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    martes, 20 de mayo de 2025

    ¿Cuál era el sueño de tu Mamá?


    Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín

     


    ¿Cuál era el sueño de tu Mamá?

     

    Cuando era niña, veía a mi madre con sus paquetes de hilos, agujas y una cinta para medir, y con ellos tomarnos las medidas de las ropitas que nos confeccionaría. Aún recuerdo los vestidos de bolitas verdes con blanco que hizo para mí y mi hermana más pequeña a la cual nunca le gustó.

     

    Muchas veces la vi cansada en la noche haciendo costuras. Muchas veces la vi levantarse muy de madrugada para ir a trabajar a una fábrica donde cosía con otras madres. A veces despertaba cansada y enferma, pero con ánimo en el corazón y una sonrisa en sus labios, para aportar a la alimentación de sus cinco hijos, mientras mi padre estaba trabajando también en Santiago.

     

    Yo me levantaba a esa hora, para colaborar con su comida o ayudarla a planchar su ropa, la cual siempre llevaba impecable y así enseñarnos lo bueno que hay en dar vestidos, aunque no se tengan muchos recursos.

     

    En esos momentos nunca pensé ¿Cuál era su sueño? Simplemente la veía coser y a todo el mundo le dije que mi madre era una excelente modista y que cosía muy bien.

     

    Quizás pensé que mi madre podría ser una gran diseñadora de modas por el ingenio, la innovación y ese don maravilloso que Dios le ha dado, ya que hace unos bordados sorprendentes. 

     

    Al recordar estos momentos de mi madre, hoy me hago la pregunta: ¿Cuál era el sueño de mi mamá? En seguida, la llame vía telefónica y le hice la tan admirable pregunta. Mi madre hizo silencio y buscaba en sus adentros, recuerdos que, en el momento, no fueron de su aprecio y comienza a decirme:

     

    Cuando éramos niños, no soñábamos, no había sueños. El sueño de mis hermanos pequeños y yo era, la hora en la que íbamos a almorzar algo. Soñábamos con comer al medio día como cualquier familia, ya que no teníamos los recursos necesarios para alimentarnos.   

     

    Pero si, cuando era muy jovencita, junto a mi madre, visitamos a un señor político que se llamaba Augusto Lora, para pedirle que me regalara una máquina de coser. Él me dijo que en el instante no tenia, pero que volviera, a lo que nunca volví. No volví, porque para volver, había que caminar como 8 kilómetros a pie, a una finca y sin tener quien iba a transportar la máquina de coser, no podía pagar un carro. A lo que a lo lejos se escuchaba a mi padre decir, oh y por qué no fuiste en burro. Y ahí mi madre uso un refrán que usa mucho, “que era más la sal, que el chivo”.

     

    Lugo la interrumpí e insisto en la pregunta: ¿Para qué querías la máquina de coser? Para aprender a trabajar y dejar de pasar trabajo. Mi sueño era ganar dinero, tener comida suficiente, tener ropa digna, para que mis hijos en el futuro no pasaran los trabajos que pasamos mis hermanos y yo, cuando éramos niños.

     

    Luego le pregunte a mi madre: ¿Cambiarías tu sueño, por nosotros, tus 5 hijos?

     

    Mi madre sin titubear y muy alegre me dice: “Ni por todos los millones del mundo, cambiaría mi sueño por mis hijos”. Tampoco los cambiaría por toda la comida que existiera en el mundo, porque si la tuviera se la daría a ellos y a sus nietos.

     

    Le respondí con alegría, mira cuando vino a cumplirse ese sueño, después que todos crecimos. Ahora tienes comida suficiente, ropa, zapatos, medicamentos, gracias a Dios.

     

    En esos momentos sentí mis ojos llenarse de lágrimas de emoción, esa emoción que da la satisfacción, de tener una madre que, desde muy joven hilara y tejiera nuestros sueños con empeño y ternura, a pesar de todas las precariedades por las que pasó, hoy es bendecida por Dios.


    Hace unos días, mis hijos me preguntaron ¿cuál era mi sueño? A lo que me quedé unos instantes reflexionando y no pude responder de una vez cual era mi sueño. Mi sueño era ser una cantante y aunque no cumplí mi sueño en un gran escenario, hoy puedo cantar a mis hijos antes de dormirse y, lo más hermoso que alguien puede hacer en la vida, es cantar para Dios y la Virgen María.  

     

    Muchas veces los sueños de una madre son olvidados por una mayor aspiración, el bienestar y la crianza de sus hijos.

     

    Hoy, hay que dar gracias a nuestras madres por su tiempo dedicado a cada uno de nosotros, incluyendo cada trasnoche. Por su cuidado, por escucharnos por horas, por defendernos. Por despertarnos cada mañana e inclusive repetidamente, lo que tenemos que hacer hasta de adultos.

     

    Hay una madre que conocí hace un tiempo, y cuando le hablé del artículo, me dijo que un sueño que siempre ha añorado es tener una casita en el campo y disfrutar de esa hermosa naturaleza que nos regala Dios, donde la paz, la tranquilidad se junten para cantar: Casita del Campo tan linda, tan bella y llena de esplendor.

     

    Gracias a cada Madre en especial a la mía, por renunciar a sus sueños por cada uno de nosotros, ya que su sueño siempre es vernos felices y en salud.

     

    Si aun no le has preguntado a tu madre ¿Cuál era su sueño? Te invitamos a hacerlo y nos dejas tu comentario.





     

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