En Directo | Eduardo García Michel/DL
Ventanas a la historia de la Iglesia
Al
inicio, el padre Maza dice: “Lutero no fue un protestante caído del cielo, sino
un serio y apasionado religioso católico, indignado con la práctica y la
prédica de algunos eclesiásticos irresponsables y la indiferencia cómplice de
las autoridades de la Iglesia”.
Hace
un par de meses me reuní con Monseñor Freddy Bretón, arzobispo de Santiago, en
un ambiente de calidez y cordialidad. Al salir me regaló dos libros de la
autoría del padre Manuel Pablo Maza Miquel. Le agradecí. Los leí y llegué a la
conclusión de que constituyen documentos de gran valor, escritos en lenguaje
llano, entendibles y con profundo sentido crítico.
Me referiré al titulado 15
ventanas a la Historia de la Iglesia, editado por la PUCMM. Abarca los últimos 500
años del devenir de la humanidad y aborda los aciertos y errores de los Papas
que condujeron al mundo católico en tiempos difíciles.
Al inicio, el padre Maza
dice: “Lutero no fue un protestante caído del cielo, sino un serio y apasionado
religioso católico, indignado con la práctica y la prédica de algunos
eclesiásticos irresponsables y la indiferencia cómplice de las autoridades de
la Iglesia”.
Si esta visión amplia
hubiera predominado en aquella época, es seguro que habría impedido la división
en el seno del cristianismo. Era tiempo de oscurantismo y sectarismo.
En otro orden argumenta:
“La Iglesia Católica tardaría por lo menos tres siglos en reconocer que ningún
creyente está obligado a asumir el universo cultural de los que escribieron la
Biblia. En
frase de Galileo, la Biblia me enseña como se va al cielo, pero no cómo van los
cielos”.
Analiza la confrontación
entre conservadores y liberales, luego del tormentoso período de la Revolución
Francesa: “Los conservadores aspiraban a una Europa regida por monarquías
autoritarias, reyes que gobernasen por derecho divino... Los liberales valoraban la
libertad como derecho inviolable... Querían una sociedad de iguales ante la ley
y el Estado. Consideraban la propiedad privada como la base del orden y del
progreso...”.
Y afirma: “Fue en ese
concepto que surgió el tradicionalismo, con su rechazo visceral de la
Ilustración, hasta el punto de declarar incapaz a la razón humana de conocer la
existencia de Dios y su bondad. Era la tradición presente en todos los pueblos y,
especialmente en la Iglesia Católica, lo que permitía este conocimiento de
Dios”.
Luego de eso el padre Maza
va describiendo los errores y aciertos de algunos Papas. Refiriéndose a Gregorio
XVI, explica: “En medio de la lucha heroica del pueblo irlandés por sus
derechos, pedía al clero que no se mezclase en asuntos políticos, mientras la
Santa Sede y la jerarquía negociaban con la Corona Inglesa”. En su favor reseña
que “en diciembre de 1839 condenó la práctica del tráfico de esclavos negros,
como no cristiana e inmoral”.
Refiere el sacerdote
jesuita: “Es ya un lugar común comparar estas dos fechas:1848 y 1891. La primera respuesta
sistemática y clara a la dramática situación obrera, la dieron Carlos Marx y
Federico Engels con su Manifiesto Comunista en 1848. La equilibrada y audaz
encíclica Rerum Novarum de León XXIII data de 1891”.
La Rerum Novarum comienza
así: “Un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco
menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios”.
En la visión de Maza
Miquel, la encíclica es equilibrada porque: “Primero, ratificaba la propiedad
privada como derecho individual, reconociéndole una función social. Segundo, reconocía al
Estado la obligación de promover la prosperidad pública y privada. Tercero,
recordaba a los obreros sus deberes respecto de los patronos, pero les
reconocía en estricta justicia un salario que les garantizase una vida
humana... Finalmente, condenaba la lucha de clases... pero reconocía a los
obreros su derecho a organizarse”.
De acuerdo con el padre
Maza, el otro gran salto en la historia de la Iglesia lo produjo el Concilio
Vaticano II, convocado por el Papa Juan XXIII en enero de 1959. El Papa quería “Una magna
asamblea que introdujera a la Iglesia en una nueva etapa de su historia”. Murió
en el intento, en 1963, y fue sustituido por Pablo VI.
Los cambios introducidos
por el Concilio, citados por Thomas Bokenkotter, son: La reforma litúrgica que
logró la participación de los fieles en el misterio. La colegialidad y la
dimensión comunitaria de la Iglesia. El surgimiento de una nueva actitud hacia
los otros cristianos que implicó aceptar la cuota de culpa de la Iglesia en la
división del cristianismo. El reconocimiento de que la historia condiciona la
elaboración de los libros sagrados y toda la tradición de la Iglesia. El
diálogo con el mundo secular.
El padre Maza afirma: “El
Concilio Vaticano II fue meta y nuevo inicio de la larga marcha de la Iglesia”.
Buen libro.
Publicado por Diario Libre
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