jueves, 30 de octubre de 2025

Enseñanza de Jesús para la Misión


Reflexión | P. Ciprián Hilario, msc

 


Enseñanza de Jesús para la Misión

(Homilía Jueves de la XXX Semana del Tiempo Ordinario – Ciclo C - 30 de octubre 2025, lecturas: Rom 8, 31b-39; Sal 108; Lc 13, 31-35)

 

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Hoy, en este jueves de la XXX Semana del Tiempo Ordinario, la Palabra de Dios nos invita a contemplar la enseñanza de Jesús para la misión. No se trata de una estrategia humana, sino de un llamado divino que brota del corazón mismo de Cristo: un corazón apasionado por la salvación, firme ante la oposición y confiado en la victoria del amor de Dios. Las lecturas nos muestran a un Jesús que, en medio del peligro, nos enseña cómo vivir la misión con valentía, compasión y esperanza inquebrantable.

 

1. La misión en medio del peligro (Evangelio: Lc 13, 31-35)

En el Evangelio, unos fariseos se acercan a Jesús con una advertencia: "Herodes quiere matarte". Podríamos esperar que Jesús huya, que se esconda. Pero no. Su respuesta es un modelo de coraje misionero: "Id a decir a ese zorro: 'Hoy y mañana expulso demonios y realizo curaciones, y al tercer día termino mi obra'".

 

Jesús no se detiene ante la amenaza. Sabe que su misión –sanar, liberar, anunciar el Reino– tiene un itinerario divino: "Es imposible que un profeta muera fuera de Jerusalén". Y en ese camino hacia la cruz, revela su corazón de pastor: "¡Jerusalén, Jerusalén! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos, y no habéis querido!".

 

Enseñanza para la misión: La misión no es cómoda ni segura. Exige avanzar hoy y mañana, incluso cuando hay "zorros" que acechan. Pero también requiere un amor maternal, paciente, que no se rinde ante el rechazo. Jesús nos enseña que la misión no es imposición, sino invitación al abrazo de Dios.

 

2. La victoria del amor de Dios (Primera Lectura: Rom 8, 31b-39)

San Pablo, en la carta a los Romanos, nos da el fundamento teológico de esta misión: "Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?". Nada –ni tribulación, ni angustia, ni persecución, ni espada– podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.

 

Esta certeza no es un escudo mágico contra el sufrimiento, sino una fuerza interior que sostiene al misionero. Jesús no evade la cruz; la abraza porque sabe que el amor vence a la muerte. Pablo nos recuerda que la misión no depende de nuestras fuerzas, sino de la fidelidad de Dios.

 

Enseñanza para la misión: El misionero no va solo. Va con la certeza de que "ni la muerte ni la vida... ni ninguna criatura podrá separarnos del amor de Dios". Esta es la armadura del discípulo: la confianza absoluta en que Dios completa la obra que inicia.

 

3. Aplicación a nuestra vida

Hermanos, ¿dónde está nuestro "Herodes" hoy? ¿El miedo al qué dirán? ¿La comodidad que nos paraliza? ¿El rechazo de quienes no quieren escuchar? Jesús nos enseña a no retroceder, sino a avanzar con su mismo ritmo: hoy sano, mañana libero, al tercer día resucito.

 

En nuestra familia, en el trabajo, en la parroquia, en las redes sociales... somos enviados. No con discursos perfectos, sino con un corazón que se duele por los que están lejos, que ora por los que rechazan, que no se cansa de invitar.

 

Y cuando el cansancio o el fracaso nos visite, recordemos a Pablo: nada nos separa del amor de Dios. Ni el pecado propio, ni el rechazo ajeno, ni la cruz cotidiana.

 

Conclusión

Terminemos con una oración:

Señor Jesús, Tú que no huiste de Herodes ni de la cruz, enséñanos a vivir la misión con tu mismo coraje y ternura. Que no nos detenga el miedo, ni nos desanime el rechazo. Haz que, como Tú, podamos decir al final: "Mi obra está terminada". Amén.

 

¡Ánimo, hermanos! La misión sigue. Y Dios está con nosotros. ¡Vayan y anuncien!






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