Solidaridad | Cristina Cabrejas/EFE
Las transexuales
amigas del Papa que le llevan empanadas argentinas a las audiencias
Cada miércoles
madrugan para ir desde la costa, donde ejercen la prostitución, a recibir la
bendición papal
Marcela,
Minerva y Claudia son algunas de las transexuales, la mayorÃa latinoamericanas,
que cada miércoles se levantan de madrugada y dejan las calles del litoral de
Roma en las que ejercen la prostitución para acudir a la plaza de San Pedro,
donde el Papa las saluda tras la audiencia entre cardenales, obispos y
autoridades.
Se ha
convertido casi en una tradición: don Andrea Conocchia, el párroco de
Torvajanica, una localidad a una treintena de kilómetros de Roma, recoge a
"las chicas", como las llama cariñosamente, y las acompaña
para asistir a la audiencia general en la plaza de San Pedro y luego
se acercan a saludar a Francisco.
Se sienten acogidas por Francisco
En ese
momento, explican a EFE las primeras que recibió el Papa, en abril pasado, se
sienten "acogidas" porque, como les recordó Francisco: "A
los ojos de Dios somos todos iguales", dice Marcela, uruguaya,
mientras enseña una foto de aquel dÃa en la que aparece con la bandera de su
paÃs sobre los hombros.
De ese primer grupo "ya no está entre ellas" Naomi Cabral, prostituta
transexual argentina y quien, cuentan con un nudo en la garganta, fue hallada
muerta el pasado 6 de octubre en la habitación de un hotel de la costa romana
donde recibÃa a los clientes. "El Papa les ha dicho a las otras
chicas que tiene una foto de Naomi en su escritorio para recordarla",
confiesa Marcela.
Una carta al Papa
Todo comenzó
durante el confinamiento en la pandemia, cuando estas trabajadoras sexuales
llamaron a la puerta de la parroquia de la SantÃsima Virgen Inmaculada, que se
asoma al mar del litoral romano, para pedir ayuda y entonces don Andrea
les sugirió que escribieran al Papa explicando su situación. Y asÃ
empezaron a llegar las ayudas: alimentos, dinero e incluso la vacuna contra el
coronavirus, en algunos casos entregadas personalmente por el limosnero papal,
el cardenal Konrad Krajewski.
Las mujeres
querÃan agradecer esta ayuda personalmente al pontÃfice y Don Andrea se lo
pidió a sor Geneviève Jeanningros, una monja francesa que trabaja desde hace
años con los trabajadores circenses en la costa romana y que es una antigua
conocida de Jorge Mario Bergoglio de cuando estaba en Argentina. Al cabo de
unos dÃas llegó la respuesta: "El Papa quiere conocerlas a
todas".
Entre ese
primer grupo que vio el papa estaba Claudia Vittoria Sala, que reivindica con
orgullo que es argentina, la tierra de Bergoglio, y explica entre lágrimas:
"Cuando el Papa me puso la mano en la frente, me sentà tan pura,
feliz, libre de todos mis pecados, porque hay gente que tiene más pecados
que yo".
Asegura que "hay una Iglesia que no discrimina a los trans y a los
gais" porque señala: "A mà el Papa me ha recibido, me ha
ayudado, también económicamente. Fue una gloria de Dios. Las que
discriminan son las personas, van a misa y luego no nos dan trabajo".
Empanadas para Francisco
El 19 de noviembre, que es su cumpleaños, va a volver a ver a Francisco: "Es mi regalo, no quiero otra cosa, y le volverá a llevar las empanadas que tanto le gustaron. "Las dejo aquÃ, que éstas me las como al mediodÃa", le dijo el Papa la primera vez que se las llevó.
A su lado, Miverva Mota Nuñéz, peruana, escondida tras unas enormes gafas de
sol, cuenta emocionada que cuando dio la mano al Papa, "la mano de un
niño, con esa piel tan suave", sintió que la "estaba
limpiando". "Yo, cuando era chiquito, iba a la parroquia, pero
luego cuando fui trans me alejaron, pero ahora estoy aquÃ. He vuelto a
acercarme. He vuelto a venir a mi misa", comenta.
Lo mismo le ha
ocurrido a Marcela, que cuando conoció al Papa le agradeció el haber
"recuperado la fe". "Yo fui criada en una familia católica,
pero cuando uno comienza la transición la gente te va alejando y también la
Iglesia. Tuvimos ese rechazo, pero también es verdad que era otra
generación. Ahora nuestro Papa va adelante con el mundo",
destaca.
La importancia de que el Papa las escuche
Don Andrea
explica que la experiencia que vive en la audiencia "es un don, una
gracia, porque los miércoles, el Papa saluda a pequeños grupos de
personas transexuales que él, a través de su caridad, del limosnero
vaticano, ha ayudado durante la pandemia y que después ha querido encontrarlas
y conocerlas personalmente".
El párroco de
Torvajanica destaca la importancia de estos encuentros en los que el Papa las
"acoge", "acompaña", pero sobre todo "escucha",
porque cada miércoles "Francisco se acuerda y pregunta ¿Cómo está? ¿Cómo
le va? y pide, por ejemplo, si pueden llevarle alguna empanada más
hecha por ellas".
Es, agrega el
párroco, "una experiencia muy bonita, un ejemplo de una Iglesia de
acogida, abierta y disponible que quiere incluir de verdad e integrar
a todos sus hijos, a todos, con su unicidad, su valor, y obviamente su
diversidad".
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