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    martes, 20 de diciembre de 2022

    Noche de Paz


    Reflexión | Miguel A. Munárriz/FA

     


    Noche de Paz


    Lc 2, 1-14

    «Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».


    Lo que vieron los ojos fue un muchacho y una muchacha entrando apresuradamente en Belén. Iban agobiados porque ella estaba encinta, anochecía y se acercaba su hora. Recorrían las posadas pidiendo alojamiento, pero, abarrotadas, no tenían sitio para ellos. María apretaba los dientes para sofocar el dolor y la zozobra porque veía que el tiempo se le agotaba y no tenían a dónde ir. José suplicaba impotente y desgarrado, consciente del sufrimiento de su esposa. Al fin, un posadero les ofreció la cuadra para que María pudiese dar a luz con alguna intimidad.


    Ya era noche cerrada. Los candiles de aceite situados en una de las paredes apenas lograban disimular las tinieblas en que se hallaba sumido el establo. José encontró un rincón un poco menos sucio que el resto, lo limpió con cuidado, cubrió el suelo con las mantas de viaje que llevaban consigo y acomodó a María.


    Tras el parto, se acurrucaron en aquel rincón sonriendo al niño que acababa de nacer; felices con su hijo en el regazo y envueltos en una gran paz que contrastaba con el trance angustioso que acababan de vivir. Algún pastor de los alrededores oyó el llanto del niño en aquel lugar insólito y se acercó. Vio a María y José sonrientes en su rincón, pero ateridos de frío y extenuados de cansancio. Fue presuroso en busca de sus compañeros y volvieron con mantas y el poco alimento que llevaban en sus zurrones. Hicieron fuego y todos pudieron participar de la paz infinita de aquel momento.


    Pasó lentamente la noche y llegó el alba. Parecía que todo seguía igual, pero todo había cambiado, porque lo que realmente había sucedido era que el mundo, que caminaba en tinieblas, se había visto envuelto en una gran claridad. Como dijo el Ángel a los pastores: «En la ciudad de David, ha nacido un salvador: el Mesías, el Señor».


    Que Jesús hubiese nacido así es una magnífica señal. Si hubiera nacido en el Templo de Jerusalén, hijo de reyes y rodeado de gente importante, todos podríamos decir: “más de lo mismo” ... Pero nace desapercibido para todos los poderes y anunciado a los marginales; y ésa es la mejor señal de que todo ha cambiado. Es la señal de que por fin Dios está con los que le necesitan, que Dios está para salvar, no para oprimir, que ningún poder opresor tiene nada que ver con Dios; que Dios no está con los poderosos para asegurar su poder, sino con las víctimas de su poder para liberarlos.


    Como decía Ruiz de Galarreta: «El signo de la Navidad es la luz en la noche, vista solo por los más sencillos. La noche sigue siendo noche, sigue habiendo dolor, vejez y desgracia, nos siguen apeteciendo mil cosas que destrozan nuestra vida… Vivimos en la noche, pero en la noche hay luz para ver mejor y poder caminar por la vida sin tropiezo».


    «Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» … Para ver a Dios, mirad a ese niño.


    Publicado por Feadulta.com


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