Jueves de Cine | Julio Pernús
Para vencer al rey del infierno necesitamos la armadura de Dios
Apuntes sobre la pelÃcula El Exorcista del Papa, protagonizada
por Russell Crowe
No suelo ver pelÃculas de terror, pero un amigo de mi esposa que vive
en Ecuador nos la recomendó, y movido por la curiosidad y el seguimiento de la
etiqueta "basado en hechos reales" me aventuré a ver El
exorcista del papa, protagonizada por Russell Crowe, una historia con
variadas lecturas sobre la religión y en la que debe ser destacado lo
esperanzador que resulta —en este convulso siglo XXI— ver una
trama donde la fe derrota al mal.
Cuando el bien se tambalea, triunfa el infierno. El director
Julius Avery (que también dirigió Operación Overlord) interpela ese
argumento para poner a disposición del espectador la vida de Gabriele Amorth,
un sacerdote que ejerció como exorcista principal del Vaticano y realizó más de
cien mil exorcismos a lo largo de su vida. Amorth escribió dos libros de
memorias donde detalló sus experiencias luchando contra Satanás y ese argumento
sirvió de fuente para el guión.
La trama se desarrolla en julio de 1987, cuando el Dicasterio para la
Doctrina de la Fe desea disolver el puesto de exorcista del Vaticano en manos
del P. Amorth. Para los católicos hay varias miradas crÃticas en el filme
sobre la Iglesia y su historia. Destaca el rol de la Santa Inquisición como una
institución que, según se cuenta en la trama, juzgó a un gran porcentaje de
personas psicóticas como diabólicas, varias de esas decisiones costaron la vida
de los acusados. La vida de fray Alonso de Ojeda, primer inquisidor
general, es escrutada como la presencia del maligno en medio de la catolicidad.
Se maneja la tesis de que el mal suele hacer más daño cuando logra, como decÃa
san Ignacio, utilizar las herramientas del bien para destruir la caridad
humana.
La Asociación Internacional de Exorcistas (AIE) —fundada en 1994,
precisamente por el padre Amorth—, describió al nuevo filme como “contrario a
la realidad histórica” y “ofensivo” respecto al estado de sufrimiento de los
poseÃdos. “Los exorcistas también hicieron notar que Julius Avery, director de
la pelÃcula, pareciera estar interesado en la "llamativa asociación entre
el exorcista y el famoso gladiador de hace veinte años y no en el espÃritu de
servicio que mueve al primero en su ministerio de consolación”.
Los espectadores podrán disfrutar de una obra argumentativa que
interpela la religión como dogma de perfección, saliendo del cliché de una
simple apologÃa. El padre Gabriele Amorth es, sobre todo, un “ser humano” que
ha decidido trenzar su vida al catolicismo desde el encuentro profundo y
personal con Jesús. Ese acontecimiento que cambió su ser ocurrió en una
frontera existencial de la humanidad, la Segunda Guerra Mundial, donde peleando
como partisano contra el nazismo, decidió cambiar su arma por el hábito
sacerdotal y tratar de rescatar vidas para Dios.
Un elemento a destacar del guión es el de la confesión como sacramento
nuclear del catolicismo. No es desacertado el diálogo del P. Amorth
con el prelado español donde le manifiesta la idea de que “es el
sufrimiento inaceptado lo que hace que el alma busque desesperadamente una
conexión, y esa es la puerta de entrada del demonio”, de ahà la importancia
explicitada en El exorcista del papa del poder de la
oración y la fe como armaduras de Dios que nos permiten vencer al mal, sea cual
sea nuestra situación existencial.
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