A debate |
Jahuil A. Doroteo Pereyra
Ética del bioderecho
Según Blázquez el bioderecho o derecho
de la vida nace del intento de regular, por parte de los cuerpos legislativos,
los abusos y la falta de sentido de responsabilidad, provocado por hechos
acontecidos en la biotecnología. Lo contradictorio es que, se ha sustituido la
ética por regulaciones políticas, lo cual se inclina al consenso político y no
a los principios éticos de la razón. Por lo tanto, las leyes mal elaboradas
pueden favorecer a que continúen los abusos y no se respete la vida. En
relación a ello, la Donum vitae expone
que la ley civil no puede sustituir a la conciencia, ni el sentido de la
responsabilidad por el imperio de las normas legales convencionales. En este
sentido, el Estado no debe apoyar leyes que estén en contra de la vida.
Nuestro autor siguiendo a la Evangelium vitae, expresa el desacuerdo
con algunas legislaciones que reconocen la eutanasia y el aborto, hasta querer
presentarlas como un derecho que el Estado debe avalar. En este sentido, se
apela a la voluntad de la mayoría para realizar estas prácticas, porque creen
que en la convicción colectiva sabemos qué es moral. Por tanto, pensarla de forma relativista, para
que todos nos toleremos y no caigamos en autoritarismo, no es la respuesta.
Gracias a esta visión de la moral, se siguen cometiendo crímenes contra la
humanidad. Ante ello, la democracia no puede sustituirla y debe promover el
respeto a la vida humana y no partir de las mayorías parlamentarias.
Esto quiere decir, que la ley civil no puede
sustituir la conciencia ni dictar normas para ella. Por ende, es legítima la
objeción de la misma ante leyes y partidos que promueven el aborto y la
eutanasia. En muchas circunstancias, es una manera de luchar contra la
injusticia y la persona que realiza esta acción, debe estar libre de sanciones
legales, económicas por tomar esta decisión.
El teólogo plantea, que muchas regulaciones parten
en relación a técnicas biomédicas avanzadas, de una antropología insostenible,
al no respetar la vida humana desde antes de nacer hasta su muerte. Debido a ello,
Blázquez expone algunos criterios para revisarlas: la ley debe respetar la vida
y oponerse en principio a la fecundación artificial heteróloga por usar
óvulos y semen de donantes, pues no considera los efectos negativos en los
hijos. Además, ella debería tolerar y regular la fecundación in vitro homóloga y los bancos de semen
y óvulos para fines científicos sin llegar a la fecundación. También, las
técnicas de laboratorio que ayuden al embarazo, de selección del sexo y
sancionar a las madres de alquiler.
Referencia:
Blázquez,
N., Bioética, La nueva ciencia de la vida, Madrid, 2000.
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