Alboroto en Tesalónica

Lectura Orante | P. Marcos Plante, msc  

Alboroto en Tesalónica

Esta vez, en Tesalónica, la capital de Macedonia, Pablo y Silas tuvieron unas semanas de éxitos en su predicación, pero, como otras veces, tuvieron que salir huyendo por el celo de unos judíos. Léase los versículos de Hechos 17, 1-10, destacándose las palabras más importantes.

1° Interpretación: Al llegar a Tesalónica, después de un largo caminar desde Filipos, Pablo y Silas encontraron allí una sinagoga donde se reunían los judíos todos los sábados. Durante tres semanas, fueron presentando a Jesús de Nazaret como Mesías crucificado por las autoridades, pero resucitado por su Padre Dios, y muchos judíos, dejándose convencer, formaron la comunidad creyente de Tesalónica. Además, algo nuevo sucedió, unos griegos y entre ellos algunas mujeres distinguidas creyeron en Jesús como Mesías divino.

Este éxito suscitó el celo de los judíos fanáticos de la ley mosaica y buscaron unos ociosos malvados para que alborotaran la ciudad contra Pablo y Silas. Su meta era acosarlos, y acudieron a la casa donde se alojaban, la casa de Jason. Al no encontrarlos se apoderaron de Jason y algunos otros hermanos de la comunidad para acusarlos, delante de las autoridades, de traicionar al emperador, pues, anunciaban otro rey. Después de exigir una fianza, las autoridades los soltaron por falta de pruebas; mientras tanto, Pablo y Silas partieron de noche hacia otra ciudad.

2° Meditación: Admiro la valentía de estos misioneros, Pablo y Silas, que van de ciudad en ciudad predicando. Su primera meta busca convencer a la comunidad judía que se reúne todos los sábados en las sinagogas. También unos paganos de origen griego se agregan a la fe en Jesús resucitado. Se destacan entre ellos unas mujeres distinguidas. En mi misión personal quiero predicar en todas las capillas donde se reúnen los creyentes, pero no quiero descartar los lugares públicos donde se reúnen los que no van a la iglesia. Jesús mismo predicaba en la orilla del lago, en las colinas y en las llanuras, al aire libre, además del templo. Yo sé, también, que la persecución no puede faltar porque algunos ven sus intereses amenazados. Poco importa, pues, el Resucitado me acompaña en todo momento.

3° Oración: Canten al Señor, bendigan su nombre; anuncien día tras día su salvación. Hablen de su gloria y de sus maravillas ante todos los pueblos y naciones. Digan a las naciones: ¡El Señor es rey! El afianzó el mundo para que no se mueva; él gobierna a los pueblos con igualdad. Salmo 96, 2-3.10. Señor en este momento, te encomiendo a todos los misioneros, dentro o fuera de su patria, que anuncian la Buena Nueva del Señor resucitado presente en la vida de los creyentes.

4° Contemplación: Me encanta caminar con Pablo y Silas; oírlos predicando en las sinagogas. Oigo el júbilo de los que creen en la buena y grandiosa Noticia de Jesús crucificado y resucitado para nuestra salvación. Primero oigo el júbilo de los judíos, pero también el gozo de los griegos que descubren un sentido a su vida pagana. Me entristece el rechazo de algunos judíos que, por su celo de la ley mosaica, no puede disfrutar del mensaje de perdón. Veo a Pablo y Silas salir huyendo otra vez, de noche, pero para seguir predicando en otro pueblo que los acoja. No pierden la esperanza. ADH 835