Jesús y la salud
En días pasados el teólogo español José María Castillo,
decía que una de las preocupaciones de Jesús durante su ministerio fue la salud
de la gente, y es algo que fácilmente comprobamos al leer los evangelios, pues
lo que más aparece en ellos son los relatos de milagros, donde Jesús cura a
muchos enfermos, tal parece que encontramos a un Jesús que no es indiferente
ante este problema que es inherente a la condición humana.
El criterio de enfermedad que se tenía en Israel era
que se producían por un castigo de Dios a consecuencia del pecado del hombre
(Ex 11,4s; Lev 26,16; Det 28,22), pero también es causada por demonios y otras
fuerzas misteriosas del submundo (Job 18,13; Sal 91,6); en los evangelios
nosotros encontramos esta misma concepción (Lc 13,16; Jn 5,14; 9,2), pero tal
parece que Jesús, aunque se asocia a estas concepciones, pues él era un hijo de
su tiempo, va más allá (Jn 9,1-3; 11,4), y es lo que le da ciertos matices
diferente a la obra sanadora que él realiza.
La medicina en los tiempos bíblicos tenía también el
mismo matiz religioso que la enfermedad: si Dios es quien permite la
enfermedad, pues el mismo da la sanidad mediante la oración, el sacrificio y
los ayunos (2Sam 12,16; 2Rey 20,2-11; Eclo 38,9-12). Israel no tenía un gran conocimiento en medicina debido a la
prohibición de tocar los cadáveres (Num 19,10-12), que era lo que ayudó a los
egipcios y mesopotámicos a los avances en medicina, además de que el médico no
era bien visto en Israel (2Cro 16,12-13), pues todo estaba reducido al Dios
Yahvé. Cualquier curación relativa a la medicina estaba reducida a vendajes y
ungüentos con vino, higos y hiel de pescado (Tob 11, 8.13-15). Jesús, tal
parece que no reprueba la medicina, pero niega su carácter de necesidad y
aparece cierta ironía en los evangelios hacia la misma (Mc 5,26), pero él
reconoce dicha actividad (Mt 9,12; Mc 2,17; Lc 5,31). San Ignacio de Antioquía
va a ser el primero en llamar médico a Jesús.
En el Antiguo Testamento nosotros encontramos una
gran actividad sanadora por parte de los profetas de Israel, como el caso de Elías
y Eliseo (1Rey 17,17ss; 2Rey 5), Jesús como ellos cura enfermedades, no se
muestra insensible ante la necesidad de salud que tiene la gente, la cual
parece mucha en su época, además de que él se mueve entre los pobres y
marginados del Israel de entonces, de ahí tenemos por un lado un Jesús que
capta lo que la gente necesita y con el poder de Dios responde ante dicha
necesidad, da cierta prioridad en su quehacer a lo que sus destinatarios
requieren, les anuncia la palabra, proclama la llegada del Reino, pero este
debe darse a través de un quehacer que responda a la sanación de las
necesidades de la gente, en este caso la necesidad de salud que hay.
Creo que no tenemos, y tal vez nunca sabremos el
número de enfermos que había en la Palestina de Jesús del siglo I, pero por lo precario de los
conocimientos médicos y la actitud religiosa predominante en la sociedad de
entonces, hacia los médicos y la medicina, el problema debía de ser grande y
abundante, y de ahí la respuesta de Jesús ante tan acuciante y presente problema. No
descartamos la intención teológica o de fe que tenía y entraña cada milagro y
la búsqueda por parte de los evangelistas de presentar las dotes
extraordinarias de su personaje principal, pero tal parece que la intención de
ayuda y auxilio por parte de Jesús, lo rebasa. Por lo tanto, en un mundo precario para
los pobres en el renglón salud, la actitud nuestra debe ser la de Jesús. Hay luchar y
trabajar por mejores condiciones de salud para nuestros hermanos más pobre,
como una de las categorías importante a la hora de predicar e implantar el
reino. ADH 833.
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