procura transmitir y hacer germinar en el público.
Enfocado
en lo que se mueve en el escenario, el público raras veces se detiene a pensar
en que todo lo que se presenta ante sus ojos tiene un conductor llamado director quien, batuta en mano, asume
la mayor responsabilidad.
Búsqueda de superación personal
A
medida que pasa el tiempo, Andrés Capellán ha ido superándose a sí mismo con
pasos progresivamente firmes, gracias a la práctica constante que le plantean
sus múltiples compromisos de dirección coral.
Concentrándose
cada vez más en ese propósito, poco a poco ha quedado atrás su vocación por la
Medicina, carrera que estudió en la Universidad Autónoma de Santo Domingo
(UASD) y que por unos años le obligó a interrumpir su dedicación a la música.
Hace
tiempo que los sueños juveniles de formar una agrupación musical se esfumaron.
Tendría unos 11 años cuando junto a otros chicos vecinos acariciaba esos
planes. Finalmente, solo él mantuvo la idea de estudiar música y dio los
primeros pasos hacia ese objetivo en unas clases que impartían en el Colegio
Santo Domingo Savio.
Iniciaba
el bachillerato cuando se inscribió en la Escuela Elemental de Música Elila
Mena, que entonces estaba situada frente al parque Enriquillo, en la avenida
Duarte. Ahí aprendió solfeo y a tocar flauta dulce… y soñó con ser pianista.
Fue años después, cuando al integrarse al coro de la Parroquia Perpetuo
Socorro, descubrió su pasión por la dirección coral.
Años
después fue perfeccionándose en esa tarea, a través de cursos, talleres y
simposios realizados en el país, España, Cuba y Venezuela. En la Facultad de
Arte de la UASD se tituló como licenciado en Educación Musical y en la
Universidad O&M realizó una maestría sobre ese mismo tema.
Al
Coro de la Catedral, el maestro Capellán ingresó como cantor de la cuerda de
tenores. Luego pasó a ser
instructor. Laboró como asistente del profesor José Delmonte (+), director-fundador del Coro, hasta que en 2019
fue designado director titular.
Pese
a mostrar bastante paciencia, de vez en cuando pierde los estribos, por una
falta de atención o cualquier otro asomo de indisciplina en los ensayos. Pero
por lo regular termina la reprimenda con una frase humorística. Según su esposa
Ángela, también en su casa siempre rompe los enfados con una salida jocosa.
Otro
detalle que es preciso señalar es el afán de Capellán por hacer cosas nuevas,
en especial aquellas que nadie de su entorno haya intentado hacer.
Desde
que se planteó el reto del montaje completo de El Caminante de Nazaret, el maestro Capellán trazó la ruta crítica
que conduciría al éxito logrado con la obra.
Convencido
de la importancia del trabajo en equipo, otra vez se hizo acompañar por Deivy Bravo en la dirección escénica,
decisión acertada y necesaria, que permitió mitigar la inexperiencia teatral de
la mayoría de los cantores. Contó también con Lucía Román, como asistente de producción.
Inmerso
en cuerpo y alma en el enorme trabajo del montaje, Capellán tuvo que afrontar,
como otras veces, las dificultades propias de dirigir una orquesta sinfónica,
sin ser instrumentista. Asimismo, debía de accionar para dar entrada a los
solistas y a la masa coral, sin perder el hilo de la conducción y de los
movimientos en el escenario.
En
su opinión, la cantidad de ritmos y cambios de aires y compases de la obra
constituyeron las mayores complicaciones, principalmente por tratarse de un
género diferente a lo que suele manejar un director coral. Así lo explicó: “Se
trata de una ópera en donde cada momento es importante. Como director uno se
siente atado a la partitura, pues no se pueden perder los instantes de música
instrumental, música cantada, teatro, solistas y coros, todo esto al mismo
tiempo. Es muy diferente a una obra coral, en la que el director puede jugar
con los tiempos”.
Reveló
que a lo largo de la presentación sucedieron algunos problemitas menores que
pasaron inadvertidos para el público, como fueron ciertos momentos de actuación
que deben ser superados. Uno de ellos fue la imposibilidad de entrar una grúa
dentro de la Catedral, para realizar la escena de la Ascensión de Jesús como
estaba concebida.
El elenco
La
selección de los solistas estaba prácticamente preconcebida por la función de
2023, pero había que escoger a quienes asumirían personajes que no aparecían en
los actos presentados en esa ocasión. Es el caso de David Noel Reyes, que
personalizó con mucho acierto al incrédulo Tomás, o César Tabaré Roque (en
el rol de Cleofás) y a dúo con Lenin de
la Cruz, como los discípulos de Emaús.
En
el rol de Jesús, la veteranía del tenor Nelson
Veras se hizo evidente en su extensa presencia escénica, al igual que la
actuación de los potentes bajos Eduardo
Mejía, como Pedro, y Eddison Samuel
Feliz, como Pilato. La soprano invitada Laura Virginia Pernas (María Magdalena) y la contralto invitada Verónica Rodríguez (María, madre de
Jesús) asumieron sus papeles de manera destacada. Otros solistas invitados
fueron Cristian Bort (Judas
Iscariote) y Elvis de la Rosa como
el Ángel.
Darleny Gómez (contralto)
estuvo impecable en su rol de esposa de Pilato y en la escena del trio junto a
las sopranos invitadas Laura Virginia
Pernas y Elianny Rivas. El tenor
Modesto Acosta interpretó nuevamente
a Dimas y la contralto Yolanda Nolasco
a la sierva de Caifás, para completar los solistas del Coro.
Es
preciso hacer constar la participación de los integrantes de la Sección de
Niños en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y de las danzarinas
encabezadas por Tamar Sierra, en la
pieza musical Oh, Jerusalén. Por igual, el trabajo de Carlos Mojica en la escenografía y de Víctor Rodríguez en el vestuario.
Ahora
solo queda esperar cuál será la próxima sorpresa del Coro.
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