Reflexiones | Mons. Telésforo Isaac
¿Por qué cometer delitos si
conoces las consecuencias?
Este es un asunto que llama la atención para
motivar una reflexión sobre virtudes y debilidades humanas; pues, a diario y
continuamente oímos, leemos o sabemos de informaciones de las virtudes y las
debilidades humanas en el país y en el mundo. En este momento histórico hay
informaciones de una posible transgresión que afecta el ejercicio ético del
servicio de un ministerio del gobierno. Se debe esclarecer esta presunción y
tratarlo con justicia para ser declarado nulo o sancionar los implicados de
acuerdo con las leyes. Es inaceptable lo que ocurre con funcionarios
administrativos que cometen delitos a pesar de las advertencias de las
autoridades gubernamentales, no obstante, las leyes, reglamentos jurídicos y
los artículos de la Constitución vigente.
Son contraproducentes las acciones de
corrupción que ocurren en esta época de manera consiente, planificada,
deliberadamente, o tal vez inconsciente a causa de la debilidad de la
naturaleza humana. Es un contrasentido, intolerable e ineludible de ser
enjuiciado. Cometer delitos sin aparente sentimiento de remordimiento,
culpabilidad y vergüenza, es una afrenta directa a las autoridades y flagrante
desprecio de lo que clama y espera el pueblo de los empleados del Estado.
Por otra parte, y aún más inconcebible, es
saberlo de un personaje que alcanzó un alto escalafón en la excelsa prestigiosa
institución eclesial donde tiene los privilegios más viables para una persona
de dignidad a quien no falta nada esencial para vivir bien acomodado; pues
se supone que, ciertamente disfruta de facilidades materiales, goza con
vigorizada fe, espiritualidad y confraternidad de amor con testimonio de
humildad.
Es sumamente difícil aceptar, tolerar casos de
personas en estándares de noblezas y de quien se espera moralidad y reflejo de
virtudes, sea sujeto que se deslice a la condición de llegar a ser reo de la
justicia humana y de la posible sanción divina.
Las virtudes y debilidades son características
propias de la naturaleza del ser humano. Es necesario estar alertados para
estar conscientes del dilema; ya que puede ocurrir lo no deseable si se resbala
y socaba la esencia de la moralidad y cae en el estado despreciable de la debilidad.
El Apóstol San Pablo nos dejó en la Epístola a
los Romanos 7: 14 – 25, una importante conjetura de la debilidad humana. En
sumario escribió: “Soy débil, vendido como esclavo al pecado. No entiendo el
resultado de mis acciones; pues, no hago lo que quiero y en cambio aquello que
odio es precisamente lo que hago”. Sin embargo en otro instante, rectifica y se
expresó afirmando: “He aprendido a hacer frente a cualquier situación; pues,
todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Haga suya esta afirmación de fe y
esperanza. ADH 850
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