Mensajes | Sebastián Sansón Ferrari
Francisco
a los periodistas: Vuelvan a las raíces de su vocación
El Santo Padre se reunió con los miembros de la
Asociación Internacional de los Periodistas Acreditados ante la Santa Sede,
reconoció su trabajo y agradeció la delicadeza que muchas veces tienen al
hablar de los escándalos de la Iglesia.
El Papa Francisco recibió en audiencia, este lunes 22
de enero a las 8 de la mañana, a los periodistas, operadores, fotógrafos y
productores acreditados ante la Santa Sede, y les dio la bienvenida, “aunque
estén en su casa”, como les dijo en su discurso. Reunido con los profesionales de la comunicación en el Vaticano, el
Pontífice reconoció la pasión y el amor con el que informan, así como su duro
trabajo. “Muchos de ustedes no solo siguen el Vaticano, sino también Italia, el
sur de Europa, el Mediterráneo, los países de los que proceden”, añadió.
“Ser periodista es una vocación, un poco como la de un
médico, que elige amar a la humanidad tratando sus enfermedades”, aseguró. Y
explicó que “en cierto modo, el periodista, que elige tocar las heridas de la
sociedad y del mundo. Es una llamada que viene de la juventud y lleva a
comprender, a poner de relieve, a contar”.
El Santo Padre les deseó que “vuelvan a las raíces de
esta vocación, que la recuerden, que recuerden la llamada que los une en tan
importante tarea”. Y enfatizó la necesidad que existe de “saber y de contar,
por una parte, y cuánta necesidad de cultivar un amor incondicional a la
verdad, por otra”.
El Obispo de Roma les agradeció no solo por lo que
escriben y transmiten, sino también por la perseverancia y paciencia al seguir
día tras día las noticias que llegan de la Santa Sede y de la Iglesia,
“relatando una institución que trasciende el ‘aquí y ahora’, y nuestras propias
vidas”. Y citó a San Pablo VI, quien en un discurso a los representantes de la
prensa italiana y extranjera el 29 de junio de 1963 afirmó: "Hay simpatía,
estima y confianza por lo que son y por lo que hacen".
Bergoglio se mostró agradecido a su vez por los
sacrificios de los comunicadores al seguir al Papa por todo el mundo y al
trabajar a menudo incluso en domingos y días festivos. También les pidió perdón
“por las veces que las noticias que me preocupan de diversos modos los han alejado
de sus familias, de jugar con sus hijos”. Esto, para el Papa, es “muy
importante” y, por tal motivo, reveló que, cuando confiesa, pregunta a los
padres: “¿Usted juega con sus hijos?”. “Es una de las cosas que un papá y una
mamá debe hacer, siempre, jugar con los hijos, y también le quita del tiempo
para pasar con los maridos o esposas”.
El encuentro “es una ocasión para reflexionar sobre el
arduo trabajo de un vaticanista para contar el camino de la Iglesia, para
construir puentes de conocimiento y comunicación en lugar de surcos de división
y desconfianza”, aseveró.
“Entonces, ¿quién es el vaticanista?”, se preguntó Su
Santidad, y respondió a esta interrogante tomando prestadas las palabras de uno
de los periodistas, que recientemente cumplió ochenta años y ha viajado mucho
con los Papas. Hablando de su trabajo, como vaticanista, lo describió como “un
trabajo rápido hasta lo despiadado, el doble de incómodo cuando se aplica a un
tema elevado como la Iglesia, que los medios comerciales llevan inevitablemente
a su nivel [...] de mercado". “En tantos años de vaticanismo -añadió- he
aprendido el arte de buscar y contar historias de vida, que es una forma de
amar al hombre [...]. He aprendido la humildad. Me he acercado a muchos hombres
de Dios que me han ayudado a creer y a seguir siendo humano. Por tanto, solo
puedo animar a quienes quieran aventurarse en esta especialización periodística”.
Francisco recordó que San Pablo VI, apenas elegido
Papa, en los meses previos a la reanudación del Concilio, invitó a los
periodistas que cubrían los asuntos vaticanos a sumergirse en la naturaleza y
el espíritu de los acontecimientos sobre los que informaban. Decía: “No debe
guiarse, como a veces sucede, por criterios que clasifican las cosas de la
Iglesia según categorías profanas y políticas, que no se adaptan a las cosas
mismas, es más, a menudo las deforman, sino que debe tener en cuenta lo que
verdaderamente informa la vida de la Iglesia, es decir, sus fines religiosos y
morales y sus cualidades espirituales características” (Discurso a los
representantes de la prensa).
El Papa también quiso agradecer a los vaticanistas
"la delicadeza que tantas veces tienen al hablar de los escándalos de la
Iglesia" refiriéndose al respeto a las víctimas y al "silencio"
lleno de vergüenza sobre los detalles más escabrosos: "Gracias, gracias
por esta actitud cuando tienen que hablar de escándalos".
Asimismo, les agradeció “el esfuerzo que hacen por
mantener esta mirada que sabe ver detrás de las apariencias, que sabe captar la
sustancia, que no quiere plegarse a la superficialidad de los estereotipos y a
las fórmulas pre-empaquetadas de la información-espectáculo, que, en lugar de
la difícil búsqueda de la verdad, prefiere la fácil catalogación de los hechos
y de las ideas según esquemas preestablecidos”. Los animó “a seguir por este
camino que sabe combinar la información con la reflexión, la palabra con la
escucha, el discernimiento con el amor”.
El mismo periodista que citó el Papa manifestó que en
el entorno mediático “el vaticanista debe resistir a la vocación nativa de la
comunicación de masas de manipular la imagen de la Iglesia, tanto y más que
cualquier otra imagen de la humanidad asociada. En efecto, los medios de
comunicación tienden a deformar la actualidad religiosa. La deforman tanto con
el registro alto o ideológico como con el registro bajo o espectacular. El
efecto global es una doble deformación de la imagen de la Iglesia: el primer
registro tiende a forzarla bajo una especie política, el segundo tiende a
relegarla a noticias ligeras”.
El Papa reconoció que no es fácil, pero ahí reside la
grandeza del vaticanista, la sutileza de alma que se añade a la habilidad
periodística.
“La belleza de su trabajo en torno a Pedro es la de
fundarlo sobre la roca sólida de la responsabilidad en la verdad, no sobre las
frágiles arenas de la cháchara y de las lecturas ideológicas; eso radica en no
ocultar la realidad y también sus miserias, sin edulcorar las tensiones, pero
al mismo tiempo sin hacer clamor innecesario, sino esforzándose por captar lo esencial,
a la luz de la naturaleza de la Iglesia. Cuánto bien hace esto al Pueblo de
Dios, a la gente más sencilla, a la propia Iglesia, a la que aún le queda
camino por recorrer para comunicar mejor: con el testimonio, antes que con las
palabras”.
Francisco agradeció otra vez a los profesionales e
impartió su Bendición Apostólica a los periodistas, a sus seres queridos y a su
trabajo.
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