A Debate | Juan Bosco Monroy Campero/RD
Babel, ¿castigo o propuesta?
Quisiéramos
comenzar nuestra reflexión a partir de un texto muy conocido: la torre de Babel
(Gen 11,1-8)
Recordemos lo que el texto nos presenta…
El texto
Todo el mundo
habla el mismo idioma… hay un desplazamiento a una nueva región (Mesopotamia /
Babilonia)… toman la decisión de fabricar ladrillos, construir una ciudad en
esta región y construir en ella una torre que llegue hasta el cielo… la
motivación para esto es adquirir fama y evitar nuevas dispersiones… Allí se
produce una intervención divina… está motivada por el hecho de ver que son un
solo pueblo y hablan un solo idioma… descubre que, por eso, han iniciado ese
trabajo y ya nada los detendrá en ese empeño… con su intervención destruye el
idioma único… las consecuencias son tres: el surgimiento de la diversidad de
idiomas (fin del idioma único), la dispersión por todo el mundo (fin del grupo
único) y paralización de la construcción de la ciudad (fin de la imposición del
modelo urbano sobre el rural)…
Hasta aquí el
texto… ¿Cuál es la interpretación?
En una
interpretación más tradicional y, quizá la más frecuente, la intervención de
Dios es vista como castigo impuesto al orgullo de los hombres; esto significa
que la diversidad de las lenguas (culturas) y la dispersión (multiplicidad) de
los pueblos son parte o consecuencia de este castigo. Eso implica, también, que
son vistas como pecaminosas o, por lo menos, como algo negativo.
El pecado del
hombre es el “orgullo”, la soberbia; el querer ser más. Nos encontramos con la
imagen de un Dios todopoderoso que no soporta la competencia. El deseo del
hombre de llegar al cielo es visto por este Dios como amenaza a su poder, a su
soberanía. ¿Cómo el pequeñito se atreve a aspirar a llegar al lugar del único
que puede tener poder?
Esta
interpretación está en consonancia con muchas que se hacen de otros textos
bíblicos; por ejemplo, la del relato del pecado original, donde este pecado
consiste, también, en querer saber, y donde este Dios también se siente
amenazado: “Ahora el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros” (Gen 3,22),
¡Qué horror!
Esta soberbia
se expresa en actitudes de “desobediencia” (aunque la palabra no aparece en el
texto, siempre se ha enseñado así e incluso aparece como el título del texto),
de no aceptación de la sumisión debida al Todopoderoso. Y el castigo, en este
caso, tiene la forma del trabajo agrícola fuera del jardín propiedad del
poderoso que ahora está custodiado por espadas para evitar la posible ambición
del sometido.
Podemos (y
queremos) ensayar otra interpretación.
Babel…
Mesopotamia… Babilonia… ¡un imperio!
Un imperio con
idioma único… no se acepta otro idioma distinto que el oficial del imperio y
esto implica que no se acepta otro lenguaje distinto, ni un pensamiento
diverso, ni otra cultura distinta; no se admite otro proyecto distinto…
Un imperio
expansionista… que se desplaza a nuevas regiones y se apodera de ellas. Una
llanura… el imperio está apropiándose las tierras, ¿de quién? ¿Estaba
desocupada? O ¿eran tierras de campesinos?
Un imperio
urbano… a donde llega construye ciudades. La construcción de ciudades sobre la
llanura implica no solo una cuestión física; es la imposición de un proyecto
urbano sobre uno campesino.
Un imperio con
un proyecto opresor y controlador… adquirir fama, ¿infundir temor? y evitar la
dispersión de los pueblos, todos los pueblos sometidos a su control.
