miércoles, 29 de octubre de 2025

Alauda Ruiz de Azúa: «No entendía una decisión tan radical como la vocación»


Entrevista | Rosa Die Alcolea


 

Alauda Ruiz de Azúa: «No entendía una decisión tan radical como la vocación»

 

Su película Los domingos «no intenta ser dogmática», asegura. «Era más interesante evocar esos vacíos que podemos sentir todos y cómo los llenamos»

 

En la última obra de Alauda Ruiz de Azúa, Los domingos, la vocación religiosa se convierte en el hilo invisible que une fe, vacío y familia. Lo sagrado y lo cotidiano conviven sin estridencias, como si la cámara respirara al compás de las dudas humanas. Desde la intimidad de un convento o una conversación familiar, emergen preguntas: «¿Hasta qué punto la fe es fe o es llenar un vacío? Ese vacío, ¿lo tenemos todos? Y si no tenemos fe, ¿cómo lo llenamos?», cuestiona la directora.

 

—¿Por qué le interesó retratar la vocación religiosa en la fe católica?
—A mí siempre me había generado mucha curiosidad la vocación religiosa, pero no encontré la película hasta que no descubrí que, a veces, cuando estas chicas anunciaban la vocación, generaba conflicto en la familia. Entonces sí vi que había una historia posible. Mi tendencia, mi interés, siempre está en el viaje familiar. Aunque al ser un viaje familiar que también toca lo religioso y lo espiritual, de repente vi que en el proceso creativo ya no solo estaba en este viaje, sino que había cuestiones de mucha más profundidad.

 

—¿La inspiró la historia de una compañera que decidió hacerse religiosa?

—Sí, la curiosidad empezó ahí. Cuando era muy joven, con 19 años, asistí con cierta distancia a la historia de una chica que ingresó en una orden religiosa. Y ahí se me generó muchísima curiosidad. Yo no entendía cómo alguien de mí misma edad tomaba una decisión que a mí me parecía tan radical. Claro, era muy joven; en aquella época soñaba con hacer cine, pero no sabía ni cómo. Con todo, esa curiosidad se mantuvo en el tiempo. Luego, investigando sobre el tema, llegué a ver esa película posible, la que sí que podía hacer.

 

Bio

La directora y guionista Alauda Ruiz de Azúa nació en Vizcaya en 1978. Se licenció en Filología Inglesa por la Universidad de Deusto y en Comunicación Audiovisual por la Universidad del País Vasco y se graduó en Dirección de Cine en la ECAM. Tras realizar varios cortometrajes, dirigió en 2021 su ópera prima, Cinco lobitos. En 2023 firmó para Netflix la comedia Eres tú y en 2024 dirigió la serie Querer para Movistar Plus+. Ahora estrena Los domingos, largometraje ganador de la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián.

 

Los domingos pide a gritos no hacer lecturas concretas o cerradas y muestra un gran respeto por la inteligencia del espectador. Habla a menudo del cine como un lugar «para evocar», ¿qué quiere evocar con ella?

—La mayor parte es hablar de fragilidades humanas. Pero, por ejemplo, ¿hasta qué punto la fe es fe o es llenar un vacío? Ese vacío, ¿lo tenemos todos? Y si no tenemos fe, ¿cómo lo llenamos? ¿Todos necesitamos creer en algo? Yo diría que sí, pero no siempre ponemos todos la fe o las apuestas de fe en los mismos sitios. Entonces ahí entrarían el amor, la familia, los afectos. Yo siempre he intentado explicar que la cinta no intenta ser dogmática en ninguna dirección, porque para mí era más interesante evocar y hablar de esos vacíos que podemos sentir todos en un momento determinado y de cómo los llenamos.

 

—Tiene un don para hablar en sus largometrajes de temas muy delicados, que pueden ser conflictivos en el plano relacional, siempre desde el ámbito de la familia, pero manteniendo una sana distancia con los personajes. ¿Para usted es una necesidad o un recurso?

—Creo que está más cerca de la necesidad en el sentido de que yo, ahora que tengo el privilegio de poder contar las historias que a mí me interesan, las intento mirar desde la honestidad o desde mi manera de relacionarme con el mundo. Al final es mirar a algo. Y yo estoy más cómoda en una mirada más humanista, de intentar entender qué nos pasa, por qué hacemos lo que hacemos; de intentar entender al otro. Entonces, aunque es muy difícil liberarte de todos los prejuicios que puedas tener, es verdad que cuando ya estás en un sitio con vocación de entender algo, de alguna manera anulas los juicios facilones o caer en estereotipos y se produce otro tipo de mirada sobre los personajes.

 

–En la obra hay muchísimos temas y aristas. ¿Es su cinta más ambiciosa? A nivel de guion, ¿sentía necesidad de hablar de todos esos temas?

—Yo creo que ha sido el proyecto más complejo que he hecho hasta ahora. Siempre intentas que las historias tengan distintas capas; pero es verdad que, en esta, a medida que iba escribiendo, salían, más y más, espejos entre mundos distintos, entre amores distintos. Era muy rico, pero también había ahí un riesgo de que se perdieran muchas cosas o de preguntas poco concretas. Mi principal reto fue intentar afinar las preguntas que me parecía importante que la película sugiriese, destilar lo esencial. Ahí me fui quedando, claramente, con el mundo familiar y el mundo religioso, siempre desde la intimidad, desde los interiores de las casas y del convento, desde las conversaciones más íntimas. Fui decidiendo que iba a construir el filme desde lo que no se dice, hasta que llega un momento donde este explota.

 

Alfa&Omega.es






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