Humanismo Integral
| Ignacio Miranda
El mes de julio y
la Identidad Dominicana
Con frecuencia se
escuchan expresiones denigrantes para nuestro país de labios de “dominicanos”.
A veces acompañadas de elogios para otros pueblos. También, se producen
alabanzas, pero sin encarnar las razones que originaron los hechos, contradiciendo
el discurso con el estilo de vida.
Escojo algunas
fechas que podrían servirnos como referentes de nuestra identidad nacional, los
días y el mes del año siguientes:
*4, 1861:
Fusilamiento de Francisco del Rosario Sánchez, en San Juan de la Maguana.
*10, 1865:
Embarque de las tropas anexionistas.
*12, 1924 Fin
de la Ocupación Norteamericana de 1916.
*15, 1876: Fallecimiento
de Juan Pablo Duarte y Diez, en Venezuela.
*16, 1838:
Fundación de La Trinitaria.
*19, 1947:
Saldo de la deuda externa.
Todos estos hechos tienen una esencia común: son
reveladores de la lucha constante entre el Valor del Bien y el antivalor del
mal, y los parientes de ambos.
La riqueza
histórica dominicana del mes de Julio podría servirnos de modelo para orientar
nuestro comportamiento.
La Verdad y la Libertad, son variables fundamentales del
Valor del Bien. En cambio, la mentira y la opresión, son derivados esenciales del antivalor del mal.
La Verdad es profunda, liberadora y con substancia de
eternidad; la mentira es efímera, superficial y contentiva del virus de su autodestrucción.
Verdad y Libertad, son Valores de la Identidad Dominicana,
que, directa o indirectamente, están contenidos en el Juramento Trinitario y en
los símbolos patrios.
He dicho,
reiteradamente, que nuestra Identidad Nacional finca sus raíces más profundas
en el humanismo cristiano, que es el testimonio de vida de Jesucristo,
eternizado por su discipulado de todos los tiempos, como enseña, expresamente,
el Capítulo VIII del Evangelio según San Juan, en sus versos 31 y 32, representado
en el Escudo Dominicano:
“Ustedes para
ser de verdad mis discípulos, tienen que atenerse a ese mensaje mío; conocerán
la verdad y la verdad les hará libres”.
La historia dominicana, es la mejor lección del
permanente triunfo del Bien sobre el mal, que, similar a dos atletas, a corta distancia
el mal puede ganar. Pero en la larga
carrera de la vida, la victoria siempre será del Bien, porque está animado de
los Valores de Justicia, Paz y Amor.
El Padre de
nuestra Patria, Juan Pablo Duarte, creador de la dominicanidad y digno modelo
de identidad nacional, como su más cercano discípulo, Francisco del Rosario
Sánchez, precursor de la Restauración, son ejemplos de que cuando se encarnan
los valores patrios incondicionalmente, de la ceniza de cualquier dependencia o
anexión surge una nueva Redención.
Tanto en el pasado
como en el presente, hemos tenido conductores que han dado primacía al bien
común sobre los intereses particulares. Otros, en cambio, han esclavizado el
país poniéndolo al servicio de los sectores de poder, interno y externo, en
busca de sus propios fines, ignorando que el bienestar colectivo contiene el
todo y las partes. Total, quienes actúan así no son fieles a nada ni a nadie.
Son infieles a toda ideología y a toda persona.
EN RESUMEN, necesitamos nuevos Restauradores que, valorando la dignidad de todo ser humano, sean libres y liberadores, que nos liberen de la dependencia y la deuda externa; pero también del juego de azar, la corrupción, el narcotráfico, el consumismo, la incapacidad gerencial y toda actitud que no conduzca a elevar la calidad de vida personal y social. ADH 858
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