Actualidad | Redacción VN
5 consejos para celebrar Navidad
Vida Nueva repasa 5 consejos que nos puede ofrecer el texto pontificio para vivir una Navidad marcada por el
espíritu de ‘Fratelli Tutti’.
1. Un amor que va más allá
“Desde la intimidad de cada corazón, el amor crea vínculos y amplía la existencia
cuando saca a la persona de sí misma hacia el otro. Hechos para el amor, hay en cada uno de
nosotros una ley de éxtasis: salir de sí mismo para hallar en otro un
crecimiento de su ser. Por ello en cualquier caso el hombre tiene que llevar a
cabo esta empresa: salir de sí mismo”, escribe Francisco (núm. 88). Aunque esta
Navidad los viajes y los movimientos parecen paralizarse, el pontífice apunta a
que el amor invita a mirar “más allá” de las circunstancias concretas, a un
horizonte mayor, más abierto.
“El amor implica entonces algo más que una serie de acciones
benéficas. Las acciones
brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las
apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es, nos mueve a
buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos
haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad
abierta a todos” (núm. 94), reclama el Papa.
2. El signo de la hospitalidad
Tirando de historia, Francisco rememora que “muchas pequeñas poblaciones
que sobrevivían en zonas desérticas desarrollaron una generosa capacidad de acogida ante los peregrinos que
pasaban, y acuñaron el sagrado deber de la hospitalidad. Lo vivieron también las comunidades
monásticas medievales, como se advierte en la Regla de san Benito. Aunque
pudiera desestructurar el orden y el silencio de los monasterios, Benito
reclamaba que a los pobres y peregrinos se los tratara «con el máximo cuidado y
solicitud». La hospitalidad es un modo concreto de no privarse de este desafío
y de este don que es el encuentro con la humanidad más allá del propio grupo”
(núm. 90).
En una Navidad de mesas separadas, de aforos limitados, de familias
confinadas y allegados difusos, la hospitalidad está llamada a ser más creativa
que nunca. “Hay
periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la
propia familia. También hay
un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino
existencial. Es la capacidad cotidiana de ampliar mi círculo, de llegar a
aquellos que espontáneamente no siento parte de mi mundo de intereses, aunque
estén cerca de mí”, señala el Papa (núm. 97).
3. El servicio de la solidaridad
Uno de los grandes valores asociados a la Navidad es siempre la
solidaridad. “En estos momentos donde todo parece diluirse y perder
consistencia, nos hace bien apelar a la solidez que surge de sabernos
responsables de la fragilidad de los demás buscando un destino común. La solidaridad se expresa concretamente en el
servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio es en gran parte, cuidar la
fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de
nuestra sociedad, de nuestro pueblo. En esta tarea cada uno es capaz de «dejar
de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta
de los más frágiles” (núm. 115), propone Francisco.
Invita el Papa a “pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad
de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de
algunos. También es
luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta
de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los
destructores efectos del Imperio del dinero. La solidaridad, entendida en su
sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los
movimientos populares” (núm. 116).
4. Regalos profundos
“Existe la gratuidad. Es la capacidad de hacer algunas cosas porque sí, porque son
buenas en sí mismas, sin esperar ningún resultado exitoso, sin esperar inmediatamente algo a cambio.
Esto permite acoger al extranjero, aunque de momento no traiga un beneficio
tangible. Pero hay países que pretenden recibir sólo a los científicos o a los
inversores” (núm. 139), señala Francisco invitando a una “gratuidad que acoge”.
Para el Papa “cuando se acoge de corazón a la persona diferente, se le
permite seguir siendo ella misma, al tiempo que se le da la posibilidad de un
nuevo desarrollo. Las culturas
diversas, que han gestado su riqueza a lo largo de siglos, deben ser
preservadas para no empobrecer este mundo. Esto sin dejar de estimularlas para que pueda brotar algo nuevo de sí
mismas en el encuentro con otras realidades” (núm. 133), son las “ofrendas
recíprocas” que propone el intercambio.
5. El valor del reencuentro
Más allá de las tradicionales cenas de Navidad, “reencuentro" no
significa volver a un momento anterior a los conflictos. Con el tiempo todos
hemos cambiado. El dolor y
los enfrentamientos nos han transformado. Además, ya no hay lugar para diplomacias
vacías, para disimulos, para dobles discursos, para ocultamientos, para buenos
modales que esconden la realidad. Los que han estado duramente enfrentados
conversan desde la verdad, clara y desnuda. Les hace falta aprender a cultivar
una memoria penitencial, capaz de asumir el pasado para liberar el futuro de
las propias insatisfacciones, confusiones o proyecciones. Sólo desde la verdad histórica de los hechos
podrán hacer el esfuerzo perseverante y largo de comprenderse mutuamente y de intentar una nueva síntesis para
el bien de todos” (núm. 226), propone el Papa.
Publicado en www.vidanueva.com
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