Mariología | Juan Corona Estévez, MSC
El dogma de la maternidad divina (continuación)
En los dos temas anteriores sobre mariología se abordó el dogma de la maternidad divina de María, ahondando en ellos la dimensión bíblica y teológica desde lo que presenta el Magisterio de la Iglesia. Ver: La maternidad divina de María y El dogma, María Madre de Dios. En esta ocasión, seguimos reflexionando en torno a este dogma, pero ahora desde una perspectiva más sistematizada.
De
entrada, es bueno recordar que la maternidad de María, según la afirmación de
algunos teólogos, constituye el corazón del misterio mariano, por cuanto
fundamenta y explica las relaciones únicas y exclusivas de María con Cristo su
Hijo, con los miembros de la Iglesia, y con la generalidad de los seres humanos,
llamados a incorporarse a Cristo, puesto que en Él encuentran la certeza de su
salvación.
De
ahí, se puede decir, que este hecho ha sido de cierta forma, el punto de
arranque de la reflexión y enseñanza de la Iglesia sobre el misterio de la
Virgen. Misterio que es celebrado en la Liturgia desde los primeros siglos, que
ha sido desencadenante de la piedad popular mariana y, además, ha servido como
fuente de inspiración constante y generalizada del arte en su vertiente
mariana.
El
concilio Vaticano II, en la Lumen Gentium 53, nos habla de la maternidad
de María como principio unificador y esclarecedor de todo el misterio de ella.
Siguiendo ese mismo orden, el teólogo Antonio Calero, expone que María es
verdaderamente madre de Jesús, puesto que ella aportó a la generación de su
Hijo, todo lo que cualquier madre aporta al hecho generativo de su hijo. Por eso,
la dimensión humana, biológica, histórica, de su maternidad, impide hacer de
ella un mito.
Ahora
bien, cuando hablamos del dogma en sentido general, hay que decir que este no
ha surgido de una curiosidad superficial, meramente histórica. Por ello, debe
ser entendido en su contexto histórico y cultural, ya que, todos los dogmas están
situados en una determinada cultura y tiempo. De aquí surge la necesidad de
utilizar claves hermenéuticas para comprenderlos en su sentido original y para
reactualizar y resituar su verdad en nuevos contextos históricos y culturales.
No
cabe duda que hoy, tras el Vaticano II, hemos llegado a un nuevo equilibrio
teológico motivado por elementos nuevos que se han introducido en el ámbito de
la teología. Por tanto, los dogmas marianos “quedan integrados en el sistema
teológico de la Iglesia y son superados por nuevos ecosistemas teológicos que
el Espíritu sigue inaugurando para construir la verdad”.
Referencia
Calero,
Antonio M., María en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Editorial
CCS, Madrid, 1990, pp.121-123.
García
Paredes, José C.R., Mariología. Biblioteca de autores cristianos,
Madrid, 1995, pp. 283-306.
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