Un imperio
sumamente ambicioso… quiere llevar este proyecto hasta el cielo. Este deseo
puede tener una doble significación. Por un lado, un deseo de dominación
ilimitada, sin fronteras, el mundo entero (por lo menos el conocido por ellos),
¡hasta el cielo! Por otro lado, puede implicar las pretensiones de legitimación
religiosa de este proyecto imperial; hasta el cielo quiere ser controlado y
dominado por ellos. Es la función de la religión oficial. Las ciudades de
Mesopotamia tenían un templo con una torre escalonada y su parte más alta era
considerada como el lazo de unión entre el cielo y la tierra; es significativo
que en el relato no aparezca esa torre como un templo, símbolo religioso, sino
como expresión de un proyecto político-civilizatorio. En la tradición
babilónica, el nombre de esta ciudad significa: “Puerta de Dios” o “puerta de
los dioses”; hasta Dios debe pasar por esta puerta controlada por el imperio.
Un imperio
desmesurado e irrefrenable… “nada los detendrá en este empeño”.
Si
consideramos que, en el proceso de redacciones sucesivas de estos textos, la
redacción final probablemente pueda ser fijada en el tiempo de la dominación
del imperio griego, esta interpretación cobra mucho sentido, ya que todo texto
tiene su contexto; siempre nace de y responde a su contexto.
¡Esto es lo que provoca la intervención de dios!
Desde esta
perspectiva, la intervención de dios podría ser interpretada no como castigo,
sino como oposición a este proyecto imperial dominador, opresor y colonizador. La
dispersión de los pueblos y la multiplicidad lingüística y cultural serían la
propuesta de este otro dios para las posibilidades de vida. A lo que dios se
opone no es la pluralidad y diversidad, sino a la imposición de proyectos
uniformadores que causan opresión.
Esto significa
que frente a la realidad que este pueblo está viviendo bajo la dominación
imperial griega, que el Qoelet describe como “porquería de porquerías y solo
porquería” (esta es la interpretación de Elsa Tamez del famoso “vanidad de vanidades…”),
su experiencia religiosa, su experiencia de fe, los lleva a la convicción de
que una vida bajo esa dominación no tiene sentido.
La experiencia
de dios que hacen desde la historia, es distinta de la experiencia de Dios que
quieren imponer los dominadores; ellos no creen en ese Dios uniformizador que
sustenta el proyecto imperial y que destruye desde el poder, la vida, la
cultura, la tierra, el proyecto de los pueblos oprimidos. Ese Dios no merece su
fe y su adhesión, su sometimiento y obediencia. No corresponde a su tradición
religiosa, a la experiencia de dios que han ido haciendo y re-haciendo,
formulando y re-formulando a lo largo de su historia.
Ellos han
hecho la experiencia de un dios defensor de la vida de los pueblos, motivador
de sus procesos de liberación, afirmador de su derecho a la tierra y del
derecho de la tierra, que mira con complacencia sus diversas identidades
culturales.
Si leemos el
capítulo anterior (Gen 10) nos encontramos con esta otra perspectiva que
planteamos; la multiplicación y diversificación de los pueblos, “cada nación y
clan en su propia tierra y con su propio idioma” (Gen 10,8), son bendecidas por
dios.
Esta
interpretación estaría en consonancia con la experiencia original de dios,
hecha por este pueblo, que es narrada en Éxodo (Ex 3): el dios que toma partido
por un pueblo de esclavos. Esta experiencia los anima a oponerse a ese otro
proyecto opresor de los egipcios y caminar luchando por su liberación. También
estaría en consonancia con la experiencia de dios hecha por las primeras
comunidades cristianas que es narrada en el texto de Pentecostés (Hech 2),
donde no hay uniformidad de idiomas sino posibilidad de entendimiento
conservando cada quien el suyo. Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia,
Roma, seis proyectos imperiales rechazados desde esta experiencia de dios.
Dos
interpretaciones diversas con consecuencias diversas.
Encontramos,
entonces, dos lecturas e interpretaciones posibles del texto, sabiendo que
probablemente haya más lecturas posibles.
Una de ellas,
la más tradicional, lee el texto desde una perspectiva, y un lugar social, más
colonizadores; por eso hace una lectura colonizadora y legitimará o sustentará
estructuras y prácticas sociales y eclesiales colonizadoras y de dominación. Es
una lectura que impulsará el pensamiento único, atentará contra la diversidad
cultural, racial, sexual, religiosa, etc., colaborará a la construcción de un
sistema social y eclesial piramidal e impulsará prácticas de dominación y
sometimiento desde el poder.
