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Peter To Rot: Un santo,
fruto de la misión compartida
El Papa León
XIV acaba de anunciar para el día 19 de octubre de 2025 la canonización del
Beato Mártir MSC Peter To Rot. Su caso es especial por varios motivos: será el
primer santo nativo papú, ferviente defensor del matrimonio y la familia,
catequista comprometido con la misión de los Misioneros del Sagrado Corazón y,
por consiguiente, su santidad fruto de la colaboración estrecha de sacerdotes y
laicos en la evangelización.
“Estoy en prisión por aquellos que
rompen sus votos matrimoniales y por aquellos que no quieren ver avanzar la
obra de Dios. Eso es todo. Debo morir. Ya me han condenado a muerte”. Estas
palabras del Beato Mártir MSC Peter To Rot – quien será canonizado el próximo
19 de octubre – dichas horas antes de su muerte, describen las causas de su
martirio, pero sólo cobran sentido conociendo y comprendiendo muchos otros
acontecimientos anteriores, sin los cuáles no se puede entender su profunda
vida de fe y su santidad.
Los padres de Peter To Rot fueron
de los primeros nativos bautizados en Rakanui, su ciudad natal, situada en la
isla de Nueva Bretaña de Papúa Nueva Guinea. Este hecho, ocurrido apenas 14
años antes de su nacimiento, da una idea de la importancia de la evangelización
que los misioneros iniciaron allí a finales del siglo XIX, puesto que el padre
de Peter To Rot era nada menos que el líder de su pueblo, lo que hacía que su
bautismo, a una máxima autoridad, supusiera todo un gesto de aceptación del
mensaje de Cristo por parte de los pobladores de aquellas tierras y, quizás lo
más importante, la renuncia a todas las prácticas de brujería y canibalismo,
profundamente arraigadas en su cultura. Tan intensa fue esta conversión al
cristianismo, que el mismo Angelo To Puia, así se llamaba, donó los terrenos
para la construcción de la iglesia, la escuela y la casa de los Misioneros del
Sagrado Corazón en Rakanui, quienes habían llegado a la isla en 1882, enviados
por el Papa León XIII, una petición expresa del Santo Padre a su fundador, el
P. Julio Chevalier.
Por su condición de líder, el resto
de la población le tenía mucho respeto, pero más aún, por su bondad y
dedicación personal a quienes más lo necesitaban. Junto con su mujer, María Ia
Tumul, entablaron una estrecha relación con los misioneros. De esta manera, es
como su fe fue entendida, por otros miembros de la comunidad, como algo bueno.
En este ambiente familiar de fe y
caridad, nació Peter To Rot. Desde bien pequeño se ofrecía para colaborar como
servidor en la Misa, no sólo en la dominical, también en la diaria. Gracias a
esta disposición por ayudar, se creó una amistad sincera con el P. Carl Laufer,
msc, párroco en aquella misión desde la adolescencia de To Rot, quien le
aconsejó que ingresara en la escuela de catequistas, al cumplir los 18 años.
El concepto de catequista, así como
sus funciones, en una misión lleva consigo un compromiso fuerte con la
comunidad. Son verdaderos líderes religiosos y espirituales encargados de
mantener viva la llama de la fe, desarrollando todas las actividades propias
del misionero en su ausencia, a excepción de la consagración. Realizan
bautizos, celebran matrimonios, llevan la palabra… En ocasiones, su compromiso
es tan grande que llegan a dar la vida por ello. Así sucedió en la década de
los 80 en Guatemala, en la región de El Quiché, donde decenas de catequistas
fueron asesinados a manos del ejército por ayudar en la labor de los Misioneros
del Sagrado Corazón, o continuar con ella cuando éstos fueron expulsados del
país.
Las circunstancias que propiciaron
el martirio de Peter To Rot fueron muy similares. Durante la II Guerra Mundial,
en 1942, el ejército japonés invadió Papúa Nueva Guinea. Una de las primeras
medidas que adoptaron fue la de encarcelar a todos los misioneros, aunque
siguieron permitiendo la práctica religiosa por parte de la población. Aquí los
catequistas en general y Peter To Rot en particular, jugaron un papel muy
importante en el sostenimiento de la fe, las celebraciones y la dispensación de
sacramentos. Un año más tarde, comenzaron a prohibir determinadas actividades
hasta que, finalmente, prohibieron toda práctica. Pero Peter To Rot ya había
adquirido un compromiso muy fuerte con el anuncio de la palabra de Dios y por
la puesta en práctica de las enseñanzas de Jesús, conforme al Evangelio.
El ejército japonés comenzó a
llamar a todos los catequistas para que acudieran a comisaría, interrogándoles
sobre sus actividades y advirtiéndoles de que la prohibición de cualquier
práctica religiosa era total. Peter To Rot quiso explicarles que lo que hacían
no tenía nada que ver con la guerra, fue reprendido por ello y, ciertamente
contrariado, volvió a casa con el convencimiento de que tenía que seguir su
trabajo pastoral a pesar de haberse quedado prácticamente solo.
Salía por las noches, en secreto,
para rezar con algunos grupos. Daba una pequeña catequesis y, si era necesario,
bautizaba u oficiaba bodas. Era muy consciente de que, en ausencia de los
misioneros, él tenía que ejercer sus funciones de catequista, para no dejar
solas a las comunidades cristianas.
Acercándose el final de la guerra y
la más que probable derrota del ejército japonés, las autoridades del país
nipón quisieron ganarse el favor de los papúes y recuperaron costumbres del
pasado. Una de ellas fue la poligamia. Esto hizo que Peter To Rot confirmase
totalmente su compromiso con el sacramento del matrimonio. A la necesidad de
mantener viva la llama de la fe, ahora se sumaba la obligación de velar para
que estas prácticas contrarias a las enseñanzas de Jesús, ya casi desterradas
de la cultura de su pueblo, no volviesen.
Inició así una cruzada abierta
contra la poligamia, lo que le llevó a enfrentarse con algunas personas de
poder, policías, jueces… que querían tener como esposas a mujeres ya casadas.
To Rot se enfrentó directamente a las autoridades que se convirtieron en sus
enemigos, entre ellos, uno con suficiente poder como para ordenar su arresto,
el policía To Metapa. Pronto fue llamado a declarar en comisaría sobre sus
actividades religiosas. Peter To Rot confirmó que seguía haciendo lo que le
correspondía como catequista y, al reafirmarse sobre su postura frente a la
práctica de la poligamia, tuvieron la excusa perfecta para retenerlo.
Durante el tiempo de internamiento,
mostró una actitud serena y una clara convicción de que había hecho bien en
denunciar la práctica de la poligamia y defender el matrimonio cristiano,
además de seguir con el servicio a las comunidades. Nunca mostro arrepentimiento
y se mantuvo firme en su fe y sus obligaciones como catequista.
Finalmente, en los primeros días de
julio de 1945, Peter To Rot se encontraba resfriado. No hizo falta una
sentencia firme, ni un método de muerte oficial. Aprovechando su refriado, el
médico le administró una inyección y le hizo tomar un supuesto medicamento. Al
poco, con ganas de vomitar, el médico le tapó la boca y murió.
Al lugar acudió el policía To
Metapa, el causante de su detención y dijo: “Él, el ‘chico de la misión’,
estaba muy enfermo y ha muerto”.
* Agradecemos
la colaboración de la Oficina de Comunicación de los Misioneros del Sagrado
Corazón y al padre Tomás Ravaioli, IVE
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