Vocacionales | P. Osiris Núñez, msc
Llamados por
naturaleza
Cuando hablamos de vocación, lo primero que pensamos o
asociamos a este término, es la vida sacerdotal o la vida religiosa masculina o
femenina, reduciendo la vocación a un estado de vida consagrado de la vida
eclesial. Es una noción errónea, pues la vocación es la invitación
intrÃnseca con la que el ser humano es creado, para participar de la vida
divina.
En los capÃtulos 1 y 2 del Génesis, vemos como Dios
crea al ser humano en un estado de gracia que le hace ser partÃcipe de la
plenitud divina, del estar junto a Dios; por eso la imagen del jardÃn del
edén, que manifiesta un estado armónico de la creatura con el creador (GS 24).
La caracterÃstica principal de esta armonÃa creacional es la libertad en la que
el ser humano ha sido creado, la cual es el signo eminente de la imagen divina
en el ser creado (GS 17). Dios deja en nuestras manos la propia decisión para
que le busquemos y nos adhiramos a él, alcanzando la plena y bienaventurada
perfección.
Sin embargo, el ser humano desde el comienzo de la
historia, abusó de esta libertad, inclinándose a planes y proyectos
contrarios a los que Dios les habÃa invitado (Gn 3). El alejarse de la
invitación de Dios y practicar a su manera y conveniencia la libertad en la que
fue creado, llevó al ser humano por caminos de autodestrucción, que son
manifestados en el libro del Genesis en los episodios de la expulsión del
jardÃn (Gn 3,23), el asesinato de Abel (Gn 4), el diluvio (Gn 6,5-7) y la destrucción
de Sodoma y Gomorra (Gn 18, 16ss). Sin embargo, en estos episodios señalados,
vemos que no todos se han alejado del camino de Dios; todavÃa hay algunos que
son fieles al llamado realizado por el Creador a participar de la vida divina
desde la libertad en la que han sido creados.
El llamado de Dios sigue siendo el mismo, no cambia;
solo cambia la época y las circunstancias históricas en la que vive el ser
humano. Dios llama hoy al ser humano a la vida, pero no cualquier vida, sino la
vida que busca el encuentro pleno con el Creador. Este encuentro pleno se
realiza constantemente cuando se escucha la voz de Dios que impulsa a hacer el
bien y evitar el mal (Gs 16).
En el secularismo del siglo XXI,
esta invitación de Dios, esta vocación a la que estamos llamados por el hecho
de ser creados por Dios, se diluye en el activismo agresivo de la vida humana
manipulada por el mercado. La vocación con la que hemos sido creado pierde
carácter y, por consiguiente, en la meta o en el alcance de plenitud del ser
humano, el Ser de Dios ya no entra, ya no tiene cabida.
Pero la llamada de Dios siempre está ahÃ: “mira,
que estoy a la puerta y llamo” (Ap 3,20). Es la
invitación que tenemos por nuestra propia naturaleza, por nuestra condición de
seres creados por Dios. Es la vocación que Dios nos da y que nos invita
continuamente, para que desde nuestra libertad respondamos a su llamado. El
responder a este llamado, es querer participar de la vida divina, pues hemos
sido creados por Dios para estar junto a él y darle plenitud a la creación de
la cual somos parte. ADH 848.
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