viernes, 25 de diciembre de 2020

El misterio de la Encarnación

Navidad | Fray Marcos/Fe Adulta


El misterio de la Encarnación

Se trata de un himno cristológico anterior al evangelio, fruto de la experiencia de una comunidad eminentemente mística

El misterio de la encarnación no es cosa de niños sino algo muy serio. Tan serio que en él nos va la Vida. Retomamos la idea central de la Navidad: La encarnación es la verdad fundamental del cristianismo, pero no siempre la hemos entendido bien. Estamos, sin duda, ante la página más sublime de toda la literatura universal que yo conozco. Se trata de un himno cristológico anterior al evangelio, fruto de la experiencia de una comunidad eminentemente mística. Es una condensación de todo su evangelio. Es prólogo, pero podía ser epílogo sin perder nada de su esencia. El problema es que si lo afrontamos racionalmente no podemos entender nada.

Al comenzar con la misma palabra que el Génesis, nos está diciendo que la encarnación no es el comienzo de algo nuevo, sino la culminación de la creación


En la encarnación estamos celebrando que Dios se identifica con la creación entera. Los primeros cristianos vivieron la implicación de Dios en Jesús y en cada uno de los seres humanos. Algo incomprensible a la razón pero simple para el corazón. Cuando en el s. II se encontró el evangelio con la Razón griega, los Santos Padres trataron de explicarlo racionalmente y lo complicaron hasta hacerlo irreconocible. Esa complicación se plasmó definitivamente en los s. IV y V, hasta hacerlo inútil para la vivencia espiritual. Nuestra tarea es superar la racionalidad y volver a la vivencia.

El primer versículo nos dice ya tres cosas sobre Dios y el Logos: Que el Logos está en el origen (en el principio ya existía la Palabra); Que los dos estaban volcados el uno sobre el otro (la Palabra estaba junto a Dios); Que aunque distintos, uno y otro eran lo mismo (la Palabra era Dios). No se trata de conceptos trinitarios posniceanos. Al comenzar con la misma palabra que el Génesis, nos está diciendo que la encarnación no es el comienzo de algo nuevo, sino la culminación de la creación. El Logos no comenzó, porque es el origen de todo. Luego, se hace carne (comienza a ser en el tiempo) para terminar la creación del hombre.

Al traducir ‘Logos’ por Palabra, se pierde la originalidad del concepto que quiere expresar el texto. La palaba ‘Logos’ ya existía, pero el concepto que Juan aporta es nuevo. ‘Logos’ se encuentra por primera vez en Heráclito, s. VI a C, (precisamente en Éfeso, donde se escribió este evangelio) y significaba la realidad permanente dentro del devenir de la realidad material. La utilizan los estoicos, Platón, y Filón de Alejandría que la emplea 1.200 veces. En NT tiene un amplísimo significado; desde palabra engañosa hasta el sentido cristológico del prólogo que estamos comentando.

Repito que aquí el concepto es original; no deducible de las distintas tradiciones. No se repite más, ni siquiera en Juan. El concepto es incomprensible sin la experiencia pascual. Sin una profunda experiencia mística no se puede acceder al significado que se quiere expresar. Podíamos decir que es el Proyecto eterno que esa comunidad descubrió realizado en Jesús. Es muy interesante la expresión: "junto a Dios", en griego: vuelto hacia…, volcado sobre. Expresa proximidad pero también distinción. Está en íntima unión por relación pero no se confunde con Dios. Se deja un margen para el misterio. Este dato no siempre lo hemos tenido en cuenta.

Tomado de un comentario más extenso de Fray Marcos, en el portal Fe Adulta.

 


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