Será
importante preguntarse ¿quiénes y desde dónde hacen esta lectura?
Hay otra, la
que nosotros y nosotras proponemos ahora, con características más liberadoras y
descolonizadoras que legitima o sustenta prácticas, organizaciones y procesos
de resistencia y descolonización. Es la lectura que acompaña la experiencia, la
reflexión y la práctica de las CEBs y de la teología de la liberación. Se mueve
tanto en el ámbito socio-político y eclesial, abarcando las realidades
económicas, políticas, sociales e ideológicas y se enriquece cada vez más con
los aportes de las ciencias modernas en todos los campos: antropología,
psicología, economía, sociología, epistemología, ciencias naturales y de la
comunicación. Está siempre en proceso dinámico y recoge las visiones y
experiencias y prácticas de todos y todas.
Esta
existencia de varias lecturas posibles que nacen de y sostienen a proyectos
distintos y hasta opuestos no nos asombra porque ya la encontramos en la misma
biblia atravesando los diversos textos y el proceso de las varias relecturas
que va haciendo de sí misma. Ahí encontramos el proyecto de las tribus y el de
la monarquía, diversos y opuestos entre sí; el proyecto de Esdras y Nehemías,
de corte marcadamente colonizador frente al del tercer Isaías o Ruth con
características universalistas, defensoras de la diversidad de culturas y
tradiciones. La misma biblia nos ha enseñado que se pueden hacer de ella, de la
vida y de dios, lecturas de todo tipo.
Sabemos que la
primera lectura, la más colonizadora, ha sido la más frecuente y habitual,
adjudicándose a sí misma las características colonizadoras; es una lectura que
se considera a sí misma única, dogmática, inmutable, rígida, hecha desde la
jerarquía y, por lo mismo divinizada; “Diosito lo ha dicho”, “está en la biblia
y esta es palabra de Dios”. También es mentirosa y fraudulenta, porque cuando
un texto no se deja leer de manera colonizadora simplemente no se lee y se le
considera como si no existiera; es el caso del libro del Cantar de los cantares
que nunca se lee durante el año litúrgico.
Sabemos que ha
llevado, entonces, la colonización hasta sus extremos más graves, colonizando
las mentes, las conciencias y las experiencias religiosas; ha colonizado hasta
a Dios.
Pero también
sabemos, con absoluta certeza, que la otra lectura también está en la misma
biblia; en los textos y en las relecturas; en los procesos populares históricos
que ahí se narran; en los proyectos y organizaciones que fueron capaces de
soñar y construir.
También
sabemos, con absoluta certeza, que la otra lectura está presente en la práctica
de muchas comunidades impulsando procesos sociales liberadores y procesos
personales también liberadores y descolonizadores de las mentes, las
conciencias, las actitudes, las prácticas y las experiencias religiosas.
Elementos
significativos de una opción
Esto nos
coloca de nuevo frente a la pregunta que ya se ha vuelto habitual para
nosotros: Cuando hablamos de dios, ¿de qué dios hablamos? Nos encontramos
frente a la libertad humana incluso en relación con dios; es una opción
personal y comunitaria que no podemos evitar.
¿Qué
experiencia de dios merece mi confianza por los frutos de vida digna que
produce para mí y para mi pueblo?
¿Qué
experiencia de dios ofrece sentido para mí y mi pueblo en el contexto que me
toca vivir?
Pensar que
sólo se puede creer en un Dios y si no te vas al infierno, también es
profundamente colonizador.
Y nos coloca
frente al desafío de encontrar los caminos y los instrumentos que nos ayuden a
descolonizarnos a nosotros y nosotras mismas del Dios colonizador que
llevábamos y llevamos incorporado. También para acompañar los procesos de
nuestras comunidades en esta dirección.
En nuestra
experiencia y nuestro caminar hemos aprendido algunas cosas importantes desde
las que nos sentimos en sintonía con quienes van haciendo su camino por el lado
del pensamiento descolonizador. Algunas de ellas quizá las decimos con otras
palabras pero, avanzan en la misma dirección y en ellas nos encontramos como
compañeros y compañeras de camino para la construcción de la vida.
