Nuestra
Fe | P. Ciprián Hilario, msc
Fe, Perseverancia y Salvación
Homilía Domingo XX del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Queridos
hermanos y hermanas en Cristo:
Hoy,
en este Domingo XX del Tiempo Ordinario del Ciclo C, las lecturas nos invitan a
reflexionar sobre el fuego transformador que Jesús trae al mundo. En el
Evangelio de Lucas (12,49-53), Jesús proclama: "He venido a
prender fuego a la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!".
Este fuego no es destructivo, sino purificador, apasionado y divisorio, que nos
llama a una fe radical. Pero esta imagen se entreteje con las otras lecturas:
el profeta Jeremías (38,4-6.8-10), quien sufre por anunciar la verdad, y
la carta a los Hebreos (12,1-4), que nos urge a perseverar como atletas
en la fe, fijando la mirada en Jesús.
En
nuestra realidad actual, marcada por divisiones políticas, crisis climáticas,
polarización en redes sociales, guerras y tensiones familiares por valores
opuestos, este fuego de Jesús nos interpela directamente. No es un mensaje de
comodidad, sino de conversión urgente. A continuación, señalo 7
elementos clave sobre "He venido a prender fuego al mundo",
integrando todas las lecturas y adaptándolos a nuestra vida cotidiana, para que
este fuego encienda nuestras vidas y comunidades.
1-
El fuego como pasión profética y purificadora: Jesús anhela que el
mundo arda con el fuego del Espíritu Santo, que quema las injusticias y
purifica los corazones. En Jeremías, el profeta es arrojado al pozo por
denunciar la corrupción, simbolizando cómo la verdad profética genera
conflicto, pero también rescate divino a través de Ebed-Mélec. Hoy, en un mundo
de desigualdades económicas y ambientales, este fuego nos impulsa a ser
profetas contra la indiferencia, como activistas que luchan por la justicia
social, recordando que el fuego purifica el oro, no lo destruye.
2-
El fuego que trae división, no paz superficial: Jesús aclara que no
viene a traer paz falsa, sino división, incluso en familias (Lc 12,51-53).
Esto conecta con hebreos, donde se nos invita a resistir el pecado hasta la
sangre, como Jesús en la cruz. En nuestra realidad, vemos divisiones en hogares
por temas como migración, derechos humanos o fe versus secularismo; este fuego
nos desafía a elegir la verdad de Cristo por encima de la armonía cómoda,
fomentando diálogos honestos en lugar de silencios cobardes.
3-
Perseverancia en la carrera de la fe ante la oposición: Como en Hebreos
(12,1-4), rodeados de una nube de testigos, debemos correr con los ojos en
Jesús, quien soportó la hostilidad. El fuego de Jesús es el motor de esta
perseverancia. Jeremías, hundido en el barro del pozo, representa la
tentación de rendirse, pero es rescatado. Hoy, en tiempo por el estrés
laboral, pandemias o crisis de fe, este elemento nos anima a encender el fuego
interior para no desfallecer, como atletas espirituales en una sociedad que
premia la mediocridad.
4-
El fuego como bautismo de sufrimiento y redención: Jesús menciona su
"bautismo" (Lc 12,50), refiriéndose a su pasión y muerte. Esto
resuena con Jeremías, cuya vida es amenazada por los poderosos, pero salvada
por la intervención de un extranjero (Ebed-Mélec, el etíope). En el mundo
actual, con persecuciones a cristianos en zonas de conflicto o discriminación
por creencias, este fuego nos invita a abrazar el sufrimiento como camino de
redención, inspirándonos en figuras modernas como defensores de derechos humanos
que arriesgan todo por la verdad.
5-
Llamado a ser rescatadores en un mundo hundido: En Jeremías,
Ebed-Mélec interviene ante el rey para sacar al profeta del pozo,
mostrando que el fuego de Dios se propaga a través de actos de coraje.
Integrado con el fuego de Jesús, esto nos urge a ser "bomberos
espirituales" que encienden esperanza. Adaptado a hoy: en medio de
crisis migratorias o mentales, donde muchos se hunden en "pozos" de
depresión o pobreza, debemos actuar como Ebed-Mélec, abogando por los
vulnerables en políticas públicas o comunidades locales.
6-
El fuego que transforma la oposición en testimonio: hebreos nos exhorta a no
cansarnos ante la oposición de los pecadores (12,3), similar al rechazo que
enfrenta Jeremías. Jesús, al prender fuego, sabe que generará resistencia, pero
esto fortalece la fe.
7-
Esperanza en el fuego ya encendido por Cristo: Finalmente, Jesús desea
que el fuego arda ya (Lc 12,49), y en hebreos vemos a Jesús sentado a la
derecha de Dios tras la cruz, simbolizando victoria. Jeremías es rescatado,
prefigurando la resurrección. En la realidad que vivimos, con desafíos globales
como el cambio climático (un "fuego" literal que amenaza la
tierra) o guerras que dividen naciones, este fuego nos ofrece esperanza:
Cristo ya lo ha encendido en nosotros mediante el bautismo, invitándonos a avivarlo
en eucaristías y acciones solidarias, para que el mundo sea renovado en amor y
justicia.
Hermanos,
que este fuego de Jesús no nos queme por fuera, sino que nos encienda por
dentro. Salgamos hoy a propagarlo en nuestras familias, trabajos y
sociedades, perseverando como Jeremías, corriendo como en hebreos, y
dividiendo lo falso de lo verdadero como Cristo. ¡Que el Señor nos bendiga y
nos haga portadores de su fuego transformador! Amén.
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