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    lunes, 7 de julio de 2025

    Coro de la Catedral Primada diversifica su repertorio: La ópera “El Caminante de Nazaret” ha trazado la pauta


    Cultura y Vida | Milagros Germán R.

     


    Coro de la Catedral Primada diversifica su repertorio: La ópera “El Caminante de Nazaret” ha trazado la pauta


    Después de más de 30 años interpretando en sus conciertos música litúrgica, combinada con famosas piezas de los grandes maestros, el Coro de la Catedral Primada de América fija su mirada en la diversificación de su repertorio.

     

    Claro está, sin abandonar, las obras de celebrados polifonistas de los siglos XV, XVI y XVII; villancicos dominicanos, europeos, norteamericanos y de otros países latinoamericanos, que tantos éxitos le han permitido cosechar.

     

    Tras un primer “experimento”, en la Semana Santa de 2023, con el montaje de dos actos de la ópera El Caminante de Nazaret, quedó implícito el compromiso de presentar la obra completa, logro alcanzado el Viernes Santo de este año.

     

    Presentar esa ópera del compositor dominicano Rafael Danilo Grullón implicó largas jornadas de ensayos y el esfuerzo titánico del maestro Andrés Capellán, director titular del Coro. Pero la buena acogida del público asistente fue la mejor recompensa al espectáculo artístico-religioso que colmó de emociones las naves el centenario templo.

        


    Sin lugar a dudas, la versión operática de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, fue concebida más que para impresionar a los espectadores, inspirar en ellos un amoroso acercamiento hacia el Hijo de Dios, en un valor extra que sobrepasa la simple intención de una excelente presentación.

     

    La inspiración del autor, orientada a inducir a la reflexión, se evidencia en el claro objetivo didáctico y catequístico que se advierte en toda la obra. Así, cada escena contiene pinceladas de los sentimientos, enseñanzas y emociones que se procura transmitir y hacer germinar en el público.

     

    Enfocado en lo que se mueve en el escenario, el público raras veces se detiene a pensar en que todo lo que se presenta ante sus ojos tiene un conductor llamado director quien, batuta en mano, asume la mayor responsabilidad. 

     

    Búsqueda de superación personal

    A medida que pasa el tiempo, Andrés Capellán ha ido superándose a sí mismo con pasos progresivamente firmes, gracias a la práctica constante que le plantean sus múltiples compromisos de dirección coral.

     

    Concentrándose cada vez más en ese propósito, poco a poco ha quedado atrás su vocación por la Medicina, carrera que estudió en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y que por unos años le obligó a interrumpir su dedicación a la música.

     

    Hace tiempo que los sueños juveniles de formar una agrupación musical se esfumaron. Tendría unos 11 años cuando junto a otros chicos vecinos acariciaba esos planes. Finalmente, solo él mantuvo la idea de estudiar música y dio los primeros pasos hacia ese objetivo en unas clases que impartían en el Colegio Santo Domingo Savio.

     

    Iniciaba el bachillerato cuando se inscribió en la Escuela Elemental de Música Elila Mena, que entonces estaba situada frente al parque Enriquillo, en la avenida Duarte. Ahí aprendió solfeo y a tocar flauta dulce… y soñó con ser pianista. Fue años después, cuando al integrarse al coro de la Parroquia Perpetuo Socorro, descubrió su pasión por la dirección coral.

     

    Años después fue perfeccionándose en esa tarea, a través de cursos, talleres y simposios realizados en el país, España, Cuba y Venezuela. En la Facultad de Arte de la UASD se tituló como licenciado en Educación Musical y en la Universidad O&M realizó una maestría sobre ese mismo tema.

     

    Al Coro de la Catedral, el maestro Capellán ingresó como cantor de la cuerda de tenores. Luego pasó a ser instructor. Laboró como asistente del profesor José Delmonte (+), director-fundador del Coro, hasta que en 2019 fue designado director titular.