Una pregunta
fundamental
Ya señalábamos
que hay una pregunta que se ha vuelto habitual para nosotros: Cuando hablamos
de dios, ¿de qué dios hablamos? Para nosotros y nosotras es evidente que la
experiencia de dios es múltiple y variada; incluso va variando en el tiempo
porque es dinámica y contextuada. El dios que encontramos en la experiencia del
pueblo de ayer y de hoy es histórico y la experiencia que se vive de él es por
lo mismo histórica y contextuada.
Incluso en la
misma biblia, no hay una sola y única experiencia de dios: Elohim, Yavé, Eloah,
Adonay, El, Saday, el de nuestros padres… Más aún, a muchas y muchos de
nosotros fue el encuentro serio y sincero con el texto bíblico el que nos
llevó, paso a paso, a esta certeza. Negar esto es hacer una lectura de la
biblia, de la vida, de la fe, dominadora y colonizadora.
La experiencia
es siempre subjetiva, incluso la colectiva, y, por lo mismo, diversa, variada,
dinámica y evolutiva. No hay una sola experiencia; lo demás es teoría y
dogmatismo. Si la fe es experiencia, la experiencia de dios que vive cada
persona, entonces es subjetiva y, por lo mismo, diversa, variada, dinámica y
evolutiva.
Por otra parte,
esa experiencia de la divinidad necesita formularse para poder decírnosla a
nosotras y nosotros mismos y a los demás; y las formulaciones se construyen con
el material disponible en ese momento por cultura, conocimientos, hábitos y
prácticas. En ese sentido siempre serán metafóricas, expresan de alguna manera
(palabras, signos, formulaciones, gestos, organizaciones, etc.) algo más grande
que está por detrás. Esto las hace, de nuevo, múltiples, variadas, diversas,
dinámicas, evolutivas.
Tener en
cuenta este principio es fundamental para evitar cualquier intento colonizador
de la experiencia religiosa en general y de la lectura bíblica en particular.
Hermenéuticas
específicas
¡No hay textos
neutros ni lecturas neutras!
Otro principio
fundamental que se ha vuelto habitual para nosotros y nosotras…
Por detrás de
un texto hay un autor o una autora, unos autores o unas autoras; dentro de un
autor o una autora hay un mundo, una vida: cultura, experiencias, educación,
situación social, contexto social, creencias, emociones, valores, proyectos y
sueños… todo esto bulle en la intencionalidad del autor. Quien escribe un texto
o construye un símbolo o crea una formulación tiene una intencionalidad, aunque
pudiera ser inconsciente; quiere transmitir algo, por eso escribe. Su texto no
es neutro; está a favor o en contra de algo, refuerza o contradice algo,
propone algo.
Por detrás de
una lectura hay un lector o una lectora, unos lectores o unas lectoras; y
dentro de un lector o una lectora también hay un mundo, una vida: cultura,
experiencias, educación, situación social, contexto social, creencias,
emociones, valores, proyectos y sueños… todo esto bulle en la interpretación
del lector. Quien lee un texto o realiza un símbolo o repite una formulación
realiza una interpretación, aunque pudiera ser inconsciente. Su lectura tampoco
es neutra, es interpretación.
De todas las
maneras posibles hay que evitar la “asepsia” en el acercamiento al texto
bíblico.
¿Desde dónde
se escribe y desde dónde se interpreta? Una de nuestras formulaciones
significativas nació cuando en un taller, una mujer dijo con mucha alegría:
“¡Ya entendí! La hermenéutica es el ‘desde ahí´…”. Es lo que llamábamos (y
llamamos) el lugar social del autor y del lector.
Por eso se van
volviendo cada vez más importantes lo que llamamos las “hermenéuticas
específicas”; lectura bíblica desde los negros, desde las mujeres, desde los
pobres, desde los nativos, desde los jóvenes, desde los excluidos, desde los
niños, etc. Nuestra opción por los y las pobres y excluidos/as nos exige hacer
una lectura contraria a los proyectos y procesos colonizadores.
