Temas de Salud | Nitsy Croocke*
La cara oculta de la
perfección
“El
amor propio es el principio de una historia de amor eterna”, escribió Oscar
Wilde. Esta frase nos lleva a reflexionar sobre la importancia de aceptarnos y
amarnos tal y como somos, pero ¿cómo podemos admirar nuestra diversidad en un
mundo lleno de estereotipos que te dicen cómo debe ser la persona perfecta? El
famoso noventa, sesenta, noventa como ideal de belleza en las mujeres, ha sido
desencadenante importante en torno a la discriminación, estigmatización y,
claramente, el posterior desarrollo de trastornos relacionados a la
alimentación.
La
presión social para encajar en estándares de belleza irreales es palpable.
Diariamente somos testigos de cómo la publicidad y la televisión bombardean, en
mayor proporción a las mujeres, con imágenes retocadas y cuerpos
"perfectos" y vemos cómo de manera crónica estas idealizaciones van
generando una sensación de insuficiencia y autocrítica que pueden dar lugar a
trastornos alimentarios como son la anorexia y la bulimia, especialmente en las
adolescentes y jóvenes.
En
la pirámide de Maslow, que nos expresa un modelo de necesidades humanas, vemos como en su tercer eslabón nos
menciona la necesidad de amor y pertenencia, esta necesidad es la que nos lleva
a buscar la perfección para así sentirnos suficientes y tener la aprobación de
nuestro círculo, esta búsqueda insaciable de querer ser perfectos para los
demás nos lleva a una cascada de sucesos que en su curso va calando la psiquis
y dejando en su cauce rozaduras que pueden tener un alto costo.
Es cierto que las redes sociales han
venido a revolucionar el mundo, mucho se ha hablado sobre sus beneficios y las
cosas no tan buenas de estas. Como joven, navegar por estas herramientas donde
las personas solo muestran lo conveniente, es un reto diario evitar querer
lucir perfecta. Usar cuál o tal filtro, andar en busca de mi mejor perfil o
cuál pose me hace lucir mejor son de las preocupaciones que me invaden y me
hacen pensar: sí esa soy yo, que aún en esos pensamientos soy capaz de entender
que nada de eso define quien soy o puedo ser, ¿qué será de aquellas jóvenes y
adolescentes que apenas están empezando a descubrirse y a valorarse?
Definitivamente, la presión social que existe en las redes es un determinante
importante no solo del desarrollo de trastornos alimentarios, sino también de
trastornos del estado de ánimo como la depresión, ansiedad y otras enfermedades
mentales. Para nadie es un secreto que
las redes sociales sirven como plataforma para la competición y para vender una
imagen no tan real de la realidad, pero que nos sirve para sentirnos valorados
y admirados por los demás. La inconformidad personal y el no recibir la
aprobación esperada entonces conduce a una baja autoestima y a la
autoinvalidación.
Bien
dijo Gabor Maté y cito: “La herida de la infancia es lo que hace que las
personas se enfermen". Traigo a colación esta frase porque muchos
trastornos de la alimentación vienen, de igual forma, desde el seno familiar.
Frases como: “Tienes que cuidarte, yo también era como tú y mírame ahora”, “Deja
de comer tanto que a los hombres no les gustan las mujeres gordas” y otras
tantas, son frases comunes en nuestra sociedad. Todos hemos sufrido en algún
momento ese reencuentro con un amigo o un familiar que hacía tiempo no veíamos
y que la primera frase es: “Ay, estás gordito” o en el caso contrario: “Wao,
qué flaca estás”.
La
realidad es que estamos expuestos a una sociedad donde todos tienen una
opinión, por lo cual, es importante entender que todos tenemos la
responsabilidad de amarnos tal como somos, pero más importante, es que debemos
de empezar a derribar barreras y crear un espacio para la comprensión y el
apoyo, reestructurar las percepciones, superar estigmas y brindar un entorno de
aceptación y cuidado recordando la célebre frase de Frederick Douglas: “Es
más fácil criar a niños fuertes que reparar a hombres rotos”.
*Estudiante
de Medicina
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