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Ciudad del Vaticano
Simposio Internacional de Teología (IV)
La presentación del Simposio Teológico
Internacional "Por una teología fundamental del sacerdocio",
organizado por la Congregación para los Obispos para el próximo año (Roma,
17-19 de febrero de 2022), fue realizada en la Oficina de Prensa de la Santa
Sede y transmitida en directo streaming.
En la conferencia intervino la profesora Michelina
Tenace, catedrática de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana.
Presentamos su intervención.
El simposio sobre el sacerdocio titulado "Por
una teología fundamental del sacerdocio" no pretende dar soluciones a los
problemas, sino arrojar luz sobre las raíces del sacerdocio para que el árbol
vuelva a dar frutos.
El cardenal Ouellet dice que "el sacerdocio
de Cristo y la participación de la Iglesia en este sacerdocio es una cuestión
crucial para nuestro tiempo".
No es un tema nuevo, sin duda.
¿Cuál es entonces la urgencia de reflexionar sobre
este tema?
El hecho de que hoy debamos pensar en el
fundamento fundamento único (sacerdocio de Cristo) que liga el sacerdocio
ministerial con el sacerdocio común de los bautizados.
Esta relación debe ser revisada en cada época
porque cada época expresa una comprensión diferente de la relación entre los
diversos miembros del mismo cuerpo, cada época elabora una eclesiología
actualizada sobre las necesidades del testimonio en la historia.
Hoy vemos que en muchas partes del mundo, los
obispos y los sacerdotes tienen dificultades para identificar qué cambios son
necesarios para que un sacerdote sea realmente un centinela del Reino de Dios,
un hombre llamado por Dios a santificar el mundo mediante el don de los
sacramentos del Reino.
Los cambios no pueden ser dictados por las presiones
culturales, pero tampoco deben excluir que en las cuestiones que empujan hacia
el cambio haya una llamada a liberar la fe de las incrustaciones del pasado.
Algunas cuestiones teológicas que se abordarán
1. Uno de los objetivos del Simposio es reflexionar
sobre la relación entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común.
En una introducción a un libro sobre los
ministerios, el Papa Francisco escribe que "El Pueblo Santo de Dios,
ungido por el Espíritu, es todo sacerdotal en cuanto participa del único
sacerdocio de Cristo". Sólo hay un sacerdote, Cristo.
La cuestión que se plantea, pues, es cómo entender
con respecto al único sacerdocio de Cristo el sacerdocio ministerial y el
sacerdocio común de los bautizados.
Por lo tanto, es importante entender por qué un
simposio sobre el sacerdocio llevará a hablar sobre el bautismo.
Recordemos que con el descenso del Espíritu Santo
nace la Iglesia.
Con el bautismo, donde desciende el Espíritu
Santo, nos convertimos en cristianos, participamos de la vida divina como hijos
en el Hijo.
Los ministros ordenados son indispensables porque
custodian la vida divina a través de los sacramentos de la Eucaristía y el
perdón de los pecados, el pueblo de Dios custodia la vida divina a través de la
construcción de la Iglesia en el testimonio de la caridad y el crecimiento de
los carismas. No se puede concebir uno sin el otro.
Cuando decimos que el sacerdocio ministerial y el
sacerdocio común de los fieles se refieren al único sacerdocio de Cristo,
estamos diciendo una verdad muy ardua: estamos diciendo que hay una responsabilidad
mutua entre la comunidad de los bautizados y los sacerdotes. La falta de
vocaciones sacerdotales significa que la comunidad cristiana se ha empobrecido:
no da ni recibe sacerdotes.
2. Otro tema importante es la teología de la
vocación
A cada uno su vocación. De hecho, es el
intercambio de dones y la atención a la vocación de cada uno lo que construye
la Iglesia de Cristo.
Esta es la idea directriz del Simposio:
profundizar en la teología del sacerdocio, reafirmar los rasgos esenciales de
la tradición católica sobre la identidad del sacerdote, liberándola quizás de
una cierta clericalización.
La clericalización es un peligro tanto para los
sacerdotes como para los fieles: identifica el sacerdocio con el poder y no con
el servicio, el ser un alter Christus en el altar como un privilegio y no como
una responsabilidad que concierne a todos los fieles.
El clericalismo se deriva de una visión aislada
del sacerdote, como alguien aislado, por encima de todos los demás. El Papa
Francisco llama a menudo la atención sobre este peligro.
En este enfoque erróneo se corre también el riesgo
de que los sacerdotes se vean aplastados por la idealización de la omnipotencia
o las pretensiones de los fieles.
3. La cuestión del celibato debe abordarse desde
la perspectiva de la vocación
Cuando se habla de la cuestión del celibato, hay
que entender que la verdadera cuestión se refiere a la vocación y a la
formación: si uno es llamado por Dios recibe también el don de vivir esta
llamada y la formación hace estos dones conscientes y manifiestos . Pero la
formación en los seminarios se ha revelado a menudo muy escasa precisamente en
el discernimiento de la vocación y la formación en la vida de comunión.
La cuestión que se plantea es que la función
sacerdotal no requiere el celibato, pero en la tradición latina se exige debido
al testimonio profético del sacerdocio de Cristo en relación con el carácter
escatológico de la iglesia. El celibato es un signo profético que hace del
sacerdote un testigo libre de una novedad que se manifestará en el eschaton.
La iglesia necesita profetas y no sólo
"funcionarios" de los sacramentos. (cf. Jacques Servais durante la
reunión preparatoria)
4. Otra cuestión que se abordará es la relación
con lo sagrado
Lo sagrado y lo profano en el cristianismo son
categorías superadas porque con Cristo, la presencia de Dios entre nosotros, se
supera el modelo religioso sagrado de las antiguas religiones. Pero el misterio
permanece. Así, el sacerdote de Cristo debe evocar el misterio y la
trascendencia del acto litúrgico, por ejemplo, sin trivializar lo sagrado, sin
sacralizar lo profano. La teología de los sacramentos y de la liturgia es un
ámbito que debería replantearse junto con la teología del sacerdocio.
Conclusión
Así, el simposio ayudará a comprender que la
crisis de la identidad del sacerdote o de las vocaciones no es sólo una crisis
que afecta a individuos particulares, sino la transformación continua de toda
la Iglesia como cuerpo animado por la savia del Espíritu, un organismo vivo
sobre el fundamento de la fe que crea una profunda armonía entre los miembros,
la cabeza, las junturas, una comunión que de época en época debe reafirmar una
fisonomía adecuada del Reino en la historia.
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