Entrevista | Redacción Amigo del Hogar
Padre Emerson de León:
cada misión es aceptar el plan de Dios en mi vida
El P. Emerson de León MSC, dominicano
con vasta experiencia misionera ha regresado a Issoudun, Francia, donde presta
el servicio de Párroco y colabora en la Basílica Nuestra Señora del Sagrado
Corazón de Jesús, cuna de la fundación de los MSC, desde hace 3 años y medio.
Nos visitó “para encontrar los compañeros, para ver cómo va mi Provincia MSC y
para descansar especialmente”, ese era su plan, según nos cuenta.
ADH. Emerson, ¿Qué significa para ti tu
misión en Issoudun?
Emerson:
Nosotros los Misioneros del Sagrado Corazón fuimos fundados justamente en
Issoudun en 1854 por el P. Julio Chevalier y la casa donde vivimos en
comunidad, es la casa que él mismo construyó. Y seguimos preguntando:
¿Colaboras con una comunidad local?
Nosotros somos una comunidad
internacional. Somos ocho compañeros MSC ocupándonos de la Basílica y también
de la parroquia y somos de cinco nacionalidades: dos compañeros de la India,
uno de Indonesia, uno de Camerún, dos de Suiza, uno de Francia y yo de
República Dominicana.
¿Cómo les facilita y desafía esa
composición?
Es muy interesante, es una experiencia
muy rica porque se conocen otras culturas, se conoce también la manera de ser
misionero en otros países, es realmente muy rica la experiencia; sin embargo,
hemos tenido naturalmente que adaptarnos, profundizar sobre la cultura de cada
uno para poder aceptar al compañero tal como él es. Es muy importante y es una
riqueza extraordinaria. Puedo decir realmente que nuestra comunidad es una
comunidad muy linda, es una comunidad donde hemos aprendido a conocernos, a
apoyarnos y a trabajar como equipo, que es lo más importante.
¿Cómo impacta sus vidas este tiempo de
Pandemia?
El primer desafío
es cómo dar servicio a la gente justamente en medio de esta epidemia, por
ejemplo, dar servicio a las personas más vulnerables, sobre todo a las personas
mayores, los enfermos tanto en el hospital como en los diferentes hogares de
ancianos y también en la parroquia.
El segundo desafío
es la comunidad, porque no es lo mismo cuando uno entra y sale de la comunidad,
que cuando uno está permanentemente en la comunidad; entonces es un gran gran
desafío y sin embargo, eso nos ha ayudado enormemente para convivir más entre
nosotros, para compartir, para inventar, para crear, tener momentos para
nosotros, rezar, porque en la vida cotidiana rezamos juntos, pero después nos
dispersamos, mientras tanto que ahora en este tiempo de pandemia hemos sacado
mucho espacio para rezar juntos y rezar en sintonía también con la gente que es
algo muy importante, a través de los medios de comunicación sobre todo del Internet
es un espacio que hemos empleado.
¿Esta es tu primera experiencia
misionera fuera del país?
(Risas). Hace 20 años que estoy fuera
del país. Mi primera experiencia misionera fuera del país fue en Burkina Faso
en África Occidental. Ahí pasé cinco años. Después cuatro años en Puerto
Príncipe, Haití. Seis años en Canadá en Quebec, un año en Ottawa y ahora ya,
casi cuatro años en Francia, es decir que me ha tocado vivir en tres
continentes.
Y en esa vivencia ¿encuentras muchas
coincidencias o no?
Si. Justamente es la fe, es la
confianza de la gente, es la creencia. Hay muchas creencias comunes también en
las diferentes culturas, pero eso realmente me conecta, pero sobre todo la fe y
la manera de vivir la fe también de la gente a profundidad y creo que esos son
los dos elementos esenciales.
En el modo de ser Iglesia ¿cómo
percibes esa realidad?
Enormemente, ahí si cambia todo; es
decir la manera de ser Iglesia, de vivir la liturgia es diferente, cambia de
una cultura a otra, no es lo mismo vivir la liturgia con un gulmanché en
Burkina Faso, que vivirla ahora con la feligresía en
el centro de Francia donde estoy o con los quebequenses, o con los dominicanos
o con los haitianos. La cultura determina mucho la liturgia, enormemente.
Entonces también uno aprende a vivir esto y a manifestar la fe de diferentes
maneras.
¿Qué te ha aportado a ti esas experiencias
misioneras?
Me han enriquecido. Me ha enriquecido
enormemente, pero sobre todo he aprendido algo, que es muy importante, la
humildad. ¿La humildad por qué? porque cada misión te lleva a comenzar
prácticamente de cero, es como hacerse niño: tienes que aprender la cultura,
tienes que aprender también la lengua, la manera de comportarte, de vestir,
todo, entonces uno comienza prácticamente de cero; cada misión me lleva a eso,
a vivir la humildad y aceptar el plan, el proyecto de Dios en mi vida.
¿Tú crees que los misioneros estamos
haciendo esfuerzos para responder a estas nuevas realidades?
Me parece que sí, incluso a nosotros en
la comunidad, pues hay compañeros de diferentes países que nos piden una
charla, una conferencia sea vía WhatsApp o por Facebook o por otros medios,
ahora muy de moda a través del Zoom o de Skype, nos piden también. Entonces sí,
se nota este deseo de vivir la internacionalidad, de compartir experiencias, se
vive en la congregación, naturalmente que todavía tenemos que dar muchos pasos
a ese nivel, pero ha sido muy positivo.
Ahora que nos visitas, ¿qué cambios
percibes aquí en estos años?
Yo creo que la mentalidad ha cambiado,
quizás la mentalidad actual del dominicano va más acorde con los cambios
mundiales. En ese sentido creo que ha habido cambios.
¿Percibes cambios en la Iglesia
dominicana veinte años después?
Como signo de esperanza, creo que es el
trabajo de mucha, pero mucha gente. Aquí he visto a pesar del COVID, muchas
Iglesias con bastante gente, con mucho deseo de participar, eso me parece muy
positivo, cosa que no veo tanto en la Iglesia donde yo estoy actualmente. Pero
aquí sí lo he visto, ese deseo de la gente de participar, de comulgar, de verse
con los ojos en las Iglesias.
Creo que también la mentalidad de la
Iglesia va cambiando a ese nivel, aunque hay elementos que se están olvidando
un poco, el mismo que acabo de subrayar, la cercanía con el pobre y el trabajo
con los pobres, pero la mentalidad ha ido cambiando. Me parece, yo lo veo, lo
palpo, lo vivo, es como si fuera prácticamente la misma mentalidad, un poco en
casi todas partes. La misma mentalidad que yo encontré en Canadá es la misma
prácticamente que encuentro aquí o la misma que encuentro también en Europa,
como que es una mentalidad globalizada, la mentalidad actual del dominicano.
ADH. ¿Cómo llegas a Issoudun? ¿Piensas
regresar pronto con nosotros?
A mí me pidieron -fue el P. McDonald,
qepd, quien me solicitó-. Él era superior general en ese momento. Me solicitó
para que viniera a Issoudun a mí y a los otros compañeros de diferentes países,
pero con un contrato. El contrato fue por seis años para ser miembro de la
comunidad y en la parroquia yo puedo estar hasta nueve años si fuera necesario;
son tres años renovables tres veces, que son nueve años. Pienso terminar mi
segundo período y quizás después iría donde la comunidad me mande, donde pueda
prestar otro servicio, sea en Canadá, Haití, Cuba o donde sea, pero mi
disposición es ir donde la comunidad me envie. ADH 854
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