Los
discípulos enviados a anunciar el Reino de los cielos
Léase
atentamente este texto de Mateo 9,36 a 10,4. Se apuntan con cuidado las
palabras que llaman la atención por llevar un mensaje típico.
1º Interpretación del texto: Jesús veía la situación de su
pueblo desorientado, lo que se evidenciaba en la vida de los cojos, mudos y
ciegos que él sanaba caminando de pueblo en pueblo. Se trataba para él de todo
un pueblo que inspiraba compasión y necesitaba pastores nuevos que lo orientaran
hacia la liberación que trae consigo el Reino de los cielos. Por eso Jesús
recomendó la oración a los discípulos: “La cosecha es abundante, pero los
obreros pocos. Rueguen por tanto al dueño de la cosecha que envíe obreros a
recogerla.”
Y entonces,
Jesús asumió una decisión importante; él llamó a sus doce discípulos a entrar
en acción y les dio poder para expulsar demonios y sanar enfermedades y
dolencias. Se trataba de una decisión tan crucial que, por disposición solemne,
se cita el nombre de los doce que iban a realizar este proyecto. Son doce pues,
totalizan los actores del nuevo pueblo a semejanza de las doce tribus de
Israel.
Aquí está la
lista: Simón llamado Pedro, Andrés su hermano; luego Santiago y Juan los hijos
de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos;
Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el cananeo, y Judas Iscariote, el
que lo entregó. Una lista bien detallada que muestra la resonancia que éstos
iban a tener en la tarea de liberación que trae el Reino de los cielos.
2º Meditación: Yo mismo me hago muy atento a la advertencia del Maestro
que habla de la cosecha abundante y de la falta de los obreros. Es que la
situación del pueblo es deprimente: Jesús constata mucha desorientación en su
pueblo y yo sé que la misma desorientación está vigente en medio de este mundo
en que vivo. Tenemos también nosotros demonios que expulsar y enfermos de toda
índole que sanar. Jesús mandó a los doce apóstoles a iniciar la tarea, pero nos
incluye también en ella. Nos llama a rogar al dueño de la mies para saber
enfrentar el desafío y nos manda, como a los doce primeros discípulos, a que
transformemos este mundo deprimente en un mundo animado a vivir la fraternidad
y la felicidad, pues, el Señor brinda el Espíritu para realizarlo.
3º Oración: “Canten al Señor, bendigan su nombre, celebren día tras
día su victoria. Propaguen su grandeza entre las naciones, sus maravillas entre
todos los pueblos. Que exulten ante el Señor que viene a gobernar la tierra: Él
gobernará con justicia al mundo, a las naciones con fidelidad.” Sal 96, 2-3.13.
Con el salmista, Señor, reconozco que sólo tú y los que te invocan pueden aportar
paz, justicia y felicidad a este mundo en busca de su salvación.
4º Contemplación: Este momento señala una coyuntura crucial por la
decisión que Jesús está tomando. Él instituye la Misión mandando a doce
discípulos para ejecutar la tarea del Reino de los cielos, formando un nuevo
pueblo que le pertenece. Los doce se sienten honrados de la confianza que les
brinda Jesús. Además, saben que Jesús les acompaña con el poder de su Espíritu para expulsar demonios y sanar enfermedades y
dolencias.
Me cuelo yo
entre ellos para esta tarea tan sublime.
ADH 806.
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