Convivencia | Maricruz Howley/ADH
Todo niño
merece tener un primer mejor amigo
Desde
niña he sido una amante de las mascotas en especial de los perros, pues son
criaturas amables, protectoras y que ofrecen su amor hacia el humano de forma
incondicional.
Muchos
estudios han demostrado que estas mascotas son una gran ayuda terapéutica para
los autistas, enfermos terminales y para los ancianos son excelentes
acompañantes. Como mascotas de servicio para no videntes, enfermos de diabetes
tipo 2 y enfermos de epilepsia.
En estos
mismos estudios se ha demostrado que tener un perro de mascota desde la niñez
nos ayuda a desarrollar respeto hacia la vida y la naturaleza, nos ayuda en el
desarrollo físico y afectivo y, nos ayuda a relacionarnos mejor con otros
niños. Nos ayuda incluso con nuestro sistema inmunológico, pues la convivencia
con mascotas refuerza nuestro sistema y previene la aparición de alergias.
Aprendemos
sobre la responsabilidad, pues tenemos a nuestro cuidado no un juguete, sino un
ser vivo que necesita atención, alimento, limpieza, visitas al médico
veterinario y cariño, es decir que tener una mascota nos ayuda a ser mejores
seres humanos y nos ayuda a desarrollar la empatía hacia los demás y a
comunicarnos mejor.
Al tener
un perro como mascota podemos también entender mejor dos procesos vitales como
el nacimiento o la muerte. Si se espera un hermanito puede ayudarnos con los
celos fraternos o ante alguna perdida familiar la mascota es un apoyo que nos
ayuda con su compañía a sobrellevar la tristeza.
Tener un perro como mascota nos ayuda a ser mejores personas y nos ayuda a entender que toda vida merece ser respetada y cuidada, pues los primeros amigos de cuatro patas que nos acompañan a crecer y nos dan su cariño lo merecen y todo niño necesita un primer mejor amigo que mueva su colita en señal de afecto.
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