Fe y Vida | Patricia Ynestroza
Papa León XIV: Ante tus
heridas del corazón, Jesús se detiene, escucha y sana
El Papa León
XIV nos invita en esta catequesis a dirigir nuestra mirada hacia un aspecto
central de la vida de Jesús: sus curaciones. Pero no se trata solo de milagros
físicos; se trata de la sanación del alma, del corazón, de aquellas partes de
nuestra vida que permanecen heridas, paralizadas o rotas.
Esta mañana,
el Papa León XIV ha continuado sus catequesis sobre la vida de Jesús. En esta
ocasión ha hablado de las curaciones que Jesús hizo.
En este
contexto, el Papa nos invitó a que cada uno de nosotros presentemos ante el
Corazón de Cristo las partes más doloridas o frágiles nuestras, “aquellos
lugares de nuestras vidas en los que nos sentimos paralizados y bloqueados”.
“¡Pidamos al
Señor con confianza que escuche nuestro grito y nos cure!”
El personaje
que nos acompaña en esta reflexión del Santo Padre nos ayuda a comprender que
nunca hay que abandonar la esperanza, incluso cuando nos sentimos perdidos. Que
vivamos con esperanza, que clamemos sin miedo y soltemos nuestros “mantos” para
poder caminar libres y dignos junto a Cristo. La catequesis con una exhortación
del Pontífice: llevemos nuestras heridas y las de quienes amamos ante el Señor.
Clamemos también por ellos. Con la certeza de que Jesús no solo escucha, sino
que se detiene, se acerca, levanta y sana.
El testimonio de Bartimeo
El Papa nos
guía en esta meditación a través de la figura de Bartimeo, el ciego mendigo de
Jericó. A primera vista, es un hombre marginado, silenciado por la multitud y
olvidado en el camino. Pero en él encontramos una fuerza interior poderosa: la
esperanza que no se rinde.
El nombre
"Bartimeo" significa “hijo de Timeo”, pero también podría traducirse
como “hijo del honor”. Paradójicamente, dijo el Papa en su catequesis, se trata
de un hombre humillado, excluido y solitario. Sin embargo, este contraste nos
revela una gran verdad: la dignidad de cada persona permanece, incluso, en la
miseria más profunda.
Gritar desde el abismo
“¿Qué podemos
hacer cuando nos encontramos en una situación que parece sin salida? Bartimeo
nos enseña a apelar a los recursos que llevamos dentro y que forman parte de
nosotros. Él es un mendigo, sabe pedir, ¡es más, puede gritar! Si realmente
deseas algo, haz todo lo posible por conseguirlo, incluso cuando los demás te
reprenden, te humillan y te dicen que lo dejes. Si realmente lo deseas, ¡sigue
gritando!”
Mientras Jesús
se dirige a Jerusalén desde las profundidades de Jericó —una ciudad situada
bajo el nivel del mar, símbolo de descenso a los "infiernos" humanos—
Bartimeo no se queda callado, señaló el Papa. Clama con fuerza: “¡Jesús, Hijo
de David, ten piedad de mí!”. Esta súplica se convierte en una de las oraciones
más veneradas de la tradición cristiana oriental y occidental. El mensaje del
Papa en su catequesis:
“Dios escucha
todos los gritos, incluso los más desesperados. Nada se pierde para el oído
atento del Señor”
Dejar el manto y levantarse
El gesto de
Bartimeo al arrojar su manto antes de ir hacia Jesús es profundamente
simbólico, dijo León XIV. El manto era su protección, su refugio, su único
bien. Abandonarlo significa exponerse por completo, dejar atrás las falsas
seguridades que nos atan al dolor y nos impiden avanzar. El Papa subraya: para
sanar, hay que mostrarse vulnerable.
Jesús no lo
cura de inmediato, sino que lo llama, lo hace participar en su propia sanación,
preguntándole: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Y es que siendo parte activa de
nuestra sanación, asumiendo nuestras responsabilidades, hace que la sanación
verdadera comience desde el momento que reconocemos nuestro deseo de ser
transformados.
Recuperar nuestra dignidad
Bartimeo no
solo pide volver a ver. Desea recuperar su dignidad, mirar la vida con una
nueva perspectiva, erguirse ante un mundo que lo había hecho inclinar la
cabeza.
“La respuesta
de Bartimeo es profunda: utiliza el verbo anablepein, que puede significar «ver
de nuevo», pero que también podríamos traducir como «levantar la mirada».
Bartimeo, de hecho, no solo quiere volver a ver, ¡también quiere recuperar su
dignidad! Para mirar hacia arriba, hay que levantar la cabeza. A veces las
personas se bloquean porque la vida las ha humillado y solo desean recuperar su
valor”
Y cuando Jesús
lo sana, no lo obliga a seguirlo. Le da libertad. Pero Bartimeo, ya sanado y
liberado, elige seguir a Jesús por decisión propia. Ha descubierto, dijo por
último el Papa, que ese Camino es el verdadero sentido de su vida.
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