A Debate | Fran Otero
Ley
trans: «Vamos a dejar caer a chicos y chicas en un agujero»
La propuesta, que ya ha superado el bloqueo en el
Congreso de los Diputados, no ha tenido en cuenta la opinión de la profesión
médica y deja fuera de los procesos a los profesionales de la salud mental
A medida que avanza la conocida ley trans —ya
ha superado el periodo de enmiendas parciales en la Comisión de Igualdad del
Congreso, en la que se tramita— las voces en contra crecen. En las últimas
semanas, se han posicionado numerosas sociedades médicas. Lo han hecho la de
Psiquiatría y Salud Mental, la de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia,
la de Pediatría… Y también la Organización Médica Colegial (OMC), que agrupa a
los colegios de médicos de España. En todos ellos, aparecen ideas comunes. En
primer lugar, que esta proposición se ha hecho de espaldas a los profesionales
sanitarios, sobre todo los de la salud mental, a los que se deja fuera. Su
opinión no será necesaria para que una persona, adulta o menor, pueda cambiar su sexo legal. De hecho, según la
Asociación Española de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia, se da la
paradoja de que la ley establece que un funcionario del Registro Civil debe
informar a la persona que solicite el cambio de las consecuencias jurídicas de
ese acto, pero no recoge que un profesional comunique el impacto en la salud
mental.
Además de eliminar los requisitos médicos, la
proposición de ley, que no toca el tema de los tratamientos hormonales ni la
cirugía —recuerda que están incorporados como prestación en el Sistema Nacional
de Salud y en legislaciones complementarias autonómicas—, solo establece la
necesidad de dos comparecencias en el Registro Civil con un periodo de
reflexión de tres meses entre ambas para hacer efectiva la modificación.
Además, permite que esta decisión la puedan tomar menores desde los 14 años.
«No poner límites a los adolescentes es una omisión
de auxilio»
José Luis Carrasco
Psiquiatra
«Se pretende que la autodeterminación de género sea
un acto libre, un derecho fundamental. A la medicina esto le parece algo
disparatado científicamente», afirma a Alfa y Omega José
Luis Carrasco, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de
Madrid y jefe de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital
Clínico San Carlos. Luis Miguel Pastor, catedrático de Biología Molecular en la
Universidad de Murcia y presidente de la Asociación Española de Bioética y
Ética Médica, explica que para los que defienden la ley trans la intervención
de la medicina «estaría medicalizando una situación que ellos consideran
normal» y, por tanto, se convertiría en «un instrumento de opresión y
limitación de la autonomía». «Es una visión estrecha y reducida. La medicina
tiene como objetivo el bien del paciente, cuidar su integridad. Así, puede
ayudar a conocer si lo que pasa es patológico o no», añade.
En el caso de los menores es especialmente grave,
pues, continúa Carrasco, no tienen ni una madurez ni una voluntad consistentes
para tomar una decisión de este calibre que, en muchos casos, vendrá acompañada
de la petición de tratamientos hormonales o incluso la cirugía, como denuncian
las familias a través de colectivos como Amanda. En su opinión, la adolescencia
es una etapa donde son habituales los problemas de identidad, también de
orientación sexual, que se resuelven con el tiempo. Casos que nada tienen que
ver con la disforia o discordancia de género, cuya realidad se advierte desde
una edad más temprana. «Estas dudas en la adolescencia pueden dar paso a una
decisión irreversible. Tenemos casos de chicos o chicas que piensan que con la
transición va a acabar el sufrimiento, pero los problemas no desaparecen.
Entonces ya vienen a psiquiatría, con unos destrozos tremendos, con trastornos
graves, intentos de suicidio, rabia porque nadie les advirtió, culpa…», añade
el psiquiatra.
A él han acudido en ocasiones familias y
adolescentes motu proprio: «Viene el chico o la
chica que quiere cambiar y los padres con la posición contraria. No hago de
juez, sino que intento validar ese sentimiento, madurarlo y convertirlo en un
proceso. No puede ser una decisión impulsiva, un acto rápido e idealizado. En
casi todos los casos que hemos tratado, la mayoría se ha quedado en una
posición intermedia, sin tomar una decisión drástica».
«La ley busca imponer un modelo antropológico.
Quiere cambiar la sociedad»
Luis Miguel Pastor
Biólogo molecular
Con todo, el médico está convencido de que esta ley
traerá más problemas —multiplicará los casos— y advierte: «Estamos omitiendo el
auxilio a personas vulnerables, adolescentes que van a tomar una decisión sin
estar seguros, condicionados por el entorno o por los impulsos de la edad. No
poner límites es una omisión de auxilio. Estamos dejando caer a chicos y chicas
en un agujero. Lo estamos viendo y sabemos que va a pasar. Mi sentimiento es de
compasión hacia los que se van a meter en el agujero y que podrían tener una
salida buena a su crisis adolescente».
Luis Miguel Pastor concluye afirmando que la
proposición de ley tiene «un sentido pedagógico», pues se quiere utilizar «para
cambiar la sociedad». «Busca imponer un modelo antropológico con la justificación
de la defensa de una minoría. Se parte de la base del pensamiento posmoderno de
que se puede adecuar la realidad a lo que uno piensa», explica a este
semanario.
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