Cultura y Vida | Jahuil Alexander Doroteo P., MSC
Diálogo necesario entre ciencia y ética
Esta era, marcada por los avances a nivel de la
biología y la medicina, muestra un desarrollo significativo para la humanidad.
En este sentido, la ciencia y la ética trabajaban de la mano en el desarrollo
de ambas, lo cual cambió gracias al progreso científico-técnico, donde ciencia
y técnica han marcado un nuevo estilo de vida y una nueva manera de pensar, centrándose
en la comprobación empírica. Por este motivo, el ser humano actual parece tener
una fe ciega en los avances científicos, que se refleja en la medicina, la cual
ha logrado un notable progreso en las técnicas de reproducción humana,
contracepción, etc. Sin duda esto genera nuevos problemas y valores donde la
ética debe dar su opinión.
Una apuesta por la vida presenta varios principios éticos a tener en cuenta, tales como, el de beneficencia, el de autonomía y el de justicia
Por ende, del diálogo de las ciencias de la vida y
la moral nació la bioética, la cual hace referencia a la moral de la vida. Ella
hace una reflexión interdisciplinar en relación con los desafíos morales de los
avances de la ciencia y las técnicas biomédicas. En este sentido, la moral
cristiana hace su reflexión desde la razón y la fe para presentar sus
orientaciones éticas.
Por ello la ética debe partir de las ciencias
humanas, porque ellas le dan contenido concreto para la determinación de los
valores. En ese sentido, para la bioética el presupuesto de su reflexión es el conocimiento
sobre el hombre. Esto ha permitido la creación de comités de ética que velan
por la licitud moral en ciertos procedimientos médicos.
Eugenio Alburquerque, en su obra Bioética, Una
apuesta por la vida presenta varios principios éticos a tener en cuenta,
tales como, el de beneficencia, el de autonomía y el de justicia. Ellos ayudan
a una comprensión del ser humano desde su dignidad y muestran las exigencias
éticas por parte de la sociedad. Gracias a estos reglamentos se puede
cuestionar a la ciencia y la técnica sobre el fin de sus investigaciones.
De esta manera, ellas deben reconocer que poseen
límites y su trabajo tiene la prioridad de ayudar al desarrollo integral de la
persona y no a su destrucción. Por lo tanto, la bioética frente a una sociedad
movida por los intereses económicos y políticos, tiene el mandato de seguir promoviendo
el impulso humanizador y la dignidad de la persona.
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