Nuestra Fe | Alessandro Di Bussolo
El Papa al
Meeting: para que triunfe el diálogo, los creyentes deben osar la profecía
En su mensaje
al obispo de Rímini para la 46.ª edición del encuentro promovido por Comunión y
Liberación, firmado por el cardenal Parolin, León XIV escribe que para servir a
Dios hay que abandonar «la idolatría del beneficio» que ha comprometido la
justicia y la paz, y traducir el Evangelio «en formas de desarrollo
alternativas» a aquellas «sin equidad ni sostenibilidad».
«Ya no podemos
permitirnos resistirnos al Reino de Dios, que es un Reino de paz». Y donde los
responsables de los Estados y de las instituciones internacionales «parecen no
lograr que prevalezcan el derecho, la mediación y el diálogo, las comunidades
religiosas y la sociedad civil deben osar la profecía». Lo escribe el Papa León
XIV al obispo de Rímini, Nicolò Anselmi, en el mensaje para el 46º Meeting por la
Amistad entre los pueblos, firmado por el Secretario de Estado, el cardenal
Pietro Parolin. Una profecía que pide abandonar «la idolatría del beneficio»
que ha comprometido la justicia y la paz, para «servir al Dios vivo» y traducir
el Evangelio «en formas de desarrollo alternativas a las vías de crecimiento
sin equidad ni sostenibilidad». Así, «el desierto se convierte en un jardín» y
la «ciudad de Dios», anunciada por San Agustín, «transfigura nuestros lugares
desolados».
El tema: «En los lugares desiertos construiremos con
ladrillos nuevos»
El mensaje se
inspira en el tema del Meeting 2025, que se celebra del 22 al 27 de agosto en
la Feria de Rímini, cita veraniega promovida por el movimiento Comunión y
Liberación, «En los lugares desiertos construiremos con ladrillos nuevos», que,
subraya, es una invitación a la esperanza «que no defrauda». En el desierto,
ante todo, nace el pueblo de Dios, que solo en su camino entre sus asperezas
«madura la elección de la libertad». Y el Dios bíblico «lo hace florecer como
un jardín de esperanza». Los monjes y monjas habitan el desierto «en nombre de
todos nosotros», junto al «Señor del silencio y de la vida». El Papa aprecia
que una de las exposiciones del Encuentro esté dedicada al testimonio de los
mártires de Argelia, en los que «resplandece la vocación de la Iglesia a
habitar el desierto en profunda comunión con toda la humanidad, superando los
muros de desconfianza que enfrentan a las religiones y culturas», imitando
íntegramente «el movimiento de encarnación y donación del Hijo de Dios».
Los numerosos diálogos del Meeting
Según se lee
en el mensaje, los «ladrillos nuevos» con los que construir «ese futuro que
Dios ya tiene reservado para todos, pero que solo se abre cuando nos acogemos
unos a otros» serán los «diálogos entre católicos de diferentes sensibilidades
y con creyentes de otras confesiones y no creyentes». Para «osar la profecía»,
las comunidades religiosas y la sociedad civil deben «dejarse empujar al
desierto» y ver qué puede surgir «de tanto, demasiado dolor inocente». Para los
católicos italianos, se trata de «caminos de educación a la no violencia,
iniciativas de mediación en los conflictos locales, proyectos de acogida que
transformen el miedo al otro en oportunidad de encuentro», que León XIV
recomendó a los obispos italianos promover, en la audiencia del 17 de junio.
Para hacer de cada comunidad una «casa de paz», «donde se aprende a desactivar
la hostilidad a través del diálogo, donde se practica la justicia y se custodia
el perdón».
Para los ladrillos nuevos se necesitan «las víctimas
de la historia»
El Pontífice,
por lo tanto, anima a «dar nombre y forma a lo nuevo, para que la fe, la
esperanza y la caridad se traduzcan en una gran conversión cultural». Y en el
mensaje se cita al «querido Papa Francisco» y la «opción por los pobres» como
categoría teológica de la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium. Dios, de
hecho, «ha elegido a los humildes», «a los que no tienen poder», y «se ha hecho
uno de ellos, para escribir su historia en nuestra historia». También recuerda
la encíclica Fratelli tutti y la petición de incluir a quienes «tienen otro
punto de vista, ven aspectos de la realidad que no se reconocen en los centros
de poder donde se toman las decisiones más determinantes». Y para tener
ladrillos nuevos, se necesitan «las víctimas de la historia», los «hambrientos
y sedientos de justicia», los «operadores de paz, las viudas y los huérfanos,
los jóvenes y los ancianos, los migrantes y los refugiados, el clamor de toda
la creación». Porque, según se lee en el mensaje, «negar las voces de los demás
y renunciar a comprenderse son experiencias fallidas y deshumanizantes» y a
ellas «hay que oponer la paciencia del encuentro con un Misterio siempre otro,
del que es signo la diferencia de cada uno».
El cristiano no puede tolerar la desertificación del
mundo
Por lo tanto,
la presencia de los cristianos en las sociedades contemporáneas, «desarmada y
desarmante», debe traducir el Evangelio del Reino «en formas de desarrollo
alternativas a las vías de crecimiento sin equidad ni sostenibilidad». Para
servir al Dios vivo, subraya el papa León XIV, hay que abandonar «la idolatría
del beneficio que ha comprometido gravemente la justicia, la libertad de
encuentro y de intercambio, la participación de todos en el bien común y,
finalmente, la paz». No sigue a Cristo, añade, «una fe que se aleja de la
desertificación del mundo o que, indirectamente, contribuye a tolerarla». Por
lo tanto, también hay que vivir con creatividad la revolución digital, que
«corre el riesgo de acentuar las discriminaciones y los conflictos». Solo así
la agustiniana «ciudad de Dios» transfigura «nuestros lugares desolados». La
Virgen María, «Estrella de la mañana», es la oración final del Papa, que
sostiene el compromiso de todos los participantes «en comunión con los pastores
y las comunidades eclesiales en las que están integrados». Estos deben actuar
en armoniosa sintonía «con todos los demás miembros del Cuerpo de Cristo»,
obedeciendo así al Espíritu Santo, como pidió León XIV en la homilía de la
Vigilia de Pentecostés con los Movimientos, Asociaciones y Nuevas Comunidades,
el 7 de junio de 2025.
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