Puede ser este
el momento de comenzar a ensayar la lectura desde los colonizados y las
colonizadas, ¿cómo leer el texto bíblico con los ojos y desde la situación de
estas personas? Sin duda nos ayudaría a encontrar intencionalidades e
interpretaciones nuevas… Una hermenéutica específica nueva que podemos y
debemos comenzar a ensayar…
Texto espejo y
texto ventana
Muy
relacionado con esto se encuentra otro de nuestros aprendizajes fundamentales y
que lo expresamos como el “texto ventana” y el “texto espejo”.
“El texto
bíblico no cae del cielo; nace de la tierra”, “todo texto tiene su contexto”,
“el texto habla de lo que vivían quienes lo escribieron”, “en la biblia
encontramos la historia de un pueblo narrada por los hombres y mujeres de ese
pueblo”, son otras de nuestras formulaciones habituales cuando abordamos este
aspecto.
La
“revelación” de dios (la experiencia de dios, decimos nosotras y nosotros) no
está en el texto; está en la historia, en el acontecimiento, en los hechos.
Primero fueron los acontecimientos y después se pusieron en el texto, primero
oral y luego escrito; primero se vivió la experiencia y después se formuló.
Como consecuencia, cuando nos acercamos al texto bíblico, nos acercamos para
mirar a través de él (ventana) y descubrir lo que está más allá. El texto nos
permite ver la realidad de donde nació, el contexto histórico, donde
encontramos los acontecimientos y la experiencia del pueblo que lo vivió; cómo
lo vivió; incluso la experiencia que hizo de dios en medio de ellos. No
buscamos “verdades”, “normas”, “dogmas”, “leyes”, buscamos la vida en toda su
realidad, su crudeza y su ambigüedad.
De ahí que el
texto permita conectar con nuestra propia realidad (espejo). Nos refleja, por
semejanza o por oposición nuestra propia realidad y nuestra propia experiencia,
también de dios. Nos podemos confrontar con el texto para analizar, discernir e
iluminar nuestro hoy.
Ahí
descubrimos los acontecimientos opresores y liberadores; están los dos. Ahí
encontramos los proyectos colonizadores y los de resistencia o transformación,
están los dos; también encontramos a quienes los sostienen y cómo los sostienen
para descubrirlos también hoy; igualmente la experiencia de dios hecha por unos
y por otros y sus formulaciones, están las dos.
Acercarnos al
texto de este modo nos coloca de nuevo frente a la necesidad de nuestras
opciones: ¿con cuál nos enganchamos? En nuestra propia historia, como ellos en
la suya, ¿optamos por proyectos, prácticas y procesos colonizadores o
liberadores? ¿Adherimos en la fe al dios y al proyecto de dios que promueven
unas o las otras? De nuevo, cuando hablamos de dios, ¿de qué dios hablamos?
Cuando hacemos experiencia de dios, ¿de cuál dios hacemos experiencia?
Se nos ofrece
la oportunidad (y, para nosotros y nosotras, la necesidad) de descolonizar
nuestra mentalidad y nuestra fe.
Método de
lectura
Este tipo de
lectura, sobre todo cuando se realiza con grupos populares (ellos han sufrido
más la colonización en todas sus dimensiones) requiere de herramientas concretas
y populares que permitan no repetir la lectura y la interpretación colonizadora
a la que están más habituados por haber sido la más frecuente.
Esto nos ha
llevado a construir, en sucesivas correcciones, una metodología que permita
hacer la lectura no colonizadora. La presentamos brevemente a continuación.
Consta de 5 pasos que ubicamos en un camino de ida y vuelta entre el hoy y el
ayer. El trabajo que hacíamos al inicio con el texto de Babel nos ejemplariza
brevemente y a grandes rasgos algunos elementos de este camino.
