Reflexión | P. Ciprián Hilario, msc
Fiesta de Nuestra Señora del Rosario
(Martes
7 de octubre 2025)
Basada
en las lecturas: Hechos de los Apóstoles 1,12-14 y Lucas 1,26-38
Queridos
hermanos y hermanas, hoy celebramos con alegría la fiesta de Nuestra Señora del
Rosario, una advocación que nos invita a contemplar los misterios de la vida de
Cristo a través de los ojos y el corazón de María. Las lecturas de hoy,
extraídas de Hechos de los Apóstoles y el Evangelio de Lucas, nos presentan a
María como modelo de oración, obediencia y confianza en Dios. Reflexionemos
sobre estos textos y saquemos algunos puntos para nuestra vida diaria.
1.
María, mujer de oración perseverante (Hechos 1,12-14)
En
el pasaje de los Hechos de los Apóstoles, vemos a los discípulos reunidos en el
cenáculo después de la Ascensión de Jesús. Entre ellos está María, la Madre de
Jesús, unida en oración con los apóstoles y otros seguidores. Este momento es
clave: antes de Pentecostés, antes de que el Espíritu Santo descienda, la
comunidad se prepara en oración constante y unánime. María está allí, no como
protagonista, sino como madre y discípula, acompañando y sosteniendo a la
Iglesia naciente.
Punto
para la vida: La oración perseverante es el fundamento de nuestra vida
cristiana. María nos enseña que la oración no es un acto aislado, sino un
estilo de vida. En el Rosario, ella nos guía para meditar los misterios de la
vida de su Hijo, ayudándonos a encontrar paz y fortaleza en los momentos de
espera o dificultad. Preguntémonos: ¿Dedico tiempo diario a la oración? ¿Confío
en que Dios actúa incluso cuando no veo resultados inmediatos? El Rosario es
una herramienta poderosa para cultivar esta perseverancia, uniéndonos a María
en la contemplación de Cristo.
2.
María, modelo de obediencia y confianza (Lucas 1,26-38)
En
el Evangelio de Lucas, contemplamos la Anunciación, un momento que cambia la
historia de la salvación. El ángel Gabriel se presenta a María y le anuncia que
será la Madre del Salvador. A pesar de su desconcierto inicial —“¿Cómo será
esto, pues no conozco varón?”—, María no se cierra al plan de Dios. Su
respuesta, “Hágase en mí según tu palabra”, es un acto de fe radical, de
entrega total a la voluntad divina.
María
no entiende completamente lo que implica su misión, pero confía en que Dios la
sostendrá. Su “Fiat” no es pasividad, sino una aceptación activa, un sí
valiente que la lleva a colaborar con el plan de salvación.
Punto
para la vida: Como María, estamos llamados a decir “sí” a Dios, incluso en
medio de la incertidumbre. En nuestra vida cotidiana, enfrentamos situaciones
que nos desafían: problemas familiares, decisiones difíciles, momentos de
dolor. María nos invita a confiar en que Dios tiene un propósito, aunque no lo
comprendamos del todo. Podemos preguntarnos: ¿Estoy dispuesto a dejar que Dios
guíe mi vida? ¿Confío en Él cuando los planes no son los míos? Rezar el Rosario
nos ayuda a interiorizar esta actitud, meditando en los misterios de la
obediencia y entrega de María.
3.
María, madre y compañera en la misión
En
ambas lecturas, María aparece como una presencia constante y discreta. En la
Anunciación, es la joven que acoge el misterio de la Encarnación. En el
cenáculo, es la madre que acompaña a la Iglesia en sus primeros pasos. En ambos
momentos, María no busca protagonismo, sino que señala a su Hijo y apoya a la
comunidad.
El
Rosario, que hoy celebramos, es un reflejo de esta misión de María. Cada Ave
María nos une a ella, que siempre nos lleva a Jesús. Al rezar el Rosario, no
solo recordamos los misterios de la salvación, sino que nos dejamos acompañar
por María, nuestra Madre, que intercede por nosotros y nos guía hacia su Hijo.
Punto
para la vida: María es nuestra compañera en el camino de la fe. En los
momentos de alegría, dolor, gloria o luz, ella está a nuestro lado, como estuvo
con los apóstoles. Rezar el Rosario no es solo repetir palabras, sino entrar en
una relación viva con María, quien nos enseña a vivir para Cristo. Hagamos del
Rosario una práctica habitual, especialmente en familia o en comunidad, para
fortalecer nuestra fe y nuestra unión como Iglesia.
Conclusión
Hermanos,
en esta fiesta de Nuestra Señora del Rosario, María nos invita a ser como ella:
personas de oración constante, de confianza audaz y de compromiso con la misión
de su Hijo. Que el rezo del Rosario sea para nosotros una escuela de fe, donde
aprendamos a decir “Hágase” como María, a perseverar en la oración como los
apóstoles, y a caminar siempre junto a nuestra Madre hacia Jesús.
Oración
final:
Virgen
del Rosario, Madre y Reina, enséñanos a orar con el corazón, a confiar en los
planes de Dios y a vivir para la gloria de tu Hijo. Guíanos con tu santo
Rosario para que, como tú, seamos testigos fieles del amor de Dios. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...