Nuestra Fe | Patricia Ynestroza/VN
¿Quién es Jesús para mí? Cómo responder a la pregunta
fundamental de la vida
En
su homilía, en la misa por la celebración de los santos Pedro y Pablo,
Francisco recuerda cómo ellos respondieron a la pregunta fundamental de la vida
“¿quién es Jesús para mí?”, viviendo el seguimiento y anunciando el Evangelio.
Llevar a Jesús a todas partes, con humildad y alegría.
En
la misa en la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, el Santo Padre recuerda
cómo ellos respondieron a la pregunta fundamental de la vida “¿quién es Jesús
para mí?”, viviendo el seguimiento y anunciando el Evangelio. En esta
celebración, es tradición la bendición de los 'palios' que recibirán los
Arzobispos metropolitanos nombrados en el curso del año.
Pedro
siguió a Jesús. Pablo anunció al Señor
Sobre
el camino que realizaron estos dos apóstoles, el Papa dijo que es hermoso si
crecemos como Iglesia del seguimiento, como Iglesia humilde que nunca da por
sentado la búsqueda del Señor. Es hermoso si nos convertimos en una Iglesia en
salida, que no encuentra su alegría en las cosas del mundo, sino en anunciar el
Evangelio al mundo, para sembrar la pregunta sobre Dios en el corazón de las
personas.
Francisco
aconsejó: Llevar al Señor Jesús a todas partes, con humildad y alegría: en
nuestra ciudad de Roma, en nuestras familias, en las relaciones y en los
barrios, en la sociedad civil, en la Iglesia, en la política, en el mundo
entero, especialmente allí donde anidan la pobreza, la degradación y la
marginación. Y, hoy -dijo- en el momento en que algunos de "nuestros
hermanos arzobispos reciben el palio, signo de comunión con la Iglesia de Roma,
quisiera decirles":
“Sean
apóstoles como Pedro y Pablo. Sean discípulos en el seguimiento y apóstoles en
el anuncio, lleven la belleza del Evangelio a todas partes, junto con todo el
Pueblo de Dios”
Entre
los presentes, se encontraba una Delegación del Patriarcado Ecuménico, enviada
por su Santidad Bartolomé, a quien el Papa saludó al final de la homilía, y
agradeció por su presencia: "avancemos juntos, en el seguimiento y el
anuncio de la Palabra, creciendo en fraternidad", afirmó también:
"que Pedro y Pablo nos acompañen e intercedan por nosotros".
Celebrando
a Pedro y Pablo
“Estamos
celebrando a Pedro y a Pablo, dos Apóstoles enamorados del Señor, dos columnas
de la fe de la Iglesia. Y mientras contemplamos sus vidas, el Evangelio de hoy
nos presenta la pregunta que Jesús hace a sus discípulos: «¿Quién dicen que
soy?» (Mt 16,15). Esta es la pregunta fundamental, la más importante: ¿quién es
Jesús para mí? ¿Quién es Jesús en mi vida? Veamos cómo respondieron a esta
pregunta los dos Apóstoles”. Es con estas palabras con las que el Papa
Francisco hace reflexionar a los presentes en la Basílica vaticana en la
solemnidad de los santos Pedro y Pablo.
“La
respuesta de Pedro podría resumirse en una palabra: seguimiento. Pedro vivió en
el seguimiento del Señor. Cuando Jesús interrogó a los discípulos aquel día en
Cesarea de Filipo, Pedro respondió con una hermosa profesión de fe: «Tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16)”.
Una
respuesta impecable, precisa, puntual, podríamos decir una perfecta respuesta
de "catecismo", señaló Francisco. Pero esa respuesta es fruto de un
camino. Sólo después de haber vivido la fascinante aventura de seguir al Señor,
después de haber caminado con Él y en pos de Él durante tanto tiempo, Pedro
llega a esa madurez espiritual que lo lleva, por gracia, a una profesión de fe
tan lúcida.
"De
hecho, el mismo evangelista Mateo nos cuenta que todo empezó un día en que, a
orillas del mar de Galilea, Jesús pasó por allí y lo llamó, junto con su
hermano Andrés, e «inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron» (Mt
4, 20). Pedro lo dejó todo para seguir al Señor".
Y
el Evangelio subraya que lo hizo "inmediatamente": Pedro no le dijo a
Jesús que se lo pensaría, no hizo cálculos para ver si le convenía, remarcó el
Papa, no puso excusas para demorar la decisión, sino que dejó las redes y lo
siguió, sin pedir de antemano ninguna seguridad. Todo lo iría descubriendo día
a día, al seguir a Jesús y caminar tras Él. Y no es casualidad que las últimas
palabras que Jesús le dirige en los Evangelios sean: «Tú sígueme» (Jn 21,22).