El primer paso
lo llamamos “partir de la realidad” y consiste en el análisis (global o de
algún aspecto) de la realidad presente. Este paso nos permite asumir el lugar
social y la perspectiva desde dónde queremos hacer la lectura del texto: el de
los pobres y excluidos. Es el “desde ahí”. Nos situamos desde el inicio en la
realidad de opresión o liberación y sus procesos que viven los pueblos con
quienes compartimos la vida y la fe. Al final cerraremos el círculo
hermenéutico volviendo hasta esta realidad. No está demás señalar que este
análisis se hace desde el pueblo y con el pueblo participante, ayudado en la
sistematización y profundización por los asesores. Si no fuera así; si fuera
dado por algún experto que “sabe”, entraríamos en la dinámica colonizadora
habitual.
El segundo
paso, llamado “conocer el texto” nos lleva al análisis literario y lingüístico
del texto. Responde a la pregunta: ¿Qué dice el texto? y evita partir de
suposiciones o interpretaciones aprendidas de antemano, generalmente
colonizadoras. ¿Qué es lo que el texto dice? y no ¿qué es lo que otros dicen
que dice? haciéndole decir lo que el texto no dice. Igual que el paso anterior,
y todos los sucesivos, este análisis lo hace el pueblo participante; incluso
les pedimos que no lean ni las introducciones ni las notas de los textos. No
queremos seguir colonizando sus mentes diciéndoles que ellos no saben y que yo,
que sí sé, les digo lo correcto. Se abre el camino a la lectura que el pueblo
hace desde su propia condición.
Se realiza
desde preguntas muy sencillas y populares como el análisis de los personajes
con sus identidades, acciones y relaciones; la identificación de lugares y
tiempos en que suceden las cosas con sus procesos y desplazamientos; el
descubrimiento de palabras que más repiten o que tienen un significado
especial.
El tercer
paso, “conocer el contexto”, nos lleva al análisis histórico y sociológico del
contexto; de los acontecimientos que están por detrás del texto. Trabajamos con
lo que llamamos “los cuatro lados”: económico, político, social e ideológico y
consiste en buscar en el mismo texto todas las indicaciones que el mismo ofrece
sobre la situación vivida en estas cuatro dimensiones de la realidad. “En el
mismo texto está su contexto” afirmamos y el pueblo es capaz de encontrarlo.
Un momento
delicado y no siempre fácil en este paso es la distinción y relación entre el
contexto histórico del tiempo en que sucedieron las cosas y el del tiempo en
que el texto fue producido o reformulado. Sin embargo, nuestra experiencia es
que, poco a poco, el pueblo es capaz de hacerlo y aquí también está presente la
ayuda del asesor como acompañante del proceso y facilitador.
Los
acontecimientos y procesos colonizadores o de resistencia y descolonización son
puestos en evidencia.
El cuarto paso
que llamamos “mensaje para el ayer”, nos conecta con la intencionalidad del
autor o autora y con la relación pertinente entre el texto y el contexto. ¿Qué
es lo que este texto decía a quienes vivían en el tiempo en que se produjo? El
texto nació de un contexto y busca responder a ese contexto. No fue escrito
para nosotros ni responde, directamente, a nuestro contexto. Se evita la
abstracción y universalización de los textos encontrando las respuestas
concretas que daba a las situaciones vividas y las experiencias de dios
concretas vividas y propuestas. Permite también descubrir la evolución
histórica de la experiencia de dios y sus formulaciones.
Se trabaja,
como siempre con preguntas concretas y significativas: ¿dónde aparece dios en
este texto (lugares, acontecimientos, personas)? ¿Qué rostro (experiencia) de
dios aparece (se realiza) en este texto? ¿Qué mensaje ofrecía a quienes vivían
en aquella realidad?
El quinto
paso, “mensaje para hoy”, cierra el círculo hermenéutico trayéndonos de nuevo a
nuestra realidad. Se trabaja la confrontación de realidades (contexto de ayer /
contexto de hoy) y de experiencias y formulaciones de dios con sus prácticas
correspondientes. Ayuda a que la lectura del texto impulse acciones y procesos
liberadores en favor de los oprimidos.