     

    Pese a mostrar bastante paciencia, de vez en cuando pierde los estribos, por una falta de atención o cualquier otro asomo de indisciplina en los ensayos. Pero por lo regular termina la reprimenda con una frase humorística. Según su esposa Ángela, también en su casa siempre rompe los enfados con una salida jocosa.

     

    Otro detalle que es preciso señalar es el afán de Capellán por hacer cosas nuevas, en especial aquellas que nadie de su entorno haya intentado hacer.

     

    Desde que se planteó el reto del montaje completo de El Caminante de Nazaret, el maestro Capellán trazó la ruta crítica que conduciría al éxito logrado con la obra.

     

    Convencido de la importancia del trabajo en equipo, otra vez se hizo acompañar por Deivy Bravo en la dirección escénica, decisión acertada y necesaria, que permitió mitigar la inexperiencia teatral de la mayoría de los cantores. Contó también con Lucía Román, como asistente de producción.

     

    Inmerso en cuerpo y alma en el enorme trabajo del montaje, Capellán tuvo que afrontar, como otras veces, las dificultades propias de dirigir una orquesta sinfónica, sin ser instrumentista. Asimismo, debía de accionar para dar entrada a los solistas y a la masa coral, sin perder el hilo de la conducción y de los movimientos en el escenario.

     

    En su opinión, la cantidad de ritmos y cambios de aires y compases de la obra constituyeron las mayores complicaciones, principalmente por tratarse de un género diferente a lo que suele manejar un director coral. Así lo explicó: “Se trata de una ópera en donde cada momento es importante. Como director uno se siente atado a la partitura, pues no se pueden perder los instantes de música instrumental, música cantada, teatro, solistas y coros, todo esto al mismo tiempo. Es muy diferente a una obra coral, en la que el director puede jugar con los tiempos”.

     

    Reveló que a lo largo de la presentación sucedieron algunos problemitas menores que pasaron inadvertidos para el público, como fueron ciertos momentos de actuación que deben ser superados. Uno de ellos fue la imposibilidad de entrar una grúa dentro de la Catedral, para realizar la escena de la Ascensión de Jesús como estaba concebida.

     


    El elenco

    La selección de los solistas estaba prácticamente preconcebida por la función de 2023, pero había que escoger a quienes asumirían personajes que no aparecían en los actos presentados en esa ocasión. Es el caso de David Noel Reyes, que personalizó con mucho acierto al incrédulo Tomás, o César Tabaré Roque (en el rol de Cleofás) y a dúo con Lenin de la Cruz, como los discípulos de Emaús.

     

    En el rol de Jesús, la veteranía del tenor Nelson Veras se hizo evidente en su extensa presencia escénica, al igual que la actuación de los potentes bajos Eduardo Mejía, como Pedro, y Eddison Samuel Feliz, como Pilato. La soprano invitada Laura Virginia Pernas (María Magdalena) y la contralto invitada Verónica Rodríguez (María, madre de Jesús) asumieron sus papeles de manera destacada. Otros solistas invitados fueron Cristian Bort (Judas Iscariote) y Elvis de la Rosa como el Ángel.

     

    Darleny Gómez (contralto) estuvo impecable en su rol de esposa de Pilato y en la escena del trio junto a las sopranos invitadas Laura Virginia Pernas y Elianny Rivas. El tenor Modesto Acosta interpretó nuevamente a Dimas y la contralto Yolanda Nolasco a la sierva de Caifás, para completar los solistas del Coro.

     

    Es preciso hacer constar la participación de los integrantes de la Sección de Niños en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y de las danzarinas encabezadas por Tamar Sierra, en la pieza musical Oh, Jerusalén. Por igual, el trabajo de Carlos Mojica en la escenografía y de Víctor Rodríguez en el vestuario.

     

    Ahora solo queda esperar cuál será la próxima sorpresa del Coro.





     

     

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