Opinión | Leonardo Boff
Durante el
aislamiento social: qué leer y cómo leer (I)
Durante el aislamiento social forzado para el bien de cada persona y de los
otros ante el ataque del coronavirus, se nos pide recogernos en nuestras casas
o habitaciones.
La convivencia física con los próximos nos hace conocer las diferencias, el
modo de ser de cada uno, de pensar y de leer el mundo. No es fácil. La primera
cosa que descubrimos es aquello que, con fina percepción, formuló Caetano Velloso:
“de cerca nadie es normal”, frase que recorrió el mundo. De hecho, la
normalidad va siempre junto con cierta anormalidad.
Nos damos cuenta de la luz y de la sombra, de lo sim-bólico (que une) y de
lo día-bólico (que separa) que habitan en cada uno de nosotros. No como defecto
de nuestra creación, sino como nuestra condición humana real. Esta polaridad
está en todo: en el universo (caos y cosmos), en la vida (salud y enfermedad),
en la naturaleza (nacimiento y muerte), en la sociedad (individualismo y
solidaridad). El desafío es cómo articular estas polaridades de forma que la
dimensión de luz y de lo normal no permita la dominación de la sombra y de lo
anormal, lo que nos quitaría la felicidad y la convivencia pacífica.
Hay muchas maneras de ocuparnos durante este tiempo, para todos bien
penoso. Una de ellas es la lectura de libros espirituales o religiosos que
pueden abrirnos nuevos sentidos especialmente ante las inquietudes e
interrogaciones que la irrupción de la Covid-19 ha traído a cada persona y a la
humanidad. Es un contraataque de la naturaleza a toda la humanidad: ¿Qué señal
es esta y que nos quiere decir?
Fuentes espirituales o religiosas escritas hace miles de años, pueden
quizás darnos alguna luz, no sólo para la dramática coyuntura actual, sino
también para la propia vida. Sugiero aquí empezar a leer la Biblia
judeocristiana, el Primer Testamento (Antiguo Testamento) y el Segundo (Nuevo
Testamento), textos escritos a lo largo de 3-4 mil años. En ellos se encuentra
de todo, por eso, conforme a la situación existencial en la cual se vive, se
escogen las partes más adecuadas.
Es bueno recordar que cada uno lee los textos con los ojos que tiene,
de ahí que leer es siempre interpretar. Interpretamos a partir
del punto de vista personal, pues cada punto de vista es la vista desde un
punto. Además, la cabeza piensa desde donde pisan los pies. Si mis pies
pisan una favela y yo leo a partir del punto de vista de la favela,
selecciono los textos que más se refieren a esta situación. Esto no significa
negar los otros textos, sino dar vida a los textos a partir de
los con-textos en que vivimos y con pre-texto de
tal y tal situación. También puede leerse a partir de quien vive
en el centro de la ciudad con todos los servicios
funcionando y dándole seguridad en la vida. Este lugar social permite
otro tipo de lectura.
Ahí los viejos textos del pasado nos revelan novedades. De
modo general, podemos decir que hay tantas lecturas como lugares sociales.
Los campesinos expulsados de sus tierras leerán los textos bíblicos de manera
diferente y hasta opuesta a la
del latifundista que los expulsó. Así podríamos multiplicar los
ejemplos.
Conclusión: no debemos cerrarnos en nuestra propia lectura, lo que sería
exclusivismo y hasta fundamentalismo, sino abrirnos a otras lecturas que
relativizan y enriquecen la nuestra.
Nunca se debe poner el libro delante de los ojos, escondiendo la realidad
desnuda y cruda. Esa es la equivocación de los fundamentalistas que solo ven el
libro y sus frases tomadas en sí mismas.
No fue escrito para eso. Fue escrito para iluminar la realidad. Es
inspirado porque nos inspira a comprender más y a vivir mejor. Por eso debe ser
puesto detrás de la cabeza, para iluminar la realidad con todas sus
contradicciones.
El primer libro que Dios nos dio es el libro de la creación. En él está
toda la sabiduría que nos hace falta para vivir bien. Lamentablemente hemos
perdido la capacidad de leer bien este libro. Vemos la creación no como un
valor en sí misma, sino utilitariamente, como un baúl de recursos para ser
explotados a nuestro gusto, sin preocuparnos de las demás personas ni de los
daños que les hacemos, no dándole tiempo para regenerarse.
Entonces se nos dio otro libro, la Biblia, que nos ofrece las claves de
lectura para el primer libro, el de la creación.
Este es el sentido profundo de la lectura de la Biblia: entender mejor el
mundo, nuestra vida personal, el sentido de nuestras tribulaciones, la
necesidad de la esperanza y, sobre todo, la vivencia concreta del amor, de la
solidaridad, del cuidado y de la compasión.
No quiere ser ni puede ser un libro de ciencia. Es un libro de sabiduría de
vida que responde a las búsquedas humanas.
Cada uno escoge los libros de la Biblia que le parecen mejor. Yo recomiendo
del Primer Testamento todos los libros sapienciales: Job, los Salmos,
especialmente el 23 y el 103; Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico, Cantar de
los Cantares, libro de alto erotismo, que nunca habla de Dios, ni lo necesita,
pues Dios es amor; Lamentaciones.
Del Segundo Testamento aconsejo empezar por los Hechos de los Apóstoles,
verdadera saga que narra cómo san Pablo y compañeros anduvieron más de mil
kilómetros por el imperio romano para anunciar los valores predicados y vividos
por Jesús (el amor incondicional, la apertura a Dios como el Dios bueno y
misericordioso, el cuidado hacia los pobres y los que sufren, la capacidad de
perdón y la certeza de nuestra resurrección, que es más que solo la
inmortalidad del alma). Después, la Primera Carta a los Corintios, en la cual se
ven los grandes valores éticos a ser asumidos. De los evangelios, empezar por
el de san Marcos, el más conciso y más cercano al Jesús histórico; el evangelio
de san Lucas, en el cual Jesús muestra su inmensa compasión con los que sufren
y con los pobres, y amonesta a los poderosos y ricos; el
evangelio de san Juan, lleno de espiritualidad; la Epístola de Santiago en la
que se predica una moral bien concreta y actual.
Aconsejo en portugués la Biblia de la editorial Vozes por sus excelentes
introducciones y comentarios (vendas@vozes.com.br).
Déjense tomar por las palabras bíblicas que, junto con otros libros
sagrados de otros caminos espirituales, nos propician un encuentro con la
Palabra que nos ilumina el camino en las noches sombrías de la vida, como en
los tiempos actuales.
* Leonardo Boff es teólogo y ha hecho
estudios bíblicos especiales en Alemania en la Universidad de Múnich.
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