Dos caminos
que se encuentran, se acompañan y se enriquecen
Obviamente que
para los que quieren llegar a Roma…
Para los que
queremos llegar a la vida plena, a la liberación de nuestros pueblos, son
muchos los caminos que nos llevan allá y, aunque vayamos por diversos caminos
nos encontramos en el sueño y el compromiso del Sumaq Kawsay o el Malcuta Yavé
o la Tierra sin males, o el Shalom, el Shi, el Shanti, el Axe…
El encuentro
se produce, en este caso, entre la lectura popular de la Biblia y el
pensamiento poscolonial… encuentros, colaboraciones y enriquecimientos que,
como indicábamos antes, se dan aunque, estén expresados en diversos símbolos o
lenguajes.
Queremos
recoger, simplemente, muchos de los planteamientos que hemos ido haciendo a lo
largo del texto que indican la colaboración entre dos caminos para el
compromiso común.
Desde luego
que el primer gran encuentro se produce en el sueño, la utopía, y el compromiso
que nos moviliza a ambos: la vida libre, plena y digna de nuestros pueblos.
Colonizados dirán algunos y oprimidos diremos otros.
En el proceso
que seguimos y con la metodología que empleamos se favorecen mucho algunos
elementos que compartimos con quienes trabajan desde la perspectiva del
pensamiento descolonizador:
-Rescatar las
voces silenciadas en los textos desde las interpretaciones tradicionales.
-Visibilizar
los agentes individuales y colectivos ignorados o negados en las
interpretaciones habituales, y a veces en los mismos textos.
-Visibilizar
sus prácticas liberadoras también ignoradas o negadas.
-Visibilizar y
denunciar las voces y acciones opresoras en los textos y sus interpretaciones.
-Apostar por
la subjetividad de los invisibilizados e invisibilizadas, restituyéndoles su
condición de sujetos y contribuyendo a que ellos y ellas tomen
conciencia de su condición de sujetos.
-Aclarar la
ideología política que motiva los textos y sus interpretaciones y que, a su
vez, es promovida por los textos y sus interpretaciones.
-Desafiar a
quienes no reconocen las posturas imperiales que hay en algunos textos o en sus
interpretaciones.
-Responder
críticamente a las presuposiciones, convicciones y prácticas de colonialismo en
la interpretación de los textos.
-Abrirse a las
voces interpretativas de quienes fueron colonizados: indígenas, afroamericanos,
mujeres, campesinos, diversidades sexuales, etc..
-Invitar al
cambio social y relaciones interculturales.
Creemos que el
principal aporte que nosotros podemos ofrecer es colaborar a la descolonización
de nuestras mentes; colonización que, muchas veces ha estado reforzada por el
elemento religioso y por una colonización de la experiencia de fe. Recordemos
que en nuestros pueblos latinoamericanos, y probablemente en muchos otros, la
colonización llegó junto con la “evangelización”, reforzándose mutuamente.
Una lectura
bíblica que descolonice, libere, la experiencia de dios será un aporte grande
para la descolonización de todos los otros niveles de experiencia, organización
y relación, ya que deslegitima, desenmascara y tira abajo el sustento
ideológico y espiritual de los procesos colonizadores y opresores.
Otro aporte importante que podemos ofrecer es la metodología empleada, que
siendo la misma de toda la teología de la liberación (el ya famoso ver, juzgar
y actuar), presenta elementos concretos ya ensayados y probados que se pueden
aplicar al texto bíblico y a muchos otros textos, relatos, y narraciones que
han servido y sirven para colonizar o descolonizar, dependiendo de la lectura y
la interpretación que hagamos de ellos.
El principal
aporte que nos ofrecen quienes caminan por las rutas del pensamiento
descolonizador, es ayudarnos a tomar conciencia de una nueva hermenéutica,
hasta ahora no muy abordada, en la lectura bíblica: la hermenéutica de los
colonizados. Coincide con nuestras hermenéuticas específicas pero, les abre una
perspectiva nueva y matices hasta ahora no explorados.
Nos sentimos
acompañados, enriquecidos y desafiados por los y las que recorren ese camino y
también deseosos de ofrecerles nuestra experiencia con el deseo de que les
sirva en su propio caminar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...