Sigamos
a Jesús sin excusas como Pedro
Más
adelante, Francisco recuerda que Pedro, nos dice que a la pregunta "¿quién
es Jesús para mí?", no basta responder con una fórmula doctrinal
impecable, ni siquiera con una idea que nos hayamos construido de una vez por
todas. No. Es siguiendo al Señor como aprendemos a conocerlo cada día; aseveró
Francisco, es haciéndonos sus discípulos y acogiendo su Palabra la manera en
que nos convertimos en sus amigos y experimentamos su amor transformador.
"Ese
'inmediatamente' resuena también para nosotros: si podemos posponer tantas
cosas en la vida, el seguimiento de Jesús es inaplazable; ahí no podemos dudar,
no podemos poner excusas. Y cuidado, porque algunas excusas se disfrazan de
espiritualidad, como cuando decimos 'no soy digno', 'no soy capaz', '¿qué puedo
hacer yo?'. Esto es un truco del demonio, que nos roba la confianza en la
gracia de Dios, haciéndonos creer que todo depende de nuestras
capacidades".
Para
seguir a Jesús, el Pontífice nos recuerda que debemos despojarnos de nuestras
seguridades terrenales, inmediatamente, y seguir a Jesús cada día: esta es la
encomienda que Pedro nos confía hoy, invitándonos a ser Iglesia-en-seguimiento,
afirmó. Una Iglesia que desea ser discípula del Señor y humilde servidora del
Evangelio.
"Sólo
así podrá dialogar con todos y convertirse en lugar de acompañamiento, cercanía
y esperanza para las mujeres y los hombres de nuestro tiempo. Sólo así, incluso
aquellos que están más alejados y a menudo nos miran con desconfianza o
indiferencia, podrán finalmente reconocer, con el Papa Benedicto: «La Iglesia
es el lugar del encuentro con el Hijo de Dios vivo, y así es el lugar de
encuentro entre nosotros» (Homilía en el II domingo de Adviento, 10 diciembre
2006)".
Pablo:
anunció al Señor
Al
hablar de Pablo, el Santo Padre dijo que: si la respuesta de Pedro consistió en
el seguimiento, la de Pablo fue el anuncio, el anuncio del Evangelio.
"También
para él todo comenzó por gracia, con la iniciativa del Señor. En el camino de
Damasco, mientras llevaba a cabo con feroz determinación la persecución de los
cristianos, atrincherado en sus convicciones religiosas, Jesús resucitado le
salió al encuentro y lo dejó ciego con su luz, o, mejor dicho, gracias a esa
luz Saulo se dio cuenta de lo ciego que estaba: encerrado en el orgullo de su
rígida observancia, descubrió en Jesús el cumplimiento del misterio de la
salvación".
A
partir de allí, dijo el Papa: Pablo, comparado con la sublimidad del
conocimiento de Cristo, considera en adelante como "desperdicio"
todas sus certezas humanas y religiosas (cf. Flp 3,7-8). Así, Pablo dedica su
vida a recorrer tierra y mar, ciudades y aldeas, sin importarle sufrir penurias
y persecuciones con tal de anunciar a Jesucristo.
"Viendo
su historia, parece que cuanto más anuncia el Evangelio, más conoce a Jesús. El
anuncio de la Palabra a los demás también le permite penetrar en las
profundidades del misterio de Dios; el Pablo que escribió «¡ay de mí si no
predicara el Evangelio!» (1Co 9,16) es el mismo que confiesa «para mí la vida
es Cristo» (Flp 1,21)".
Pablo,
entonces, nos dice que a la pregunta "¿quién es Jesús para mí?" no se
responde con una religiosidad intimista, que nos deja indiferentes ante la
inquietud de llevar el Evangelio a los demás, señala por último Francisco. El
Apóstol nos enseña que crecemos en la fe y en el conocimiento del misterio de
Cristo cuanto más somos sus heraldos y testigos.
"Esto
sucede siempre: cuando evangelizamos, somos evangelizados. La Palabra que
llevamos a los demás vuelve a nosotros, porque en la medida en que damos,
recibimos mucho más (cf. Lc 6, 38). Esto también es necesario para la Iglesia
de hoy: poner el anuncio en el centro. Ser una Iglesia que no se cansa de
repetir "para mí la vida es Cristo" y "ay de mí si no predico el
Evangelio". Una Iglesia que necesita el anuncio como el oxígeno para
respirar, que no puede vivir sin transmitir el abrazo del amor de Dios y la
alegría del Evangelio".
Publicado
por Vatican News
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