Sueños | Revista Humanizar
Vivo en la calle de
los sueños
Pero qué son los sueños.
Allan Hobson, el investigador que describió las fases REM y No REM de los
sueños (en referencia actividades motoras oculares que traducen actividad
cerebral, REM significa Movimiento
Rápido de Ojos) define los sueños como:
“La actividad mental que
ocurre en el sueño se caracteriza por una imaginación sensomotora vivida que se
experimenta como si fuera la realidad despierta, a pesar de características
cognitivas como la imposibilidad del tiempo, del lugar, de las personas y de
las acciones; emociones, especialmente el miedo, el regocijo, y la ira, predominan
sobre la tristeza, la vergüenza y la culpabilidad y a veces alcanzan una fuerza
suficiente para despertar al durmiente; la memoria, incluso de los muy vívidos,
es tenue y tiende a desvanecerse rápidamente después de despertarse a no ser
que se tomen medidas especiales para retenerlo”.
Fisiología de los sueños
Desde el punto de vista
fisiológico las ensoñaciones, los sueños se dan en cualquier etapa del periodo
de sueño, pero se han descrito diferencias entre los sueños que se dan en la
fase REM de la fase no REM.
Los sueños de la fase REM
son más largos, se perciben con más nitidez, suelen ser raros y estrafalarios,
más cargados emocionalmente y menos relacionados con nuestra vida normal, que
los que se narran cuando nos despertamos en la fase No REM. Por el contrario
los que surgen del despertar en las fases No REM contienen más representaciones
de nuestras preocupaciones cotidianas y son más de tipo pensamiento y menos
como imágenes.
Todo esto se corresponde
con activaciones de sustratos anatómicos del Sistema Nervioso Central, porque
entran a formar parte muchos elementos cerebrales. Por eso podemos indicar que
los sueños no son exclusivos de la especie humana, sino de todo ser biológico
que presente un sistema nervioso suficientemente desarrollado; el que no los
puedan expresar no significa que no se den.
Significado de los sueños
S. Freud, pionero en la
interpretación de los sueños, como base de su terapia psicoanalítica, expuso
que los sueños representan la realización de un deseo por parte del soñador,
incluso los sueños tipo pesadilla. Hay sueños negativos de deseos, donde lo que
aparece es el incumplimiento de un deseo. Freud considera que todo sueño es
interpretable, es decir, se le puede encontrar su sentido y a interpretarlos
dedica su obra La interpretación de los sueños, expone que los sueños son
expresión del mundo subconsciente, y por ello considera muy importante su
interpretación porque permiten aflorar ese mundo inconsciente. Esa teoría fue
muy criticada en los años 70-80 de la pasada década, entre otros por Hobson y
que ahora está plenamente reconocida por este autor, aunque con matices.
José Antonio García
Higuera indica los beneficios psicológicos que tienen los sueños, señalando que
actúan sobre la memoria emocional activando los circuitos cerebrales asociados
a la emoción, y que lo que consolida el sueño es la actitud, entendida como
preparación a actuar, y al no tener acción se manifiesta solo el componente
emocional. Por otro lado, Seligman, indica que en el sueño se producen
actividades caóticas y que nuestro cerebro tiene que organizarlas para dar
coherencia, porque no admite el caos, y esta organización son las
manifestaciones oníricas.
Sueños y humanización
De lo que se ha expuesto
se puede entender el difícil control que tenemos sobre la actividad onírica,
puesto que son parte del subconsciente, solo podemos permitir que afloren para
intentar un mejor conocimiento de la persona, de mí persona.
Pero entonces por qué
quiero realizar mis sueños. ¿Por qué me tengo que empeñar en perseguir los
sueños de mis deseos?
Podemos entender que los
sueños tienen un carácter de irrealidad en su concepción, pero al mismo tiempo
pueden suponer un elemento propulsivo para llevar a cabo acciones. Martin Luther King nos
mostró ese camino: “I have a dream!” (Tengo un sueño),
en el que expresaba cómo quería que fuera el mundo y la sociedad, donde
imperara la justicia (no en sentido legal, sino en sentido ético), donde las
personas pudieran convivir sin importar raza, religión, etc. Este es un sueño
ético al que me quiero apuntar a lo largo de mi vida.
Porque como he dicho, me estoy
criando en la calle de los Sueños, entre la calle de la Felicidad y la calle de
la Fantasia, y algo de esto tienen que tener mis sueños.
Mis sueños nacen de la
fantasía de lo que quiero ser, a dónde voy a llegar, qué mundo quiero
construir, cómo quiero que sean mis relaciones, sociales y de pareja, cómo voy
expresar mis valores personales, es llegar a ser alguien todavía no real
(fantasía) pero camino de serlo, por eso debo poner mi empeño en perseguir y
alcanzar mi sueño.
Este ideal de vida, de mi vida,
lo construyo como una manera de alcanzar la felicidad. Ya sé que la felicidad
es algo vago e intangible, pero me construyo para alcanzar esta felicidad, no
de manera efímera, sino de manera cotidiana. Empezar cada día con el empeño de
ser feliz y ayudar a otros a alcanzar la felicidad. Porque en los sueños, en
nuestros sueños, podemos alcanzar el ideal de felicidad que cada uno busca.
Y, sí, entiendo que estas
actitudes me humanizan, me hacen reconocer el humus, el barro del que todos
estamos hechos y suponen un compromiso y una responsabilidad. Compromiso y
responsabilidad que son las que fundamentan una ética humanista. Me comprometo
conmigo y con la sociedad para hacer realidad mi sueño de ser persona y me
responsabiliza para dar cumplida cuenta de cómo he actuado para conseguirlo.
Publicado en Revista Humanizar
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