Hermandad del Corazón de Jesús | Equipo HSCJ
El Rosario: En oración con
María,
Madre de Jesús
Con ocasión de una Solemnidad del Sagrado
Corazón, y en nombre de la Administración General, el Superior General de los
Misioneros del Sagrado Corazón nos invitó a volver sobre el Corazón de Jesús y
la misericordia.
En carta enviada a los MSC alrededor del mundo, el fallecido padre Marcos McDonald (epd), nos decía: “Hay en la Iglesia muchas y hermosas tradiciones que hablan de la compasión y de la misericordia (por ejemplo la de Santa Faustina y la de la Beata Teresa de Calcuta), pero éstas no son nuestra tradición ni son el don que nosotros hemos recibido para compartirlo en la Iglesia”.
Para ser fieles a nuestras
tradiciones propuso volver a leer al fundador, el padre Julio Chevalier, quien
fue muy explícito cuando escribió:
El Corazón de Jesús, siendo el Corazón de Dios, es
esencialmente misericordioso, es lo propio de su naturaleza…
La Santísima Trinidad puso en su Corazón para nuestro
bien, todos los tesoros de su ternura y amor. Por eso el Sagrado Corazón los ha
derramado profusamente sobre todos los infortunios con que ha tropezado. Su
acción en la tierra no fue condenar, sino perdonar; no la de rechazar a los que
sufren, sino confortarlos; no la de abandonar la oveja perdida, sino la de
devolverla al redil; no la de rechazar a los pecadores, sino iluminarlos y
convertirlos; no la de volver la espalda a los enfermos, sino curarlos; no para
extinguir el pábilo humeante, sino para hacerlo arder brillantemente; no para
pisotear la caña resquebrajada, sino para enderezarla sólidamente. Este es el
Sagrado Corazón, ¡Cuánta bondad y cuánta misericordia!
La misericordia es una cualidad de toda
verdadera relación- incluso entre Jesús y el Padre- incluso ¡entre yo y mis
hermanos de comunidad! Jesús, como Hijo
de Dios, nos muestra la enorme misericordia del Padre. La Hermandad es una
comunidad de misericordia.
Reflexión personal y
grupal
· Sigamos a Lucas 18, 35-43.
El ciego de Jericó, cuando le dijeron que era Jesús que pasaba, le gritó:
“¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí”! (v. 38).
· Reflexión a partir del
texto: Momentos en que he sentido muy especialmente esa compasión de Jesús, a
quien grito. ¿Cuál es mi reacción ante quienes piden compasión? ¡Soy compasivo
como Jesús, para no pasar de largo con indiferencia o menosprecio?
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